www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
   
 
Habana por siempre
Más destruida que nunca, la otrora villa de San Cristóbal cumple hoy su aniversario 485 de fundada.
por IVáN GARCíA, La Habana
 

La Habana llega desarreglada a su aniversario 485. La mayoría de sus calles y avenidas repletas de baches, salideros de agua, viviendas deterioradas, falta de pintura y una infraestructura de espanto.

La Habana
Habana Vieja: imagen de la destrucción.

La antigua villa de San Cristóbal de La Habana, fundada el 16 de noviembre de 1519, tiene la cara triste. No ha sido mucho lo que en estos 46 años la revolución de Fidel Castro hurtó a la capital de todos los cubanos.

Pero La Habana se deja querer. A pesar de no ser ya una ciudad ostentosa ni coqueta, este trozo de la geografía cubana es el punto central de las nostalgias de muchos exiliados cubanos, nacidos o no aquí. Si preguntan por La Habana al arquitecto Nicolás Quintana, quien reside en la Florida, se verá cómo sus ojos se llenan de lágrimas. O al escritor de Gibara, Guillermo Cabrera Infante, quien hace más de 30 años vive en Londres y que ha escrito —según los entendidos— algunas de las mejores crónicas de la ciudad.

Cómo recordar al escritor Alejo Carpentier, quien inmortalizó las columnas y portales habaneros.

Son casi dos millones de los nuestros que por ese fatalismo político llamado Fidel Castro se han visto obligados a separarse de su país y, sobre todo, de La Habana. Caminar por 23, el Paseo del Prado, levantar la cabeza y observar el Capitolio, sentarse en el muro del Malecón, recorrer las callejuelas empedradas de Obispo y O'Relly, ver un juego de béisbol entre Industriales y Santiago de Cuba, gritando hasta la locura mientras el queso derretido y caliente de una pizza infame nos quema los dedos, es recorrido habitual de los habaneros, pero resulta un registro olvidado de otros habaneros, de otros cubanos que por ahora no están.

Lo que no debió ser

El régimen le ha desfigurado el rostro a la otrora capital más bella de América. Incluso, Miguel Coyula, al frente de la Oficina de Desarrollo para la Ciudad, lo reconoce y admite que la revolución nunca llegó a La Habana. Todo lo contrario, el aporte arquitectónico ha sido desastroso. Ciudades satélites feas e impersonales como Alamar o Mulgoba; hoteles de fachadas como el Meliá Cohíba o el Parque Central. De estos últimos el arquitecto opinó: "Los eliminaría del paisaje habanero sin que me tiemble la mano".

Obras como la embajada rusa en La Habana o el hospital Hermanos Ameijeiras son altamente intrusivos en la zona donde fueron construidos.

La Habana, en este siglo XXI, ha copiado lo peor de la arquitectura capitalista. Centros comerciales desabridos, cafeterías en dólares climatizadas y cerradas a cal y canto, a pesar de ubicarse a tiro de piedra del Malecón habanero. Diseños constructivos que no se intentan hace 20 años en ningún país que respete sus tradiciones.

Si usted quiere ver el fracaso de la revolución cubana, recorra La Habana. Es el ejemplo más palpable de todo lo que no debió hacerse. Quizás se salve la loable reconstrucción de la zona antigua de la ciudad, por parte del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal.

La Habana es como una joven bonita que anda siempre sucia y despeinada. Pero así y todo es el símbolo de los cubanos de adentro y de fuera. Para la diáspora, la ciudad es parte de sus vidas. Quiera Dios que algún día regresen a pisar sus calles y cantar bolerones en las barras de sus bares. Entonces, el futuro de la ciudad podría ser otro.

Recuerdo que hace un tiempo un periodista oficial preguntó a Coyula cómo sería La Habana cuando la revolución cumpliera 100 años, y este, de forma inteligente, respondió que para esa fecha La Habana sería la ciudad "que nos merezcamos tener".

Resulta obvio que el régimen de Castro ya perdió la mitad del tiempo. Y La Habana sigue cuesta abajo.

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