www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
   
 
Canarias: Rehenes e ilusiones
¿Convencer a Castro de que deje de ser Castro?
por MANUEL DíAZ MARTíNEZ
 

Es natural que nos alegremos, y mucho, de la liberación del poeta y periodista Raúl Rivero y de otros disidentes encarcelados por el régimen castrista. Y es lógico que estemos agradecidos a todos los demócratas que en diversas partes del mundo se movilizaron para conseguirla, entre los cuales figuran escritores, periodistas, parlamentarios y hasta dos presidentes de Gobierno españoles: José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero.

R. Rivero
Raúl Rivero, tras ser excarcelado.

Pero la alegría por ver en la calle —aunque con unos llamados "permisos extrapenales" que los mantienen sujetos a sus condenas— a esos valiosos cubanos no debe inducirnos a abrigar ilusiones acerca de cambios en la conducta y la moral del régimen. El hecho de que la liberación de Rivero y sus compañeros se deba a razones políticas coyunturales —de la misma manera que a razones políticas coyunturales se debió su encarcelamiento— está demostrando que Castro sigue fiel a su costumbre de gobernar mediante la represión y de utilizar a sus presos como mercancía de trueque, prácticas que revelan el esencial desprecio que siente hacia toda norma democrática.

Recordemos que en 1991 dijo en un congreso de su partido que el pluripartidismo es una "pluriporquería". No hay motivos para pensar que ha cambiado de opinión ni que lo hará.

Aparte de los más de 300 presos políticos que permanecen en las penitenciarías cubanas (entre ellos 61 de los condenados en abril de 2003), por cuya libertad hay que continuar batallando, el régimen no ha tardado en reabastecer su stock de rehenes. Todavía Rivero no lleva dos semanas fuera de la celda y ya el Tribunal Provincial de La Habana ha ratificado las sentencias de prisión, por cuatro meses y tres años respectivamente, dictadas contra José Lorenzo Pérez Fidalgo y Alexis Triana Montesinos, miembros del Movimiento Liberal Cubano, ilegal como todos los grupos de  oposición existentes en la Isla. Razón le sobra al líder de este movimiento, León Padrón Azcuy, cuando denuncia que "el gobierno cubano ha ratificado su política agresiva contra aquellos que pensamos diferente".

Un despacho de Reuters fechado en La Habana hace pocos días aporta otra prueba en contra de las ilusiones de quienes han hecho una lectura optimista de las últimas excarcelaciones de opositores. Reuters informa de que el gobierno cubano negó el permiso para salir del país a Elizardo Sánchez Santacruz, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, quien fue invitado por el gobierno francés a un acto de derechos humanos, en París, presidido por el presidente Chirac.

Además de violar un derecho universalmente reconocido —el de toda persona a salir de su país y regresar a él libremente—, Castro ha dado una bofetada al gobierno francés en el momento en que Chirac se declara partidario, junto al ejecutivo español, de suprimir las sanciones de la Unión Europea a Cuba y entablar un diálogo "constructivo" con La Habana. Un diálogo para convencer a Castro de que deje de ser Castro. ¡Vaya, vaya!

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