www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
   
 
Miami: De la independencia al éxodo
Hambre, muerte, fuga y el mejor fútbol del Caribe: el saldo más visible de la nación más vieja de Latinoamérica.
por EMILIO ICHIKAWA MORíN
 

Este año 2004 carga en su calendario de celebraciones los dos siglos de independencia de Haití. Si la independencia fuera un valor en sí mismo (y no un medio para objetivos mayores), los haitianos deberían estar muy contentos de su historia y, en consecuencia, celosas de su madurez las demás repúblicas latinoamericanas.

Haitiano-americano
Haitiano-americano en el 'Pequeño Haití' de Miami.

Sin embargo, es preocupante el saldo que ofrece hoy esa nación que, casi por automatismo, es señalada inequívocamente como la más pobre de la región. Un país con una música y un arte pictórico impresionante, pero sumida en el hambre y la violencia política.

Mientras los dominicanos mueren ahogados en el Canal de la Mona para alcanzar en Puerto Rico una salvación migratoria, los haitianos, en cambio, tratan de escapar hacia la República Dominicana. Para colmo de males, Haití padece hoy una de las dictaduras más inclementes de la historia, aunque a nadie se le ocurra considerar a un fugitivo haitiano en términos de refugiado político.

Hace años, cuando Jean-Bertrand Aristide asomó a la vida política esgrimiendo una mística democrática, fue recibido con cierta simpatía por líderes e intelectuales del mundo. Se trataba de un hombre correcto según el patrón occidental, culto, de buenas maneras, conocedor de idiomas; cualidades que le permitieron ganar unas elecciones. Pero en su discurso de toma de posesión, al referirse al salario que se había fijado legalmente para el puesto de presidente haitiano, Aristide pronunció una frase que le delataba: "No necesito dinero. Trabajaré por mi país sin recibir un centavo".

El populismo y la arbitrariedad quedaban así anunciados: el político que no recibe un salario, seguramente deberá robárselo. Si no se sabe lo que gana un presidente, es imposible fiscalizar su acción. En efecto, Aristide se situó más allá del control y asesina hoy a sus opositores en las calles, opositores que, dicho sea, pueden llegar a ser tan violentos como él. Se espera ya un éxodo migratorio haitiano y un estallido social que los norteamericanos parecen querer contener negociando una permanencia del político en el poder.

Hambre, muerte, fuga y el mejor fútbol del Caribe: es el saldo más visible de una nación con 200 años de independencia. Los "estadistas" puertorriqueños y algunos anexionistas radicales tienen aquí una evidencia incontrovertible. El argumento de algunos jóvenes intelectuales boricuas resulta entonces comparativamente irrefutable: "Nosotros hemos resuelto el problema nacional al margen del problema colonial. No somos independientes en política, pero tenemos una cultura propia".

En el sur de la Florida existe una importante comunidad haitiana que celebra la cultura de su país y que no experimenta ninguna necesidad de regreso. Hace unos días, mientras acompañaba en un taxi hacia la Universidad de Miami al arquitecto Rafael Fornés, escuchábamos música y noticias en francés, lo que nos hacía sonreír por unas discusiones sobre el lugar de los cubanos en la demografía actual de Miami y Miami Beach.

En la ciudad de Homestead, situada en el sur del Dade County, existe una fuerte presencia haitiana. En la compañía de fabricación de naves Contender Boat, un notable grupo de haitianos labora con los cubanos entrando en una simbiosis cultural muy particular. Asombra constatar que, cualquiera de esos trabajadores, habla por lo menos media decena de idiomas: Creole, francés, inglés, español y… cubano.

La pasada semana, en el lobby del edificio de The Miami Herald, me entretuve mirando una exposición fotográfica dedicada precisamente al aniversario doscientos de la independencia de Haití. Me atrajo en primera instancia una foto del artista Carl Juste, donde predominaban los colores verde y naranja; estridente combinación que identifica, por demás, a los Dolphins y los Florida Marlins, equipos emblemáticos del estado.

Todas las fotos mostraban el dolor que asola a la nación más vieja de Latinoamérica; la de Juste, en particular, captaba el disloque mental de dos mujeres uniformadas en naranja, tomadas de la mano ante una pizarra verde donde aparecían unos versos, probablemente de Langston Huges. Los cito porque pueden referir parte del ambiente emocional que abruma hoy a esa isla cercana: "Hold fast to dreams/ For if dreams die/ Live is a broken/ winged bird/ That cannot fly/ Hold fast to dreams/ For when dreams go/ Life is a barren field/ Frozen with snow".

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