www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
   
 
La Habana: Tener FE
Remesas monetarias: ¿Salvación o fracaso de un largo experimento sociopolítico?
por LEONARDO CALVO CáRDENAS
 

Asumidas durante décadas como un elemento insignificante y marginal en el escenario económico de la Isla —dominado entonces por aquel espejismo de estabilidad y prosperidad que aportaban las relaciones con el extinto bloque del Este—, las remesas monetarias que los emigrados cubanos envían a sus familias en la Isla comenzaron a aumentar en monto e importancia cuando al avanzar la década del noventa sobrevino la crisis del modelo y el derrumbe de las ilusiones.

Western Junior
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Al quedar al descubierto el carácter parasitario de la "economía planificada" y con la desaparición de las otrora seguras fuentes de permanentes suministros y abultados subsidios, al gobierno cubano no le quedó más remedio que despenalizar la tenencia de la odiada moneda del enemigo y supeditar sus relaciones y desenvolvimiento económico al, por muchos años, rechazado imperio del dólar.

Pero como en el trópico nada es tan sencillo, lo que podía parecer un simple reordenamiento económico trajo serias y diversas consecuencias para nuestro país.

En primer lugar, gracias a la descubierta debilidad económica que padecemos, la despenalización, más que el justo reconocimiento de un derecho, redundó en la dolarización de la economía y de la sociedad, al punto que las cosas más elementales y necesarias para la vida se ofertan en dólares y lo que se vende en pesos cubanos casi se equipara al precio de la divisa norteamericana.

Se ha hecho tan determinante el dólar en la vida cotidiana que en los últimos años han proliferado en la Isla las farmacias —siempre estatales— donde se encuentran en divisa y a precios exorbitantes medicamentos tan necesarios como escasos. Baste señalar que cuando una opción recreativa se oferta en monedad nacional hay que aclararlo explícitamente.

La dolarización trajo también consecuencias de naturaleza humana y social. Ante todo, muchos cubanos que en el fragor de las polarizaciones políticas habían enterrado en el desprecio o el olvido a sus familiares exiliados se apuraron a resucitarlos para no caer víctimas de las penurias y carencias de los nuevos tiempos.

Ahora, como el único patrón, el Estado paga en una moneda y vende en otra; el bienestar, el disfrute y la prosperidad no dimanan del trabajo sino de la posesión de dólares que los cubanos tratan de obtener a como dé lugar. Por otra parte, si la principal fuente de obtención de la imprescindible divisa son las remesas familiares, teniendo en cuenta que menos del cinco por ciento de la emigración es de la raza negra, es evidente que amplios segmentos de la población cubana son víctimas de las privaciones y desigualdades que caracterizan la actualidad cubana.

El evidente desmoronamiento de la economía y los impedimentos jurídicos y estructurales para un normal desenvolvimiento de los cubanos, causados por la vocación monopolista e intolerante de las autoridades de la Isla, han provocado que hoy las remesas constituyan la primera fuente de ingreso de divisas al país y de un número considerable de familias "rentistas" que se desconectan de los referentes económicos y políticos del poder para esperar y disfrutar la dádiva familiar.

No tiene sentido alguno comparar el significado económico e impacto social de las remesas en Cuba con la manifestación del fenómeno en otras latitudes, fundamentalmente de América Latina. En ningún país la economía depende del dinero que envíen los que, por años, han sido expulsados, discriminados y jurídicamente invalidados.

Realmente, en los últimos años "tener FE" (familia en el extranjero) garantiza al menos la estabilidad e independencia material que ningún estatus laboral o social ofrece en Cuba, pero es preocupante que por tanto tiempo la referencia de solvencia y prosperidad no sea resultado del esfuerzo y talento de los ciudadanos. Es perjudicial para el futuro de la nación que tantos cubanos hayan crecido convencidos de que el origen del bienestar está en la suerte coyuntural de tener familiares en tierras lejanas.

Las remesas son para el gobierno un tema delicado y comprometedor. A estas alturas, sin ellas no puede sobrevivir económicamente, pero no se atreve a reconocer su impacto y trascendencia puesto que esto significaría admitir el fracaso de un largo experimento sociopolítico de triste destino y lamentables consecuencias.

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