www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de mayo de 2003

 
  Parte 1/2
 
La Habana: Los buenos de la película
Llueven estrellas, pero no escampa: Spielberg, Coppola, Costner, Schwarzenegger… el cine americano hace su agosto en Cuba.
por JOSé H. FERNáNDEZ
 

Las estrellas de Hollywood también gustan de paisajes exóticos. Pero están condenadas a no poder disfrutarlos en las pantallas de los cines. Como conocen cada truco y saben que aquello que se ve no es más que un reflejo engañoso de lo que no se ve, a ellos no les queda otro consuelo que volar en busca de lugares, cosas, seres más tangibles, aunque igualmente insólitos. Es, digamos, su personalísima manera de ir a ver la película.

Steven Spielberg
Steven Spielberg junto a la estatua de 'El Caballero de París'.

A La Habana vienen con frecuencia. Desde Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Robert Redford, Clint Eastwood o Kevin Costner, hasta el exterminador Arnold Schwarzenegger. Todos se han apresurado a reservar aquí lunetas de primera fila. Puede ser que el anuncio un tanto aparatoso de nuestros estrenos les provoque cosquillas en las suprarrenales. O quizá se deba al hecho de que, al igual que sucede con las cintas de Hollywood, las restricciones de acceso para el espectador no consiguen más que estimular su interés por tres ingredientes de moda en nuestra trama: lenguaje soez, violencia y sexo.

En cualquier caso, no será lo único. Pues se sabe que entre ellos alinean nostálgicos fumadores de brevas pura cepa, bañistas de aguas vírgenes, cazadores dispuestos a pagar un ojo por dispararle a la perdiz del rey, o aficionados a filmar in situ los restos de bestias antidiluvianas. ¿Y en qué otro escenario se los servirían con mayor deferencia?.

Puede suceder que algunos tengan sus motivaciones de intelecto, cómo no, y hasta su misión secreta, pero en fin, gringos más, gringos menos, toda la lana es pelo. Y si de algo puede estar uno seguro de antemano es de que, aunque pasen por aquí, el aquí no pasará por ellos. De modo que no ha de importar mucho si el filme que les presentan no es sino otro reflejo engañoso de lo que no se ve. En resumidas cuentas, ya lo dejó dicho Piero en aquella canción de antología: "Si conocen historia no es por haber leído, sino de haberla visto en el cine americano".

Claro, en justicia habría que añadir que si hoy los buenos de la película vienen a esta Isla lo hacen, sobre todo, porque pueden darse un gustazo que no está a nuestro alcance: el de violar leyes y disposiciones absurdas de su país sin el temor de ir presos por traidores, mercenarios o apátridas. Además, saben que aunque echen por esa boca flores, siempre les será permitido regresar tranquilamente a casa, en paz con la conciencia y hasta con la policía.

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