www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
   
 
El Duque de Nueva York
Llega la llamada de ascenso: el pitcher Orlando Hernández vuelve a lanzar en Grandes Ligas.
por JORGE EBRO, Miami
 

Sólo una persona en el mundo confiaba en que Orlando El Duque Hernández volvería a lanzar en Grandes Ligas: el propio Orlando, que entrevista tras entrevista repetía una y otra vez que sus días en el béisbol aún no estaban contados.

El Duque
Pitcher 'El Duque' Hernández.

No importaba que su gastado brazo se lesionara, ni que fuera sometido a una ardua operación en el codo, ni que su lenta recuperación exasperara a sus seguidores. Mucho menos que apenas rebasara las 80 millas por hora cuando hizo su primera demostración ante los evaluadores de Ligas Mayores. El Duque continuaba repitiendo su creencia en el retorno.

Y ahora, luego de dos victorias en dos salidas, el mundo del béisbol vuelve a inclinarse ante un hombre que más que a la velocidad apela a ese talento que muchos llaman "maña" y que algunos prefieren denominar con palabras de otro calibre.

Únicamente así puede explicarse que un lanzador que apenas ha trabajado en dos años al más alto nivel, se presente como si el tiempo no hubiera transcurrido y hubiese subido a un box como algo de todos los días. Si a ello se suma que lo hizo del lado de los Yankees de Nueva York, la cosa adquiere ribetes mágicos.

Son los mismos Yankees para los cuales lanzó durante cinco campañas y con quienes ganó más de un anillo de campeón. Hernández era bueno en la temporada regular, pero se mostraba soberbio en los play-offs y eso no lo olvidaron los Mulos ni el dueño del equipo, George Steinbrenner.

'Orlando, nos haces falta aquí'

Sabedores de que nunca se tiene demasiado pitcheo, los Yankees contrataron a El Duque con un pacto de Liga Menor, aunque respetando su veteranía y lo que había significado para la organización más emblemática y triunfadora del deporte de las bolas y los strikes.

Lo firmaron por una bagatela, $500.000; más incentivos, a saber: $25.000 por cada relevo y $50.000 por cada apertura. En otras palabras, le aseguraron el salario básico del año y le pusieron la zanahoria para que caminara hacia adelante.

Durante meses, el cubano se mantuvo entrenando en el complejo de Liga Menor que poseen los bombarderos en Tampa, fortaleciendo su brazo, limando el óxido de la inactividad, preparándose para el momento en que sonara el teléfono con la voz del manager Joe Torre diciéndole: "Orlando, nos haces falta aquí".

Ya Steinbrenner lo había dicho: "Conozco la madera de El Duque y sé que buen lanzador es en la segunda mitad". Sí que lo había calado bien el propietario. Sabía que en una temporada tan larga y exigente el pitcheo del mejor equipo confronta momentos de flaqueo y con Mike Mussina y Kevin Brown en la lista de inhabilitados, Orlando no tuvo que esperar demasiado por la llamada de ascenso.

El Duque en cifras
  2004 Carrera
JG 2 55
JP 0 38
PCL 4,50 4,04
EL 10,0 801,2
H 11 718
CP 5 384
HR 2 107
BB 6 274
K 11 630

Que ganara el primer juego en que actuó, ante los Devil Rays de Tampa Bay, pareció casi obra de la casualidad, pero su segunda victoria frente a un equipo tan bateador como los Tigres de Detroit habla a las claras de la buena madera del cubano, quien nunca sobrepasó las 90 millas por hora, pero se las agenció para adormecer a una alineación de miedo.

Si no se lesiona, mucho pueden esperar los Yankees de Hernández, que no sólo se hará sentir en el partido de victorias, sino que sería una influencia positiva para su compatriota José Ariel Contreras, quien no acaba de encontrar el camino de la consistencia.

El Duque no tiene que demostrar nada, su competencia es contra sí mismo y el tiempo, que parece no pasar por su cuerpo. Es de una generación anterior a la de Contreras, posee sus anillos de campeón de Serie Mundial y una reputación labrada a golpes de entrega y coraje.

Contreras no podía encontrar un mejor espejo en el cual mirarse.

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