www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 1/2
 
Santiago de Chile: Los desaires de La Moneda
Unos días antes de la reunión de derechos humanos en Ginebra, Felipe Pérez Roque sufrió el peso de la indiferencia por parte de la alta política chilena.
por MIGUEL CABRERA PEñA
 

¿Cómo votará Chile respecto a Cuba en el próximo cónclave de derechos humanos en Ginebra? La respuesta, desde luego, está por descifrarse, pero algunas sendas y acciones políticas quizá permitan abrir vía firme en el terreno de los vaticinios.

G. Gaspar
Gabriel Gaspar, subsecretario chileno de Guerra (izq.).

En Chile se conoce bien a Felipe Pérez Roque, el inefable canciller cubano. La prensa ha abordado su vertiginosa carrera en más de una ocasión. Los errores de análisis y reseñas resultan en verdad desestimables.

Aquí se sabe que diplomáticos y periodistas extranjeros solían llamar "talibanes" al grupo al cual perteneció Pérez Roque, por su paso directo de las aulas al núcleo de poder en la Isla. Y se les calificaba de tal manera porque en general "son tan ortodoxos para interpretar la revolución, como los estudiantes afganos para leer el Corán".

Recientemente Pérez Roque estuvo en Santiago, en una escala técnica de nueve horas hacia Paraguay. Comentaristas aseguran que sufrió el peso de la indiferencia por parte de la alta política chilena, a pocas semanas de la reunión de derechos humanos en Ginebra. Otros personajes extranjeros, incluso de escasa representatividad, han sido objeto de la mayor atención de la jerarquía nacional.

Si por el hilo se saca el ovillo, como dice el proverbio, también puede colegirse, por este trato, la próxima votación del gobierno de Ricardo Lagos en la ciudad suiza. En las ocasiones en que lo ha hecho (2000, 2002 y 2003) ha condenado la violación de los derechos humanos en Cuba, una consecuencia digna de imitación.

A pesar de que previamente a su llegada, el 29 de febrero pasado, envió un mensaje al presidente Lagos —donde se hablaba de que en Cuba "queremos una rectificación" del voto chileno—, la autoridad en la nación austral decidió ignorar los términos de la misiva, de la cual apenas se supo.

Como en La Moneda, muchos están enterados aquí de que Pérez Roque goza del máximo de confianza de que Castro es capaz de depositar en uno de sus personeros. Le llaman, por cierto, "el favorito de Fide".

Antes del mensaje, ya la cancillería cubana había avisado del arribo del jefe de la diplomacia isleña. No hubo sin embargo repercusiones perceptibles. Funcionario alguno del Ministerio de Relaciones Exteriores fue a recibir al titular extranjero en el aeropuerto.

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