www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
   
 
Clásico de Octubre
La inminencia de la Serie Mundial de Béisbol relega a planos inferiores el resto de los temas de la actualidad internacional.
por JORGE EBRO, Miami
 

Ya no importa nada. Ni la marcha de la economía, ni los problemas internacionales, ni el comienzo de las campañas presidenciales, sólo hay béisbol, béisbol y más béisbol. Por estos días, los demás son temas sin importancia para los que habrá tiempo luego. Este es un ciclo inviolable e inevitable.

Marlings
Marlins de Florida, recuperación de película.

Con las últimas semanas de septiembre, millones de aficionados se aprestan a contemplar las batallas decisivas que dejarán listo el cuadro de asistentes a los play-offs de las Grandes Ligas, que tendrán como resultado supremo la Serie Mundial, el llamado Clásico de Octubre.

Por la Liga Americana, los Yankees de Nueva York, los Mellizos de Minnesota y los Atléticos de Oakland parecen cada vez más asegurados, mientras que los Medias Rojas de Boston, los Medias Blancas de Chicago y los Marineros de Seattle luchan a mano partida por el wild card o mejor segundo lugar del circuito.

Boston pudiera ser el último clasificado, lo que le daría un aliciente más a la postemporada, dada la eterna y enconada rivalidad de los Medias Rojas contra los Bombarderos del Bronx. Los patirrojos están decididos a destrozar de una vez y por todas la llamada "Maldición del Bambino".

Desde que Babe Ruth fue cambiado del Boston a los Yankees, la veleta de la suerte giró hacia los neoyorquinos, y los mimados de Nueva Inglaterra no han podido saborear otro título de Serie Mundial. A pesar de sus números, estos Yankees no son la mejor edición de los últimos años, y con un cuerpo de veteranos lanzadores, mucho dependerá de lo que puedan hacer frente a Oakland y Minnesota, dos conjuntos jóvenes y con gran hambre de gloria.

En la Liga Nacional, los Bravos de Atlanta y los Gigantes de San Francisco han paseado la distancia. Los primeros, se convirtieron en el equipo más exitoso en cualquier deporte profesional al ganar 12 banderines divisionales consecutivos, algo no logrado por ningún club en ningún país.

A pesar de sus constantes cambios, los Bravos se las han ingeniado para mantenerse en la cresta de la ola. Con la partida de Tom Glavine y Kevin Millwood, muchos se apresuraron en decretar el fin de la dinastía de Atlanta; sin embargo, al llegar el primer día de septiembre, el equipo estaba prácticamente clasificado sin mayores contratiempos.

Por su parte, los Gigantes han vuelto a repetir el éxito del pasado año. De la mano de un Barry Bonds, que se acerca a los 660 jonrones de Willy Mays, y del veterano manager Felipe Alou, han mayoreado el Oeste del viejo circuito.

Junto a San Francisco y Atlanta deben estar los Astros de Houston, otro equipo extremadamente compacto, y el cuarto será… He aquí la historia más interesante de la temporada con la lucha encarnizada que protagonizan por estos días los Marlins de la Florida y los Filis de Filadelfia.

Siempre se supo que los Filis eran claros candidatos a la postemporada, pero los Marlins han logrado un verdadero milagro al pasar de perfectos desconocidos y habituales perdedores, a convertirse en una fuerza dominante, capaz de disputarle la supremacía a los propios Bravos.

Tras estar a 10 juegos debajo de la marca de 500, los peces han vivido una recuperación digna de un filme de Hollywood, y sus aspiraciones de inscribirse entre los finalistas son totalmente legítimas. De la mano de un grupo de jugadores jóvenes, y bajo la conducción del manager más longevo de la actualidad —Jack McKeon tiene 72 años—, estos Marlins recuerdan mucho a aquellos que ganaron el wild card en 1997, y no pararon hasta conquistar la Serie Mundial. ¿Recuerdan a Liván Hernández?

Estos días serán decisivos. La presión aumenta y los temas giran en círculo vicioso sobre el béisbol. Para lo demás, ya habrá tiempo más allá de octubre.

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