www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
  Parte 1/2
 
Santiago de Chile: La fuerza de la verdad
El programa El Termómetro, del canal Chilevisión, debatió la cuestión de los derechos humanos en la Antilla Grande.
por MIGUEL CABRERA PEñA
 

A veces se cree que discutir de política entre cubanos es un esfuerzo vano. Y si el tema es precisamente la política nacional, la cosa sube de punto. Terminar de escuchar al otro es casi heroico. Al contrario del nuestro, el chileno es un pueblo que, con excepción del período pinochetista, ostenta una larga tradición liberal. Un panel analizó recientemente aquí la violación de los derechos humanos en la Isla. Sin embargo, el intercambio de criterios fue tan acalorado que la impresión no resultó edificante. Cabría decir que quienes participaban eran cubanos.

El Termómetro, del canal Chilevisión, es sin duda uno de los programas más populares de la televisión chilena. La aceptación del espacio tiene su raíz en la variedad de temas que trata, en la sagacidad de su conductor, en las personas que se seleccionan como panelistas —que no siempre son los mismos y militan, en igualdad numérica, casi siempre dos contra dos, en opuestas tendencias políticas—. Con cincuenta minutos de duración y en horario de mucha audiencia, las opiniones del público, tanto el que se encuentra en el estudio como el que llama, incrementan el interés del programa. Además, hay siempre una pregunta a responder —sí o no—, que resume el tema del día. Esto último se hace a través de un mensaje por teléfono celular.

El tema de la violación de los derechos humanos en Cuba no podía faltar en la vigilancia noticiosa del Termómetro. Esta vez asistieron como invitados especiales dos congresistas, que se añadieron al que ya estaba en el panel. Pero desde el comienzo mismo cundió el caos, los gritos a voz en cuello tronaron en el recinto y las ideas, que no las intenciones, fueron difíciles de desenredar. Las descalificaciones personales no faltaron, así como las salidas del tema, aprovechadas constantemente por los representantes de la izquierda, decididos a relacionar los derechos humanos con el bloqueo, "las agresiones imperialistas", la gratuidad de la salud, la guerra en Irak y la educación en la Isla.

Un representante de la derecha, cómodo en un asunto donde su ala política ha sido clara en contra de La Habana, no propuso las razones por las que la condena es merecida, sino que prefirió emprenderla contra el Gobierno chileno, contra lo que llamó doble estándar respecto a Cuba, a quien paga, subrayó, favores concedidos en el pasado. Esto, obviamente, caldeó aún más los ánimos.

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