www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
   
 
La Habana: Hasta la vista Internet
por IVáN GARCíA
 

¿Por qué si el gobierno dice que somos el país más democrático del planeta, nos coloca una venda para que no naveguemos por Internet? La pregunta no la hace un disidente, ni siquiera alguien que odia al régimen de Fidel Castro. Viene de un joven desaliñado, con su pelo teñido de rubio, una camiseta estrecha y zapatillas onda retro. Se llama Yoel Cervantes, tiene 22 años y cursa el cuarto año de Historia del Arte en la Universidad de La Habana.

PC
Internet en Cuba: ¿un fenómeno del pasado reciente?

Al pie de la escalinata de su centro de estudios, Yoel y un grupo de seis amigos hablan de libertades y sueños. Tecnología y futuro. Todas ellas palabras obscenas en la Cuba del siglo XXI. Aunque el 24 de enero de 2004, fecha en que se anunció una ley que prohíbe navegar por la red de redes sin permiso oficial y el pago, en caso de que puedan hacerlo, en dólares. Yoel y su pandilla eran privilegiados. El padre del estudiante vive hace 17 años en Québec, Canadá, y le había regalado hace cuatro un PC Compaq con un sistema operativo Windows 2000. Ahí comenzó para Yoel la furia por Internet.

Compraba tarjetas a 15 dólares en tiendas oficiales o en el mercado negro. En este último, el único eficiente que existe en la Cuba del tercer milenio, por $30 (780 pesos), el salario de dos meses de un profesional. Se enganchaba a uno de los tres servidores que funcionan en la Isla y a navegar se ha dicho.

La pasión creció y el grupo de amigos pasaba los fines de semana entre jugos de naranja y la red. Nada político ni "contrarrevolucionario". No. Ni siquiera han leído el texto del Proyecto Varela, del opositor Oswaldo Payá Sardiñas, y no saben a ciencia cierta por qué este año el gobierno ha puesto tras las rejas a 75 disidentes pacíficos. El único pecado de Yoel y su banda de internautas fue, en una noche cualquiera y por causa del azar, descubrir en el sitio de Encuentro en la Red que existe un poeta llamado Raúl Rivero, quien ahora mismo y por decreto gubernamental está preso por 20 años.

A Yoel, amante de la poesía, le deslumbraron los textos coloquiales y directos de Rivero. Y claro, se preguntaba qué hace un poeta de su talla encerrado en la prisión de Canaleta, en la provincia de Ciego de Ávila.

Además de piedad, surgieron preguntas y respuestas y muchas dudas y preocupaciones (si a la revolución la apoya la mayoría, ¿por qué somos implacables con los que difieren con nuestras ideas?). Nadie del grupo supo contestar.

Fidel Castro, a quienes admiran sin fanatismo, se les antojó algo así como una trampa. Pero prefirieron abandonar el debate político, en el que la pandilla no era muy ducha, y se fueron a lo suyo: navegar por los sitios de música, cine y libros. Hacer visitas virtuales al Museo de Arte Moderno de Nueva York o al del Prado de Madrid. Pero ni eso ya pueden hacer desde el 24 de enero pasado.

Aunque ETECSA, la compañía de comunicaciones con capital mixto italo-cubano, anunció para calmar las denuncias de medio mundo que la ley no entrará en vigor hasta nuevo aviso, ya para Yoel y su banda el acceso a la web es casi imposible.

La conexiones ilegales son sancionadas y en las tiendas por divisas ya no venden tarjetas para navegar por Internet. ¿Qué hacer? "Apagar el PC o dedicarse a jugar", dice Yoel con enfado y se vuelve a preguntar de qué libertades habla el gobierno cubano.

Bueno, precisamente por hablar y escribir de este tema, ha habido en 45 años de revolución miles de presos y no pocos muertos. La palabra quema. Por tanto, los jóvenes como Yoel, que buscan información como personas sedientas, lo que anhelan es navegar sin trabas. Hay algo cierto. Los gobiernos cerrados saben que abrir el libre flujo de información crea algunas preguntas y muchas dudas.

Es más fácil gobernar cuando se controla la información, y por supuesto Internet. La red sólo para los leales al régimen, y que médicos, científicos y otros rastreen los últimos avances de la ciencia en las podridas sociedades de consumo.

Al llegar a casa, a ver las mesas redondas por televisión, nada de navegar por Encuentro en la Red o la página de Radio Martí, que el gobierno bloquea a cal y canto. Conclusión: la verdad es la que difunden nuestros medios, no hay otra.

Sucede entonces que este control absoluto despierta desconfianza en personas como el estudiante Yoel Cervantes, que pregunta con insistencia de qué lado está la verdad.

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