www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
   
 
Con los puños hacia abajo
La escuadra cubana pierde su hegemonía en el último Campeonato Mundial de Boxeo Amateur, celebrado en Tailandia.
por JORGE EBRO, Miami
 

Si se escucha bien, todavía pueden oírse las quejas de los narradores, los entrenadores, los funcionarios y de miles de aficionados cubanos que asistieron de madrugada al fin de la hegemonía de la Isla en el último Campeonato Mundial de Boxeo Amateur, celebrado en la capital de Tailandia, Bangkok, mientras Rusia se ceñía la corona.

Boxeadores
Cubano Odlanier Solís Fonte (izq.); Alexandre Alexseev, de Rusia.

Para Cuba, este fracaso ha venido acompañado de un sabor amargo. El boxeo es, junto al béisbol, la insignia de la embajada deportiva nacional de cara a los Juegos Olímpicos, y es más importante aún que aquel, porque otorga mayor número de medallas.

Si la Isla se mantiene entre los primeros en las citas estivales es gracias a la lluvia de oro de última hora proporcionada por el boxeo, que tiene un efecto de catapulta en el cuadro de posiciones. De ahí la preocupación ante un torneo del orbe, donde sólo se cosecharon tres metales amarillos frente a siete en el Mundial pasado en Belfast.

Por los criollos subieron a lo alto del podio Lorenzo Aragón en los 69 kilos, Mario Kindelán en los 60 y Odlanier Solís en los 91, estos dos últimos repitieron el oro del Mundial anterior, pero Pedro Carrión —sólo cuatro llegaron a finales— no pudo vencer al ruso Alexander Povetkin en los superpesados y por ahí se escapó un trofeo que fue a manos de los eslavos, que terminaron con igual número de campeones, pero con más metales plateados.

Es cierto que la pelea de Carrión quedó marcada por la controversia cuando el árbitro alemán le quitó dos puntos al santiaguero por agarrar, e ignoró los repetidos cabezazos del ruso. Pero la controversia ha sido la constante de un boxeo amateur cada vez más en horas bajas y, en honor a la verdad, ninguno de los dos demostró tener verdadera pasta de campeón.

Carrión no es Roberto Balado, José Milián y mucho menos Teófilo Stevenson, y Cuba no acaba de encontrar un digno sucesor de estos grandes en la división de más peso y colorido del boxeo. Esa es la realidad más rotunda, más allá de decisiones momentáneas y de jueces malintencionados.

El propio Solís, tal vez el púgil más seguro y estable de la escuadra nacional, pasó serios apuros para conservar su corona y apenas sacó los puntos necesarios (18-15) para derrotar al ruso Alexander Alexeev.

Dos cambios fundamentales han ocurrido en el boxeo amateur y a Cuba le ha costado trabajo entenderlos y asimilarlos: la explosión de la antigua URSS en un puñado de repúblicas ha esparcido el talento que antes estaba concentrado en una escuadra, y la adopción de la máquina de votar y del protector de cabeza ha cambiado la fisonomía del deporte.

Boxeadores de Azerbaiján, Thadzhikistán, Ucrania, Bielorrusia y de otras nuevas naciones han tomado el testigo de la escuela soviética —uno de los pilares de la cubana—, y lo han reproducido a un alto nivel con ciertos rasgos utilizados en el profesionalismo, dificultando el camino de los criollos en las etapas clasificatorias.

Para estos muchachos, el amateurismo es el paso lógico antes de dar el salto al pugilismo rentado y, al final, la primera luz en el túnel para salir de la pobreza. Pelean sin mucha técnica, pero con una fuerza interior como si en cada combate les fuera la vida y tuvieran el futuro en una balanza.

Por otra parte, la escuela cubana de boxeo, que siempre preconizó el entrar-golpear-salir-sin-que-me-den, no ha logrado adaptarse a una realidad que pide un ritmo de pelea constante y sostenido para marcar puntos en la máquina.

La escuadra de la Isla siempre hizo gala de una técnica depurada y contó con pegadores impresionantes, pero el protector de cabeza y los guantes de mayor tamaño han provocado que la fuerza y la técnica pasen a un segundo plano. Sólo cuenta el golpeo trepidante para convencer a los jueces que manipulan las máquinas.

Lo sucedido en Bangkok es un llamado de alerta a los cubanos, de cara a la cita de Atenas el próximo año. Rusia y sus ex satélites continuarán subiendo en su nivel, y de no poner las cosas en perspectiva, el boxeo será incapaz de hacer su magia en el cuadro de medallas.

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