www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
   
 
Nuevo equipo, nueva vida
El lanzador cubano Liván Hernández revoluciona a los Expos de Montreal, luego de una temporada anterior adversa.
por JORGE EBRO, Miami
 

El que vio cómo los Angelinos de Anaheim vencían en par de ocasiones a Liván Hernández en la Serie Mundial pasada, no podría imaginar que el cubano estaría entre los aspirantes al Cy Young, el premio más importante que se entrega a los lanzadores de las Ligas Nacional y Americana.

L. Hernández
Liván, aires nuevos.

Tras una campaña en el 2002, que le dejó más penas que glorias, Liván cambió de equipo, ambiente, actitud y resultados. Con marca de 12 triunfos y siete fracasos, y promedio de carreras limpias de 2.88, el antillano es una de las razones por las que los Expos de Montreal están luchando a brazo partido por ir a la postemporada.

Tras ser canjeado por los Gigantes de San Francisco al final de la temporada anterior, Liván llegó a la ciudad canadiense sin siquiera un puesto fijo en la rotación, y sólo la lesión de su hermano Orlando El Duque Hernández le aseguró un puesto en el picheo de primera línea.

El propio manager de los Expos, el legendario Frank Robinson, no compartió en principio la llegada del cubano al equipo, pero tras sus primeras actuaciones no le quedó más remedio que reconocer lo acertado del movimiento: Liván comenzaba una nueva etapa y Montreal ganaba un abridor experimentado.

Los Expos, un equipo que estuvo a punto de desaparecer, que no tiene hogar fijo, comparte sus juegos entre Canadá y Puerto Rico, no tiene dueño y a la vez es propiedad de todos los dueños de Grandes Ligas, y que por ahora no tiene un horizonte futuro; recibieron a un Liván dispuesto a empezar una nueva vida en la gran carpa.

Hasta ahora, el renacimiento ha valido para ambos. Varias ciudades —Portland, Washington, San Juan, Monterrey— se disputan la sede de los Expos, un equipo que de sotanero permanente ha pasado a los primeros planos, mientras que Liván ha cimentado una reputación de lanzador hermético.

Ya no es aquel pitcher irregular, que trabajaba bien un día, mal el siguiente y peor el otro, que se salía del paso al primer problema. Liván ha ido aprendiendo el arte del box y se le ve mucho más calmado, con aplomo. Incluso, ha rebajado bastantes libras y ha ganado en agilidad y destreza.

Si no gana el Cy Young es porque habrá descendido en este último mes de temporada, o porque Russ Ortiz, de los Bravos de Atlanta, o Eric Gagne, de los Dodgers de Los Ángeles, continúan con sus tremendos pasos, sobre todo este último, que no malogra un salvamento desde julio de 2002, y que podría convertirse en el primer cerrador que obtiene el premio en 11 años.

De cualquier manera, la temporada ha servido para demostrar cuánto le queda a Liván en el tanque del rendimiento. Cuando aún no ha cumplido los 30 años, al cubano le restan varias temporadas de alto nivel y es posible que todavía no haya alcanzado su cota máxima de calidad.

Si los Expos no adquieren el pase a la postemporada, él habrá ganado prestigio; pero si Montreal ingresa entre los cuatro finalistas que representarán a la Liga Nacional, Liván tendrá una oportunidad de oro de redimir todos los malos momentos que vivió en el pasado "Clásico de Octubre".

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