www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
   
 
De más a menos
¿Podrá recuperarse el pitcher José Ariel Contreras tras su vuelta al complejo de entrenamiento de los Yankees en Tampa?
por JORGE EBRO, Miami
 

Cuando parecía que José Ariel Contreras había encontrado al fin el camino de la estabilidad en las Grandes Ligas, todo volvió a un punto cero. El cubano fue enviado a las Menores para trabajar en su mecánica de lanzamiento con los especialistas de pitcheo de los Yankees.

Contreras
Pitcher Contreras.

Para Contreras, la vuelta al complejo de entrenamiento de Tampa ha significado una regresión en una carrera que alguna vez se pensó brillante. Aún no ha terminado el tiempo del pinareño, pero la paciencia de los Mulos pudiera agotarse, luego de no recibir mucho a cambio de los 32 millones de dólares que le pagaron en un inicio.

Por mucho que se rompen la cabeza, los especialistas de los Yankees aún no encuentran la solución definitiva para los problemas de Contreras, quien hasta ser enviado a las Menores, en un mes de temporada, presentaba balance de 1 victoria, 2 reveses y un pésimo promedio de carreras limpias de 9,47 permitidas cada nueve entradas.

En Tampa, Contreras trabajó directamente con Billy Connors, un verdadero gurú del pitcheo que ha supervisado las rotaciones del equipo más emblemático del béisbol durante décadas. No es la primera vez que el cubano asiste a clases con Connors, y a juzgar por su primer resultado, la semana pasada contra los poderosos Rangers de Texas, donde en 6 entradas sólo permitió 4 hits y 1 carrera, el repaso de conocimientos no le ha venido nada mal.

En la temporada anterior, y tras un comienzo donde fue bateado con absoluta libertad, Contreras viajó a Tampa, donde le desarrollaron varios lanzamientos para que pudiera contener el aluvión de anotaciones que permitía en función de relevista. Una vez que pasó a la rotación, el espigado serpentinero mostró una ostensible mejoría y le regaló a los Mulos motivos para la esperanza, terminando la campaña con foja de 7 triunfos, 2 fracasos y 3,30 carreras limpias permitidas por juego.

En esta ocasión, sin embargo, la situación parece algo más complicada para Contreras, y donde el equipo habla de "arreglar la mecánica" debe leerse también recuperar la confianza, algo que está más relacionado con la mente que con el brazo, y podría requerir de algo más que del experimentado Connors.

¿Traidores?

No es un secreto lo mucho que ha afectado al cubano la separación familiar. Contreras viajó hace meses a Nicaragua para encontrarse con su familia, pero al llegar lo único que lo esperaba era la noticia de que el gobierno cubano había prohibido la salida de su esposa y sus dos pequeñas hijas por considerarlo un traidor.

Con respecto a Cuba, Contreras había guardado un silencio prudente, con la esperanza de que el gobierno de La Habana permitiera la salida de su familia, pero a la larga sus cálculos fueron equivocados. Cuba, ya se sabe, no perdona a los "traidores" y menos si en algún momento constituyeron símbolos del sistema.

Es cierto que el dueño de los Yankees, George Steinbrenner, hizo gestiones personales para sacar del país a la familia de Orlando El Duque Hernández ante Fidel Castro, a quien conocía muy bien de sus días de dirigente del Comité Olímpico de Estados Unidos y de la crisis por el "robo" de la sede de los Juegos Panamericanos celebrados en Indianápolis, que supuestamente debió organizar La Habana.

Pero 1998 no es el 2004. La temporada mágica de Hernández en Nueva York, que cayó rendida a sus pies, no era la misma ni mucho menos que la de Contreras, quien ya comienza a escuchar los abucheos persistentes de una ciudad —la ciudad— que no admite perdedores.

Hernández fue un lanzador de bajo presupuesto, que subió de las Menores para ayudar a los Yankees a conquistar su primer título en muchos años. Contreras llegó acompañado por una aureola de invencible en el béisbol cubano y recibió un contrato millonario sin haber tirado una bola en la Gran Carpa. Esta vez, Steinbrenner no movió un dedo. Tal vez porque piensa que Contreras aún no merece el concurso de sus esfuerzos ante Castro.

Triunfar en las Mayores requiere mucho más que un puñado de talento. La carga emocional es, a veces, superior a la física y, justo es reconocerlo, la pelota cubana actual no es la misma de otras décadas. Ya no basta con tirar 98 millas por hora, porque en las prácticas de bateo se conecta a bolas más rápidas.

Ojalá Contreras pueda encontrar la consistencia con los Yankees. No se trata de un problema de dinero, porque el contrato está garantizado y el cubano cobrará hasta el último centavo, sino de entereza, de sobreponerse a una situación que escapa de sus manos y dominar en el béisbol de élite como solía hacerlo en Pinar del Río.

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