www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Santiago de Chile: El sombrero del mago
El piloto chileno Jacques Lagas no figura en la historia escrita por la revolución, a pesar de que puso en peligro su vida por defenderla.
por MIGUEL CABRERA PEñA
 

Ocultar, disimular, censurar hechos de la realidad es vieja práctica del régimen cubano. Pero una de las formas más usuales de desvirtuar la realidad consiste, no en atacar con los medios de la razón las ideas que ponen en solfa al socialismo isleño, sino a las personas que las divulgan. Este enfocar al sujeto propicia inevitablemente el epíteto, la descalificación siempre próxima a la bajeza de lo escatológico. Ante tanta embestida verbal, se fue creando paulatinamente todo un ejército de palabras y frases ad hoc.

Bahía de cochinos
Batalla de Bahía de Cochinos, ¿otra laguna histórica?

José Martí, conocedor de estas inclinaciones que trajo en sus arterias el colonialismo español, llamaba a ganar la guerra en el campo del pensamiento, mientras acopiaba las armas y los hombres para la independencia. Era tan respetuoso aquel hombre, y tan honrado, que muchas veces ni siquiera decía el nombre de la persona con la que polemizaba, de manera que el lector se encontrara únicamente con los términos en debate. Lo que se hace hoy en Cuba es demonizar, al igual que en la colonia y antes de 1959, como escribiera Jesús Díaz.

Pero el régimen cubano va más allá de dar un rodeo y agredir por detrás a quien le plantea una crítica sobre el presente. La historia misma del país ha sido víctima frecuente de la censura, de un traspapelamiento de casi media centuria. El asunto no consiste ahora en calimbar con una expresión definitiva, pues lo que se pretende es exactamente lo contrario, es decir, desaparecer, excluir de cualquier dimensión temporal, hundir los hechos o sus protagonistas en la nada. El epíteto en este caso resulta contraproducente, dañino, revelador. Aquí lo eficaz es el silencio.

Todo lo que manche, desfigure o cuestione la historia posterior a 1959 debe meterse bajo mil llaves, en el sombrero de un mago de donde no pueda salir mientras el circo dé funciones y el sainete se mantenga. ¿Cuántos conocen en Cuba, por ejemplo, la historia de las pandillas y el pistolerismo universitario, varios de cuyos protagonistas fueron después connotados revolucionarios? En esos sucesos hubo muertos y heridos. Esta historia es tecla con comején, y es preferible no tocarla.

Compilaciones, antologías y diccionarios están llenos de ausencias. Les faltan nombres principales porque discreparon del sistema o, sencillamente, decidieron abandonar el país. Sucede con poetas, narradores, músicos y artistas en general. Sucede incluso con los héroes. Con personas que pusieron en peligro su vida para salvar a la revolución que después les negaría la existencia, les enmudecería el gesto trascendente.

¿Cuántos conocen en Cuba a Jacques Lagas, piloto que fue nombrado capitán de la fuerza aérea por decreto presidencial y luego recibió el lauro de "Héroe de Playa Girón"? ¿Cuántas veces en los libros o en las decenas de artículos que cada año se escriben en recuerdo de la efeméride se menciona a este chileno que entonces creyó ver que en Cuba nacía algo distinto y luminoso? ¿Por qué se le esconde a la juventud?, que se supone debe amar a los héroes que defendieron la revolución.

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