www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Miami: Antídotos para la nostalgia
En la Calle 8 de la Pequeña Habana florece una peculiar red comercial dedicada a preservar las costumbres cubanas en las nuevas generaciones de exiliados.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ
 

¿Qué no ha vuelto a degustar después que salió de Cuba? ¿El dulce mamey? ¿El suave boniatillo? ¿Los crujientes chicharrones? Esas delicias de la cocina criolla y muchas más, pueden adquirirse en un sitio de Internet creado por una pareja cubanoamericana de Miami con el fin de paliar las
F. Castro
As de pica. Juego de barajas 'Bandidos de Cuba'.
añoranzas culinarias de los exiliados dispersos por todo el mundo.

María Vázquez llegó de Cuba en la década del sesenta, y creció escuchando que en la Isla "la carne de puerco sí sabía a carne de puerco" y otras expresiones características en el largo exilio cubano. Junto a su esposo, Miguel, comenzó a investigar sobre la cultura y la vida republicana y a coleccionar objetos de la época, y hace cinco años ambos decidieron abrir el sitio: http://www.cubanfoodmarket.com .

"Hoy en día procesamos entre 60 y 65 órdenes diarias", comenta María, una mujer alta, pecosa y vivaz, que pone pasión en cada palabra. "El teléfono que aparece en el site lo atendemos nosotros mismos, de modo que poco a poco hemos ido forjando relaciones con los clientes".

Entre los numerosos productos que se pueden comprar en la página electrónica figuran pastelitos de guayaba, latas de frijoles negros, mariquitas, café, trozos de caña de azúcar, mangos, camisas guayaberas, juegos de dominó, tabletas de alcanfor, discos de música cubana y objetos de la etapa republicana.

El éxito del sitio en Internet impulsó a la pareja a abrir hace un año una tienda, Sentir Cubano, ubicada en una céntrica esquina de la Calle 8 de Miami. El local y otros que han abierto descendientes de cubanos exiliados en la misma calle —una larguísima arteria vial convertida en emblema de la ciudad— dan fe de un fenómeno sui generis: cómo las nuevas generaciones han hecho suya la nostalgia de sus padres por la Isla.

"Pensábamos que nuestros padres exageraban cuando nos contaban cosas sobre Cuba. Nos pusimos a investigar y descubrimos que lo que nos decían era verdad, era una Cuba tan increíble que Fidel Castro ha tratado de borrar todo lo que queda de ella. Me da tristeza pensar lo que teníamos y lo que perdimos", dice María, emocionada. "Esa nostalgia crece en nosotros, los que no pudimos regresar".

La empresaria cree que la mayoría de los clientes de su tienda están en el rango de edades de entre 30 y 40 años, "pero también vienen muchos jóvenes, algunos que ni siquiera nacieron en Cuba y que van a estudiar en otras universidades fuera de Miami y buscan algún objeto que los identifique ante los demás como cubanos".

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