www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
El chileno que fundó el boxeo en Cuba
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

De acuerdo con los historiadores, el boxeo comienza a organizarse en Cuba a principios de 1910, año en que arribó a La Habana, directamente desde Nueva York, John Budinich, un chileno "que había hecho carrera pugilística en Estados Unidos".

Boxeo

Desde antes no era raro que los cubanos, que muy pronto se sintieron atraídos por lo que entonces muchos no consideraban un deporte, se liaran alegremente a puñetazos en cualquier esquina o solar yermo, rodeados por magras pero entusiastas concurrencias. Con los años la afición aumentaría, lo cual favoreció la paulatina desaparición de barreras de clases y prejuicios.

A Budinich se le califica de trotamundo, buscavida, aventurero, pero poco se ha escrito sobre su "carrera" pugilística en Estados Unidos, y nada, que sepamos, sobre sus días chilenos. Ni siquiera tenemos su descripción física o su edad. Es casi una sombra, aunque una sombra que dejaría profunda huella.

Cuando desembarcó en el puerto capitalino traía, eso sí, un par de guantes y el firme propósito de crear un negocio en torno al boxeo. A días de su arribo encontró trabajo en el exclusivo Vedado Tennis Club, ubicado en uno de los sitios más bellos de la urbe. Como no debió sudar la camisa para hallar jóvenes dispuestos a aprender a dar trompadas con mejor técnica, pronto añadió a su pega en el club la enseñanza del boxeo.

Parece haber sido muy intensa la actividad que al cabo desplegó, pues además de trabajar como profesor fue árbitro en combates y concretó exhibiciones que él mismo promovía y más de una vez protagonizó. Porque el recién llegado se conservaba, al mismo tiempo, como profesor y deportista, y en ambos campos mantenía ancha la ambición. Los primeros meses de ese año indudablemente pasaron volando, llenos de ocupaciones y de sueños. Budinich esperaba su gran día, que no demoró en llegar.

La primera pelea oficial de boxeo en Cuba lo tuvo en el cuadrilátero, ansioso seguramente de mostrarle a sus alumnos cómo se boxeaba. Esta sería, sin duda, su mejor lección, una lección que ayudaría a interesar a más jóvenes en el arte de los puños. Para darle brillo al acontecimiento, había retado al norteamericano John Ryan. El combate se efectuó en el teatro Payret, en la parte vieja de La Habana, la más poblada, y se pactó a ocho asaltos. En honor a la verdad, difícilmente sus alumnos y el público en general salieron satisfechos de aquel acontecimiento histórico: el yanqui noqueó a Budinich en el segundo round. Era el 12 de agosto de 1910.

A primera vista el acontecimiento fue un desastre, mas algo especial atesoraba el carácter de Budinich cuando sus alumnos no lo desdeñaron ni él cejó en su empeño. El boxeo era, y esto seguramente todos lo sabían, su único amor y su único mundo.

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