www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
La Habana: Acuse de recibo
Cartas de cárcel a cárcel. Una visión sentida sobre el confinamiento de los disidentes cubanos condenados en marzo pasado.
por IRIA GONZáLEZ-RODILES
 

Son cartas de prisión. Las primeras, después de los días en que oscureció la primavera cubana de este año.

M. Beatriz Roque
Martha Beatriz: 'Más que por mi libertad, quiero que pidan porque aumente mi fe en Dios'.

Restablecen a medias la comunicación entre nosotros, interrumpida de repente en marzo pasado, cuando se desatara la racha extintora contra quienes sustentan cualquier criterio expreso, diferente al oficial, en Cuba.

Son cartas manoseadas por censores carcelarios. Poco detallan los horrores del presidio: "fuera de contexto" en ese sentido, hasta cierto punto.

Cada palabra goza de un mundo de ideas contenidas o de una lectura jeroglífica para vencer el examen del correo ordinario. De otro modo, no llegarían a su destino. Hablan de lo único bello existente entre rejas: el universo interno de estos prisioneros de conciencia, cincuentones en su mayoría, condenados a 18 ó 20 años de cautiverio físico, pero poseedores de alma y pensamiento libres hasta lo intacto.

Recibo en estas cartas la individualidad de cada remitente: el humor y optimismo de Ricardo González, la fe de Martha Beatriz y la prosa poética de Raúl Rivero. Hasta hoy, de Manuel Vázquez Portal sólo me llegaba el silencio... pero de esos que hablan. Ahora, casi al cierre de esta crónica, recibo el lirismo de Manolo, en una carta escrita antes de que asumiera la huelga de hambre —protesta suya y de otros en reclamo al respeto de sus derechos como presos de conciencia, ciudadanos cubanos y seres humanos—.

De cada uno de sus mensajes personales, amorosos, míos, regalo a los lectores algunos trocitos, con el único propósito de mostrar, una vez más, el verdadero rostro de tan difamados librepensadores; ésa, la otra cara de Cuba, distorsionada por el discurso oficial de la Isla.

El "enfant terrible" del periodismo independiente —como algunos bautizamos a Ricardo—, mueve a la risa y al ánimo dentro de la tragedia, con un juego de palabras: "Ando por la cárcel como un marajá en su harén: con esposas para todas partes; o para ser más preciso: esposado. Por suerte traje conmigo el humor y la esperanza. Y han hecho cría".

"Aquí en el presidio he implantado mi lema personal, que en los momentos menos felices lo decimos en plural y a coro: 'Cuando no estoy bien... ¡es porque estoy mejor!'".

Creo que de "enfant terrible" Ricardo ha devenido en "hommeterrible", respecto al crecimiento humano y en el buen sentido de la palabra.

Martha Beatriz, la "más peligrosa" de toda la disidencia femenina, única mujer presa y condenada a 20 años durante la reciente y convulsa primavera, transparenta su espíritu cuando me ruega en una de sus cartas:

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