Del Barrio Chino pasamos al Barrio Gótico con sólo cruzar Las Ramblas. Es como atravesar El Prado desde el Barrio de Colón para desembocar en La Habana Vieja. Advertimos un súbito contraste al transitar de una barriada a la otra, porque el ambiente licencioso reinante en el Chino desaparece tan pronto entramos en el Gótico. Ese contraste también es acústico, pues en el Gótico hay menos ruido que en el Raval, igual que sucede en nuestro casco antiguo, donde experimentamos un mayor silencio que en Centro Habana.

Barrio Gótico.

Luego está el abrupto cambio arquitectónico. De la absoluta falta de estilo del Barrio Chino pasamos a un territorio dominado por una de las estéticas más poderosas de la historia de las formas —el gótico—, mientras que otro estilo no menos poderoso —el barroco— se enseñorea de La Habana colonial.

Por eso, tanto en el Gótico como en La Habana intramural, se respira una atmósfera si se quiere un poco más "ascética". Y más cultural. Si le damos la vuelta a la Catedral de Barcelona, seguramente encontraremos en estas callejuelas medievales a algún músico ambulante ejecutando el adagio de Albinoni o el Canon de Pachelbel, y todo ello bajo la mirada petrificada de las gárgolas que en forma de elefantes o unicornios decoran la fachada posterior del templo.

Otro sitio mágico es el claustro con sus ocas, su chafariz y "el huevo que baila", pero no tenemos espacio aquí para enumerar todos los asombros que nos depara este barrio. Baste decir que la Ciudad Condal atesora la mayor cantidad de gótico concentrado de España, casi tanto como Venecia.

El gótico nunca llegó a Cuba porque cuando la Isla fue descubierta ese estilo empezaba a ser rápidamente abandonado en Europa para ser sustituido por la arquitectura renacentista. Que yo recuerde, en La Habana hay dos estructuras de apariencia ojival: el templo del Sagrado Corazón, en la calle Reina, y la Iglesia del Ángel, en la Loma del mismo nombre. Pero en realidad son iglesias neogóticas.

A mí este barrio barcelonés se me antoja muy parecido a La Habana Vieja por sus calles estrechas describiendo recovecos, por los pasajes techados, por la escala humana de sus casas y establecimientos. Por ejemplo, cuando deambulo por calles como Portaferrisa pienso que estoy en la calle Obispo de mi niñez, cuando estaba llena de tiendas donde vendían artículos de oficina, librerías de viejo, peleterías, cafeterías, quincallerías y otros comercios de pequeñas dimensiones.