www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
   
 
700 razones para la inmortalidad
Con su último cuadrangular, el pelotero Barry Bonds se integra a un club que sólo albergaba a dos miembros.
por JORGE EBRO, Miami
 

Con uno de sus "swines" poderosos, Barry Bonds llegó a 700 cuadrangulares la semana pasada para unirse a un club que sólo albergaba a dos miembros: Hank Aaron y Babe Ruth, y del que se dijo que nadie más lo integraría.

Barry Bonds
Barry Bonds.

Bonds ha demostrado lo contrario. Cuando Aaron sobrepasó al Bambino en la década de los años setenta y fijó la marca histórica de 755 jonrones, los expertos del béisbol predijeron que ningún otro jugador sería capaz de rebasar la barrera de las siete centenas de vuelacercas. Y es que la cifra intimida, predispone, como algo digno de dioses, de inmortales.

Se requiere no sólo talento, habilidad y una buena dosis de deseos, sino una suerte increíble, una carrera larga, una salud de hierro y, como en el caso de Bonds, un desempeño que contradiga las leyes temporales de los hombres.

De otro modo no se explica que Bonds siga pegando jonrones a los 40 años como si fuera un pelotero joven en el pico de su rendimiento. Es más, cuando Bonds comenzó en las Mayores no era ni la mitad de lo que es hoy. Siempre se supo que sería un gran jugador, pero nunca se pensó que llegaría a ser el mejor de su generación y uno de los más brillantes de todos los tiempos.

El slugger de los Gigantes —que visitó La Habana como parte de un equipo amateur en un torneo en 1984, donde bateó cuanto quiso— llevaba casi dos semanas tratando de alcanzar los 700, pero finalmente lo logró en el parque de San Francisco delante de sus fanáticos, uno de los cuales se llevó la valiosa bola que en una subasta de rigor habrá de costar unos cuantos miles de dólares, si no millones.

Bonds siempre dijo que el jonrón 661, con el que rebasó a su padrino y protector Willie Mays, era más importante para él que el 700. Tal vez no le falte razón, los 700 son apenas un alto en el camino hacia Ruth y, quien sabe si hacia Aaron.

El jardinero de San Francisco

Si la salud le acompaña, Bonds ha confesado que jugaría dos temporadas más. No queda duda de que el inolvidable Bambino de los Yankees quedará en el camino a principios de la campaña venidera, pero el récord de Aaron quedaría para una segunda y el propio jardinero de los Gigantes ha confesado que los años podrían caerle encima para ese entonces.

De cualquier manera, aunque mañana mismo termine la carrera de Bonds, sus marcas en el béisbol serán de respeto y le abrirán las puertas —como a nadie— del Salón de la Fama en Cooperstown.

Es cierto que Bonds necesitó más turnos que Ruth para llegar a 700 (9.066 el primero por 8.169 el segundo), pero a su vez llegó más rápido que Aaron, quien consumió más de 11.000 turnos en su gesta. Por otra parte, ninguno de sus predecesores se acercó si quiera a la cantidad de bases por bolas de Bonds (2.276), un hombre que recibe más transferencias y conecta más jonrones que los ponches que le tocan.

Si Aaron tuvo que sobrevivir a prejuicios raciales y amenazas de atentados cuando estaba próximo a rebasar a Ruth, el niño mimado del béisbol hasta ese momento, Bonds ha tenido que hacer frente a escándalos que tratan de implicarlo en el consumo de esteroides y otras sustancias prohibidas.

A pesar de las sospechas, todavía no se le ha probado nada y Bonds siempre se ha mostrado listo para someterse a cualquier prueba antidopaje. Pero si para algo han servido las suspicacias es para enfocarlo más en el juego, en su bateo. El paso de los años no ha disminuido la velocidad de su swing aunque sí la velocidad de sus piernas.

Bonds juega todos los días, menos los domingos. Él mismo ha dicho que no puede resistir el embate de una temporada larga y que no pocas veces ha coqueteado con la idea del retiro, pero cada día se demuestra a sí mismo que aún queda suficiente gasolina en el tanque para seguir adelante.

Esta temporada es el mejor ejemplo. Cuando restan dos semanas para el fin del calendario, Bonds se dirige fácilmente hacia la conquista de un nuevo título de bateo con promedio de .373, es tercero en jonrones con 42 —pega uno cada ocho turnos—, segundo en anotadas, primero en boletos con 207, primero en bases recorridas con .611, primero en porcentaje de slugging con un astronómico .825, y primero con corredores en posición anotadora.

Si los Gigantes todavía siguen en la pelea es por Barry Bonds; si las Grandes Ligas han recuperado popularidad en el resto del mundo no hay duda de que parte del mérito corresponde al ya legendario jardinero de San Francisco.

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