www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Barcelona: Indianos
Bacardí, Sitges, Güell: ¿Generarán los actuales inversionistas españoles en Cuba la riqueza cultural de sus antecesores?
por MANUEL PEREIRA
 

Aquí llamaban "indianos" a los que volvían enriquecidos de América o de las Indias. A lo largo del siglo XIX aquellos nuevos ricos —y sus descendientes— conformaron el perfil definitivo de Barcelona. Por ejemplo, casi todo el capital inicial de los 16 nuevos bancos que aquí se abrieron entre 1881 y 1882 —más otros doce en capitales provinciales de Cataluña— procedía de Cuba.

Melia Habana
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Por si fuera poco, en 1862, el segundo submarino de Narciso Monturiol fue financiado en parte por especuladores catalanes instalados en Cuba, y las fantasías arquitectónicas de Gaudí también fueron posibles gracias a la Isla, donde el padre de su mecenas —el empresario textil Eusebio Güell— acumuló su fortuna hacia 1830.

De modo que cuando paso por el Palacio Güell, o por el Parque Güell, o por la Finca Güell, siempre siento que —en alguna medida, aunque sea mínima— son monumentos cubanos. Y lo mismo experimento cada vez que veo la réplica del submarino de Monturiol, en el Port Vell, delante del Imax.

Pero donde más y mejor se advierte la impronta de los indianos es en la Casa de Xifré, a pocos pasos del puerto. Josep Xifré i Casas fue un indiano catalán que se hizo rico exportando café, cuero y azúcar de Cuba a Estados Unidos. Si observamos los bajorrelieves de terracota que decoran el friso de su mansión —en cuya planta baja está el carísimo restaurante Las Siete Puertas—, descubrimos querubines cargando caña de azúcar, sacos de café o tabaco en hoja. También hay cornucopias llenas de plátanos, mulatas enturbantadas o indias con penachos de plumas. Son alegorías edulcoradas de la esclavitud en Cuba, y de toda esa imaginería emana a veces un cierto erotismo tropical que se repite en otras fachadas de Barcelona.

Pero los indianos son algo más que reliquias fosilizadas. En la última década del siglo XX renacieron en toda España y en Barcelona. Esa resurrección tuvo lugar casi cien años después del hundimiento de la flota del almirante Cervera en el puerto de Santiago de Cuba, y parecía como un desquite.

Esta vez los neoindianos volvieron a la Isla atraídos por una nueva fiebre del oro: la inversión hotelera o turística en Cuba. ¿Cuántos nuevos Xifrés no han invertido en el sector turístico cubano durante la década del noventa, y cuántos nuevos naborías no se han visto obligados a trabajar por salarios de miseria en la "siempre fiel" isla de Cuba?

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