www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de noviembre de 2003

 
   
 
La Habana: De príncipes y vanidades
Aunque oficialmente no existe la prensa rosa, la noticia del noviazgo del futuro Rey de España con una periodista de televisión corre de boca en boca entre la gente de la Isla.
por TANIA QUINTERO
 

El Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, es tan famoso en Cuba como David Bisbal y Chenoa, Pedro Almodóvar y sus filmes, Ana Belén y Víctor Manuel, Serrat y Sabina, Jesulín y María José, las hermanas Flores, Florentino Pérez y su club de galácticos, la Pantoja y el ex alcalde de Marbella, y Ana Botella, su marido, su hija y su yerno miope.

Don Felipe y Doña Leticia
Felipe de Borbón, Letizia Ortiz.

Son famosos gracias a las revistas del corazón, desde Hola a Diez Minutos, todas tenidas a menos por los ideólogos oficiales, pero que la gente se las arregla para traer a Cuba, y después venderlas, alquilarlas o prestarlas. Estas publicaciones españolas son las principales competidoras de otras que circulan semiclandestinamente: Vanidades, Cristina, TV Novela y Marie Claire, entre otras editadas en castellano.

En el ámbito subterráneo de la literatura rosa pueden encontrarse novelitas de amor y de vaqueros, y también bestsellers, policíacos o de espionaje, biografías y libros enjundiosos como Los pilares de la tierra, y místicos como El alquimista, del brasileño Paulo Coelho.

El aumento de internautas locales ha contribuido a acrecentar la afición por informaciones banales en sitios donde la chismografía es su fuerte. La vía más seria suele ser la onda corta: al menos en las emisoras que más se escuchan en Cuba no dedican mucho tiempo al mundo de los espectáculos y las lentejuelas, afortunadamente.

Radio Exterior de España es una de las que tiene más oyentes en la Isla y allí, como es de suponer, fue titular el anuncio del compromiso del Príncipe de Asturias con Letizia Ortiz Rocasolano, de 31 años, periodista de Televisión Española, procedente de clase media y que ya pasó a ser llamada de doña.

A los cubanos les gusta el drama y el melodrama. Muchos son fieles a lecturas de Corín Tellado, y como buen latino, el pueblo cubano adora ver telenovelas. Mientras más folletinescas, mejor (ello explica la catarsis provocada por La esclava Isaura en 1984).

En 1959 parecía que por gusto a las novelas —entonces radiales— quedarían atrás, pero no. Unos 45 años después seguimos siendo fieles herederos de la tradición que en los años cuarenta y cincuenta inició el santiaguero Félix B. Caignet.

El autor de El derecho de nacer no sólo hizo época en su patria, sino que marcó el punto de partida de los actuales culebrones, producidos en México, Brasil, Venezuela y Colombia, y que ponen a llorar a europeos, asiáticos y hasta australianos.

El noviazgo del heredero de la corona española y la futura Princesa de Asturias ha causado en España y en otras naciones iberoamericanas el mismo revuelo que años atrás causara el romance entre la actriz Grace Kelly y el príncipe Rainiero de Mónaco. Es lógico: don Felipe es uno de los solterones más codiciados de la nobleza europea, pero para el cubano de a pie, agobiado por la lucha diaria y la supervivencia, es grato el sabor dulzón que dejan las historias de amor, reales o ficticias. Porque en Cuba tampoco se puede vivir sin fantasía.

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