www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
   
 
La isla de Maradona
El Pibe de Oro, Castro y las drogas: Adicciones y aficiones.
por JORGE EBRO, Miami
 

Dicen que las primeras palabras que pronunció el argentino Diego Armando Maradona cuando su estado de salud mejoró un poco fueron: "Llévenme a Cuba". Si bien esto aún es imposible, no deja de ser un indicativo de la relación que une a uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos con la Isla.

D. A. Maradona
Maradona: ¿privilegios o terapia personalizada?

Cuba ha sido el refugio de Maradona, quien desde el 2000 comenzó un tratamiento para combatir su adicción a las drogas y la hipertensión arterial. En el alejado Centro Internacional de Salud La Pradera, ubicado en las afueras de La Habana, el Pibe de Oro ha tratado de recuperar aquella figura que lo hizo mundialmente famoso en las canchas de fútbol. Algo que hasta el momento parece haber sido en vano.

El cuerpo de Maradona, de poca estatura, ha seguido incrementando libras y cuesta trabajo reconocer en su obesa humanidad al elegante número 10 que hizo vibrar de ilusión a todo un continente y en especial a Argentina.

Maradona es hoy un hombre sumamente gordo y, por ende, cansado, con las arterias hipertrofiadas. Si a ese cuadro se le suma la adicción a las drogas, no es difícil imaginar por qué tuvo que ser internado de urgencia el 18 de abril en una clínica de Buenos Aires, luego de experimentar vómitos, fiebres y náuseas.

Aparentemente, el legendario futbolista ha engañado a la muerte, por esta vez. Pero esa batalla no fue ganada de modo fácil. Maradona estuvo varios días conectado a un respirador artificial y su corazón gastado habrá de llevar otra marca más, a causa de esta escaramuza médica.

Desde La Habana se apresuraron a asegurar que el 10 de abril había salido hacia su país —luego de una breve estadía en Bolivia— en buen estado de salud y que Maradona cumplía al pie de la letra con su plan de rehabilitación.

Pero lo cierto es que el cuerpo del Pelusa y su hablar entrecortado dicen lo contrario. Si no ha habido retroceso, al menos mejoría tampoco. Quizá Maradona ha reducido o eliminado su adicción a las drogas, pero no el comer descontrolado ni hábitos de vida nada beneficiosos para su salud.

Para Maradona, Cuba no es sólo el simple lugar donde va a curarse de sus problemas corporales. Es, además, un refugio seguro, donde no le perseguirá el acoso constante de la prensa ni los acreedores. En la Isla, no se le cobra un centavo por su tratamiento.

Pero esto es lo de menos. Después de todo, el argentino es una leyenda viva del fútbol y hoy por hoy es uno de los mejores "embajadores" del sistema de salud cubano. Muchos dicen que si Maradona escogió la Isla por algo será…

En Cuba tiene un fiel aliado en Fidel Castro, a quien considera un pedazo de historia viva y a quien homenajeó con un tatuaje en una de sus piernas, para no mencionar ya el del Che Guevara. Y Castro lo defiende a capa y espada, a sabiendas de que la leyenda de Maradona es tan extensa como la suya y, por supuesto, más digerible al paladar humano.

Según reportes de prensa, en Cuba le espera una muchacha, habanera, con un hijo en gestación. De modo que el Rey del Fútbol tendrá un heredero en la tierra dominada por el béisbol. Ironía deportiva.

Por eso, y si su proceso de recuperación en Buenos Aires continúa, Maradona habrá de volver a su refugio cubano. Allí donde se siente más libre que en ninguna parte, lejos del escrutinio público y mediático que siempre le acechó.

En La Pradera lo estarán esperando, con paciencia inagotable, los médicos que responden literalmente por su vida. Allí está su amigo Castro para protegerlo de todos y de todo, aunque no de él mismo. Allí lo espera una mujer.

No lo duden, Maradona va a volver.

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