No es secreto para nadie que el crecimiento y la acumulación de los medios de comunicación a los que estamos sometidos producen una masa de información exuberante. Más que informarnos debidamente sobre lo que acontece, ésta terminaría desorientándonos bajo una montaña "masmedial", provocando, en el mejor de los casos, cierta confusión. Un peligro que hasta hace poco parecía limitarse a las naciones del Primer Mundo. Sin embargo, en la actualidad puede constatarse el mismo fenómeno en un país económicamente tan discreto como Cuba, aunque por otras razones.

Revisando algunas informaciones en el diario digital Granma, el lector desatento corre el riesgo de no entender algunas cosas. Aun cuando las informaciones, como casi siempre en la isla caribeña, comuniquen detalladamente lo que acontece, no siempre se adivina, en su concisa expresión, a quién van dirigidas. Los periodistas cubanos encargados de llenar con sus artículos los periódicos de la capital, podrían prestar una ayuda inestimable perfeccionando su labor en ese sentido.

Un ejemplo. Por estos días varios órganos de información han difundido la noticia de una fuerte crecida represiva contra numerosos periodistas independientes residentes en la Isla, que promete sentencias de entre 10 años de prisión y cadena perpetua. Ello puede llevar a creer que es posible aplastar una libertad inexistente, invitándonos a la contradicción y haciéndonos resbalar en la confusión a la que hacía referencia más arriba.

Es preciso saber, sin embargo, no de qué, sino de quién se habla cuando revisamos las mismas noticias en la prensa habanera. Cuando se lee, por ejemplo, "Jamás los periodistas cubanos habíamos asumido responsabilidades sociales y políticas tan altas", debe saberse que estas palabras del Comandante Fidel Castro fueron dichas en su intervención del VI Pleno Ampliado del Comité Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba, y no con motivo de la detención de los periodistas independientes actualmente encarcelados. Aun cuando cuatro líneas más abajo leamos con asombro "han cambiado las cosas, en estos momentos estamos prácticamente a la ofensiva", siempre refiriéndose a los informadores que trabajan para el Estado. Así, cuando interviene Ricardo Alarcón de Quesada para afirmar que en esa batalla nadie debe dejar de usar todos los medios a su alcance, y que "a ellos les prohíben recibir mensajes y no les permiten tener acceso al teléfono o a un lápiz, nuestro deber solidario es el de multiplicar la lucha por su liberación", se trata de los Cinco Compatriotas encarcelados en Estados Unidos y no de los detenidos en el interior de la Isla. Si en el sitio web del diario digital Granma aparece en mayúsculas la frase "Un mundo de paz y justicia es posible. Eso estamos tratando de demostrar hoy", ella no se refiere al estilo de las medidas tomadas con los periodistas independientes recluidos, sino al discurso pronunciado por Fidel Castro en la inauguración del Convento de la Orden del Santísimo Salvador (de Santa Brígida). Por último, cuando se lee que el mismo Comandante fue condecorado con la Cruz Ecuménica como reconocimiento por su labor inspiradora en la formación de los más altos ideales en los que se basa el diálogo, hay que entender que se trata del diálogo ecuménico.

El tratamiento de éstas y otras afirmaciones puede generar confusión y disturbar la lectura de la prensa oficial en momentos en que los acontecimientos señalados llegan simultáneamente. Razón de más para ubicarlos de manera que los lectores de dentro y fuera del país no se vean sometidos a extenuantes relecturas. No costará demasiado al pueblo —acostumbrado a largos sacrificios— hacer otro pequeño esfuerzo.