www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 1/2
 
Barcelona: Escatología
Cuba y Cataluña: Dos pueblos que comparten una obsesión por lo excremental.
por MANUEL PEREIRA
 

Una de las correspondencias más curiosas entre Cuba y Cataluña subyace en el inconsciente colectivo. Me refiero a la obsesión escatológica que comparten ambos pueblos. No hace mucho un amigo cubano exiliado estaba tan deprimido que me dijo: "ya ni siquiera puedo cagar con ilusión". ¿Por qué escogió el verbo "cagar" cuando podía haber dicho "comer", "bailar", o cualquier otra cosa? Esa elección no era un simple lapsus línguae, sino algo que iba más allá del acto fallido freudiano. Era vocación escatológica en estado puro.

Caganer
El Caganer (Cataluña).

El gusto de los catalanes por lo excremental está ampliamente documentado. Basta citar el viejo adagio que dice: "menjar bé i cagar fort/ I no tinguis por de la mort" (come bien y caga fuerte y no tengas miedo a la muerte), o comprobar que en su repostería no faltan mazapanes de color marrón que simulan heces. Para los catalanes lo escatológico es un poco lo que la muerte para los mexicanos, quienes llegan a comer dulces en forma de calavera. La mierda y sus diversas connotaciones aparecen en la poesía catalana del siglo XIII, así como en la obra de Miró y de Dalí.

En Navidades, los niños de esta parte de España le pegan al tió para que "cague" regalos. El tió es un leño o tronco que está lleno de chucherías, caramelos, como una piñata. Cuando golpean con palos estos leños huecos los niños gritan: ¡Caga, tió, caga! (¡Caga, tronco, caga!).

Por si fuera poco, los arroyos que cruzaban la Barcelona medieval se llamaban el Merdançà (río de mierda) y el Cagalell (cagarruta), éste último quedó sepultado cuando construyeron encima Las Ramblas. No en balde "Rambla" es palabra árabe que significa "lecho de río" o "arenal". Aquel torrente se convirtió en un foso, luego en una alcantarilla en tiempos de Jaime I. Mucha gente no sabe que al pasear por Las Ramblas en realidad camina por encima de un río de aguas fecales que desembocaba en el mar, y que estuvo lleno de trastos viejos y excrementos hasta finales del siglo XVIII.

Pero el símbolo más evidente de esta fascinación catalana por lo excrementicio es esa figura llamada el Caganer, que visita los pesebres en Navidad. El Caganer es el Cagón y representa a un individuo con el gorro rojo catalán, o barretina. Acuclillado, con los pantalones bajados, está defecando. La artesanía popular ha desarrollado infinidad de versiones de este sujeto. Los hay de todos los tamaños, en yeso, en barro, en cartón. Incluso algunos los coleccionan y hasta se organizan solemnes exposiciones de caganers, como la realizada en 1989 en el Museo del Juguete de Figueres.

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