www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 1/2
 
Nashville: Conversaciones con mi tía Tita
por WILLIAM LUIS
 

Querido Wilongo,

Sí, Wilongo, porque ahora vamos a poner los puntos sobre las íes y decir las cosas como son. Tú sabes que soy una persona de muy buen carácter y de mucha paciencia, pero no me hace ninguna gracia que dieras a conocer mi apodo, algo que nunca debió salir de nuestro ámbito familiar. Mi nombre, para que todo el mundo lo sepa, es Haydee Francisca Hernández, y no Tita ni Titonga. Ahora me toca a mí Wilongo, porque para mí sigues siendo aquel muchacho impertinente e irrespetuoso que todavía no sabe limpiarse bien. A ver si te acuerdas que tu madre te calentaba los muslitos con aquel  cinturón que estoy segura que todavía te hace temblar. Y qué me dices de aquel vaso de agua fría que había que echarte encima para sacarte de tu genio y guapería.

He leído tus conversaciones en Encuentro con mucha curiosidad y entereza. No me importa que me uses como pretexto para desarrollar algunos temas que tengan que ver con nuestra familia y logres entretener a una que otra persona. Tú sólo sabes por qué lo haces. Te declaro que al principio me pareció agradable y hasta gracioso y en algunas cartas lograste hacerme reír. Pero ya no puedo quedarme callada. Aunque eres mi sobrino, hijo de mi difunta hermana, me parece que te has pasado.

Pensé que cuando dejaste de escribir me había salvado de un malestar. No te quito que escribas sobre los pocos hispanos que viven en Nashville y tal vez esa sea la razón por la cual ahora quieres indagar en la vida de los cubanos que vivimos en Miami. Tampoco me opongo a que reveles algunos de los recuerdos de tu niñez, cuando tu madre te llevaba de visita a Cuba. Pero me da rabia cuando te metes con la familia y te pones a inventar cosas que no son ciertas, como las que se informan en tu última cartica. Francamente, no entiendo tu necesidad de fantasear o tergiversar los sucesos de nuestras vidas; parece que la literatura se te ha ido a la cabeza.

Yo te envié un sobre con recortes periodísticos de El Nuevo Herald para que te enteraras de los asuntos que más nos conciernen a los que vivimos en Miami, porque me habías dicho que esa información, indudablemente, no llega a la ciudad en que resides. Pero tú sabes muy bien que no es como lo cuentas. Yo no te mandé ningún número de la revista Ideal. Esa la conseguiste por tu propia cuenta. Respeto tu opinión cuando dices que a todos los cubanos, sin tener en cuenta su lugar de residencia o cultura del país adoptivo, nos une el mismo pasado y presente que compartimos. Pero lo que no puedo soportar es que tú me lo atribuyas a mí. Son palabras tuyas y no mías. Yo soy una persona decente y honesta y acepto la vida que me ha tocado vivir. Nosotros nos fuimos a vivir a Nueva York durante el Gobierno de Grau, es decir, muchos años antes de que el otro señorito se hiciera amo y mayoral de nuestra Isla. En aquella época había muy pocos hispanos en esa gran ciudad de inmigrantes y el puertorriqueño era el grupo mayoritario y por eso nos confundían a todos los hispanohablantes con oriundos de la Isla del Encanto. A pesar de que todavía conservo amistades puertorriqueñas, hace muchos años que vivo en Miami y me siento muy a gusto en nuestra patria chiquita. Miami es la otra provincia de Cuba y sin duda la más exitosa de todas ellas.

1. Inicio
2. Además, dices que falta...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Washington: ¿La revolución permanente?
ALBERTO F. ÁLVAREZ GARCíA
Washington: Linda Barinas, dulce Sabaneta
ALCIBíADES HIDALGO
Santiago de Chile: Cuba como vicio
CARLOS D. DíAZ MONTERO
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir