www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 1/2
 
Santiago de Chile: La anéctoda del 'agente'
por MIGUEL CABRERA PEñA
 

En reciente artículo publicado por Encuentro en la Red, se da cuenta de la utilización de informantes en tareas como el reabastecimiento de fosforeras (Los guardianes del fuego). El autor llega a decir que, por su número, no se sabe si Cuba está rodeada de agua o de informantes del gobierno.

Savimbi
Líderes angolanos en 1975. Al centro, Savimbi (UNITA).

Es vieja sabiduría que una anécdota puede decir más que mil palabras. En lo que sigue no queda otro remedio que involucrarse personalmente, con el propósito de reflejar la obsesión del régimen cubano por extraer información, incluso de sus mejores aliados. En el caso de Angola, Fidel Castro propagaba que el respaldo isleño tenía fundamentos de sangre, pues habían desarrollado y desarrollarían batallas conjuntas contra la oposición interna y contra Pretoria.

En octubre de 1986, llegué a Angola en la doble condición de profesor de la escuela de periodismo de Luanda y de corresponsal de Radio Habana Cuba. Además de lo que esto último significaba en cuanto a intensidad de trabajo —por ser Angola país en guerra que generaba noticias a diario—, cubría desde allí todo el cono sur del continente, en época en que la rebelión del pueblo sudafricano propinaba golpes letales al apartheid. Como profesor tenía que impartir —y preparar desde luego— 20 horas de clases semanales. Si alguien andaba escaso de tiempo era yo. Entre mis tareas incluí viajes al sur del territorio, donde el conflicto se desplegaba más interesante e intenso.

Uno de los primeros personajes que conocí en aquel lejano país fue el agente que me atendería, un guajiro camagüeyano amable y amante del vino gratis al que yo —y no él— tenía derecho. Esta diferencia era consecuencia de haber llegado al país por convenios diferentes con Luanda. Se me presentó sin ambages y envolviendo en una semisonrisa la realidad inobjetable: todos los periodistas cubanos allí estaban en la obligación de trabajar para la Seguridad del Estado.

Para ser sincero, no me acosó con la entrega de información desde el principio. Pensé —candidez imperdonable— que había advertido que con la mole de trabajo que tenía que resolver diariamente, me resultaba imposible andar sacándole de la lengua a los funcionarios del Comité Central del MPLA (Movimiento Popular para la Liberación de Angola), partido único en el poder. Mi zona en este ámbito radicaba en el Departamento de Propaganda, responsable por mi labor pedagógica.

En verdad, los "camaradas" encargados de aquel departamento se interesaban en asuntos más importantes que yo y dar con ellos constituía una auténtica odisea, incluso para tratar sobre las clases. Para colmo de males, no tenía "asignado" automóvil, en un país donde el transporte público literalmente no existía.

Al cabo de algunas semanas, sin embargo, el agente comenzó a presionarme y yo a explicarle que no podía caerle atrás a los funcionarios del MPLA, porque, sencillamente, carecía de tiempo para ello.

"Cuando termine mi misión —le explicaba—, los angoleños me evaluarán como profesor y en Radio Habana Cuba como periodista. Eso será lo que aparecerá en mi expediente laboral y no la estimación que ustedes me guarden como un agente que no soy".

Nuestra relación, que comenzó fácil y risueña —vino de Oporto mediante—, cambió. Llegó a convertirse en una verdadera persecución. Si lograba verlo cuando asomaba por el parqueo del hotel donde yo residía, me apuraba a esconderme o le indicaba a algún amigo que le dijera que no estaba.

Lo gracioso del dilema consistía en el conocimiento de muchos cubanos allí de que su función era espiar y que me necesitaba como una especie de herramienta. Tampoco faltó el cómplice que me avisara: "¡Por ahí viene 'el guajiro'!". Nuestra relación oscilaba sobre la seriedad, la amenaza y el relajo.

1. Inicio
2. Pero aquellas evasiones...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
México D.F.: Entre México y Cuba, una sola raíz
MIGUEL COSSíO WOODWARD
Barcelona: Cuba Ocho
MANUEL PEREIRA
La Habana: El gran latifundio
LEONARDO CALVO CáRDENAS
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir