www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
   
 
Washington: Linda Barinas, dulce Sabaneta
por ALCIBíADES HIDALGO
 

Félix Houphouet-Boigny, quien gobernó Costa de Marfil durante 33 años, regaló a Yamoussukro, lugar de su nacimiento, la catedral católica Notre Dame de la Paix, la más grande del planeta. Mayor que San Pedro de Roma, aunque cueste creerlo. Mobutu Sese Seko, dictador de Zaire durante 32 años y hombre previsor, partió al exilio en 1997 desde el aeropuerto que había construido junto a un espléndido palacio en Gbadolite, su pueblo natal en medio de la jungla. Hugo Chávez, presidente de Venezuela, afirma que construirá en su natal Sabaneta de Barinas un central azucarero con asesores y maquinaria procedente de la desmantelada industria cubana del dulce.

Locomotora
Maquinaria azucarera hacia Venezuela: ¿Plan Tareco?

El asunto está acordado en un convenio de colaboración firmado con Fidel Castro el año pasado y parece que ha llegado el momento de consumar los hechos. En La Habana, el embajador venezolano, Julio Montes, dijo esta semana que su país comprará un lote de maquinarias desechadas en la Isla. Todo indica que una parte de ella irá a Sabaneta, un pequeño pueblo en el Estado de Barinas, donde gobierna la ínsula Hugo de los Reyes Chávez, padre del presidente.

No faltan en Venezuela voces opuestas al nuevo desatino de pagar con petróleo una colección de calderas fatigadas y otros hierros de ocasión que no se cobrarán a precio de remate. A las asesorías de todo tipo de La Habana hacia Caracas se añade esta transacción insólita, sólo posible por el unilateral comercio barter de la pobreza, instaurado entre ambos países.

Las cifras del azúcar cubano se explican, lamentablemente, por sí solas. El año pasado se detuvo para siempre la mitad de la industria: 70 centrales, los más improductivos, les proveerán partes a la futura instalación en Sabaneta de Barinas. De los paralizados, una decena pasará a ser, si se cumplen los planes, museos al servicio del turismo que es ahora la primera industria nacional. Cien mil obreros quedaron sin trabajo, pero no se incluyen en la cifra oficial del 3,3% de los desempleados, porque reciben un subsidio ínfimo y se consideran estudiantes. El 60% de la tierra dedicada a la caña de azúcar pasará a otros usos sobre los que todavía no hay noticias. La última cosecha fue la menor desde 1930, el año siguiente al jueves negro del crack de Wall Street y no se quiere revelar sus resultados. Un periódico de Caracas comentó que en Cuba se afirmaba, hasta que Fidel Castro también lo prohibió: "Sin azúcar no hay país". Y cada vez hay menos azúcar.

En esto de enviar centrales azucareros a sus aliados hay algunas experiencias en La Habana. Dos fueron construidos en Vietnam y deben haberse considerado donaciones al pueblo que ganó una guerra a Estados Unidos. La Nicaragua de Daniel Ortega recibió de Cuba una industria para producir azúcar que parece haber ido a parar al bolsillo de los avispados herederos de Sandino en la repartición personal del patrimonio nacional conocida como "La Piñata", que organizaron, previsores como Mobutu, antes de entregar el poder. Años después, Fidel Castro dijo a un periodista argentino que el regalo le había costado 100 millones de dólares. La diferencia con el caso venezolano es que esta vez el gobierno cubano sí parece dispuesto a pasar la factura por la mercancía de deshecho.

El proyecto de Sabaneta se titula ya Complejo Agroindustrial, curiosa denominación también proveniente del modelo caribeño. Cuando se anunció su construcción se estimó a un costo de 5 mil millones de bolívares, cuya equivalencia es inútil de estimar pues varía con demasiada frecuencia. Brasil, se dijo entonces, fabricaría la maquinaria, y Cuba daría la asesoría técnica. Ahora todo varió hacia la preferencia por las piezas cubanas de uso.

Tengo una amiga venezolana que dejó el alma en su tierra y atesora letras provenientes de esos hermosos pasajes llaneros que se acompañan con cuerdas de arpa y de cuatro y maracas. Uno de sus preferidos, Linda Barinas, comienza así: "Yo traigo un grito llanero/ que me nació de un te quiero/ para cantarte Barinas/ paisaje de ensoñación/ que me ha regalado Dios/ frente a las cumbres andinas". La vieja tonada fue declarada "canción del cantar barinés" y parece destinada a perdurar en la memoria venezolana. El empeño de Chávez por endulzar a su modo a Sabaneta es apenas un proyecto a incluir en el Primer Plan Quinquenal Bolivariano.

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