www.cubaencuentro.com Miércoles, 28 de mayo de 2003

 
   
 
La Habana: No es tiempo de rosas
Un reconocimiento a la obra y la postura de Joan Manuel Serrat, cuyo NO a la represión está sonando fuerte en Cuba.
por IRIA GONZáLEZ-RODILES
 

Sus declaraciones son nítidas y tajantes, como el carácter catalán mismo: desaprueba la pena de muerte y el encarcelamiento de quienes piensan distinto al poder gubernamental. "En cualquier parte, en cualquier lugar", bien podría añadirse a sus palabras: Son estrofas de una de sus más viejas composiciones, siempre nuevas cuando se escuchan.

Joan Manuel Serrat

Los pronunciamientos me llegaron en su propia voz, a través de la onda corta radial: por otro medio resultaría imposible, pues en Cuba no se publican semejantes noticias. Al menos no como realmente son.

Confieso que no me extraña lo declarado por el cantautor Joan Manuel Serrat. Antes bien, suponía que así pensaba.

Pude conocerlo personalmente durante sus giras artísticas a Cuba y entrevistarlo varias veces, cuando trabajaba como reportera del Noticiero de la Televisión Cubana.

En aquellos encuentros, ya tan lejanos en el tiempo, adiviné en él los rasgos de un hombre auténtico, con armonía entre lo que canta y lo que piensa. No siempre se comportan así los famosos —ni siquiera la gente anónima—, como sucede en Cuba, donde prevalece la incongruencia entre lo que se cavila y se expresa, entre lo que se quiere y se hace.

Quizá durante aquellas entrevistas Serrat descubrió mi fervor por su exquisita obra artística. Me resultaba difícil ocultarlo, aun valiéndome de las artimañas propias del oficio periodístico.

De cualquier manera, yo tampoco me esforcé demasiado en esconder mi admiración, pues no constituía, a mi modo de ver, una insuficiencia profesional. Creo que, en todo caso, fue útil para que accediese a que lo entrevistara cada vez que visitaba Cuba.

Aunque lo anterior forma parte de "esas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas", que "hacen que lloremos cuando nadie nos ve", las saco a flote por convenientes. Joan Manuel Serrat no sólo posee inmensa popularidad en la Isla: goza de gran prestigio y del cariño de los cubanos; razones suficientes para considerar la tremenda repercusión de los criterios emitidos por el cantautor.

Guardo del autor de Penélope la impresión de un excelente interlocutor, pero nada fácil de conducir. Posee una personalidad sólida, fuerte, que me sorprendía en ocasiones. Nadie podría compulsarlo a expresar lo que no desea o no piensa. Responde lo que quiere y como quiere. No obedece a manipulaciones. De ahí el gran valor de su opinión.

Conservo también en el recuerdo la primera entrevista que le hice, y en un video-casete, la última. Aunque sobresaturada por un error técnico del camarógrafo, la grabación recoge una imagen final del abrazo que Serrat me diera, como despedida, en el Aeropuerto Internacional José Martí, de La Habana. No imaginaba yo que, muy probablemente, sería el último.

Cuando regresó a Cuba, después de muchos años, ya yo era una periodista maverick. Retorné, obligada por las circunstancias, al disfrute inicial y limitado de sus actuaciones por la televisión. Me inhibí de ir a su encuentro para entrevistarlo, pues, como siempre me decía el poeta Raúl Rivero —condenado a 20 años de prisión por escribir y actuar según piensa—, aquí uno evita hasta a las personas que aprecia. Por temor y por amor: por temor a perjudicarlas; por amor, para cuidarlas. Prevaleció en mí lo humano, no lo profesional.

El grupo de librepensadores que "sangra, lucha, pervive, para la libertad", encarcelado por estos días en Cuba, sabrá en algún momento del gesto humano de Serrat, porque de eso se trata: de lo humano y lo derecho. Un gesto ajeno a la política, aunque en Cuba todo está "manchado" por ella.

Entretanto, mantengo la esperanza de devolver el abrazo a Serrat. Con suma gratitud. Vale citar unos versos de Antonio Machado, que el cantautor catalán musicalizara y difundiera entre nosotros con aplastante éxito: "Mi corazón espera, también hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera". En mi país.

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