www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 1/2
 
El niño que no pudo ser dragón
Omar 'El Niño' Linares se debate en una trágica decadencia deportiva que lo impele hacia el ostracismo público del régimen cubano.
por ROGERIO MANZANO, Miami
 

En Cuba no se arriesgan a despertar la polémica. Puede que nadie quiera intentarlo. Probablemente pocos osarían decir que el reverenciado apóstol del llamado "béisbol revolucionario", Omar El Niño Linares, se debate en una trágica decadencia deportiva que lo impele, cada vez más, hacia el ostracismo público del régimen castrista.

Omar Linares
Omar Linares (izq.).

En el 2002, el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) vendió a Linares por un puñado de dólares al club Chunichi Dragons de la Liga del Pacífico, uno de los dos circuitos que componen las Ligas Mayores Japonesas. Pero, pese al carácter de misión solemne que se le atribuyó a la firma del pinareño como pelotero profesional, éste fue incapaz de reciprocar a la dirigencia política de La Habana como se esperaba.

Su primera presentación en la organización nipona resultó desastrosa, y sus estadísticas tan mezquinas como sorprendentes. Linares sacó un miserable 174 de promedio al bate en 46 turnos, con 8 hits, un jonrón y 19 ponches en 16 partidos. Como es usual en los momentos de fracaso, la propaganda oficialista emitió breves y premeditadas justificaciones que pasaron rápidas e inadvertidas. Un asunto de viejas lesiones, falta de adaptación a la zona de strike, y como consecuencia, a un pitcheo más riguroso, también algo de agotamiento mental y difícil adaptación climática, se dijo.

Empero, en su segundo año con los Dragones, las cosas para ¿El Niño? siguen sin mejorar. Al momento de redactar estas líneas, él había participado en 32 juegos de los 90 efectuados por su club, tenía consumidas 80 veces al bate y su porcentaje de bateo se balanceaba en un débil 262.

El titular en la tercera base, la posición de Linares, es Kazuyoshi Tatsunami, un veterano de 15 temporadas con el Chunichi, quien acumula de por vida más de 400 dobles, 1.000 carreras anotadas y 2.000 hits. En este 2003 va segundo en los principales lideratos ofensivos de la novena, detrás del outfielder Kosuke Fukudome. Tatsunami suma 326 veces al bate por 342 Fukudome, tiene conectados 10 vuelacercas, ocho por debajo del jardinero, y su average es de 310 por 328 de su compañero de equipo.

Es evidente que los números no mienten. El trabajo de Omar se ha reducido sencillamente a calentar las tablas del banco en el equipo japonés.

Pero, acaso no fue éste quien consiguió cinco títulos de bateo en los campeonatos invernales cubanos, cuatro de ellos con un promedio por encima de los cuatrocientos y dos de forma consecutiva, además de ganar un sexto durante la Serie Selectiva de 1992, que le ayudó a conquistar la Triple Corona de ese certamen.

Será el mismo que tiene posesión vitalicia del más alto porcentaje de bateo (368) para un pelotero cubano desde 1962, que en abril de 1997 se convirtió en el último toletero que disparó cuatro jonrones en un juego en la Isla, y a quien los scouts de Grandes Ligas perseguían a través del planeta con cheques de enormes cifras en sus bolsillos para llevárselo a jugar hacia la Gran Carpa Americana. Pero él, siempre fiel a su Comandante, respondía con un "no" cortante a estas proposiciones. Un "no" que sonaba a patriota para algunos, y a estúpido para otros.

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