www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
   
 
México: Pena sobre pena y pena
Ley Mordaza en Venezuela: ¿Podría ser condenado el propio Chávez por apología del terrorismo?
por ELISEO ALBERTO
 

Atahualpa Yupanqui lo dijo mejor que nadie en una milonga donde cuenta los motivos de su honda melancolía: "La sangre tiene razones/ que hacen engordar las venas./ Pena sobre pena y pena,/ hacen que uno pegue el grito:/ la arena es un puñadito/ pero hay montañas de arena".

Ley mordaza
Protestas contra la Ley Mordaza.

En bajísima proporción, por mis venas deben correr glóbulos rojos caraqueños, peloteados entre blancos glóbulos catalanes, franceses, asturianos, argelinos y gallegos, lo cual no es extraño en cubanos de nacimiento, porque, para nosotros, el corazón no es más que una humeante cazuela de ajiaco.

La culpa de mi enojo la debe tener ese hilillo sanguíneo, sin valor de uso alguno, que me conecta con los ilustres abuelos de mis tatarabuelos venezolanos, aunque en verdad basta y sobra mi confeso fervor por la palabra, la literatura y el periodismo para repudiar sin tapabocas la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión que recientemente aprobara la Asamblea Nacional de Venezuela.

El presidente Hugo Chávez, un militar sin imaginación y sin mesura, celebró la noticia con antipática alegría y prometió hacer efectiva la resolución a las buenas o a las malas, pésele a quien le pese. Los 85 representantes de la bancada oficialista garantizaron la mitad más uno de los 165 votos en disputa.

Hecho el conteo, los simpatizantes de Chávez desplegaron ante las cámaras de las televisoras una manta que ponía el dedo en la llaga: "No a los Golpistas". Así, el desafío quedaba preso entre barricadas políticas.

Los impulsores originales de la legislación, rebautizada como Ley Mordaza, han afirmado que se buscaba "alentar mayores estándares de calidad en la producción de contenidos, proteger a los menores de edad de escenas de sexo y violencia, así como democratizar el acceso al aire", hasta ahora controlado por pequeños pero poderosísimos grupos mercantiles, sin duda contrarios al proyecto chavista de nación.

A los 150 artículos de la primera versión del documento, se agregaron a última hora otros 20 acápites que, a juicio de la oposición, apuntalaban "el carácter punitivo del nuevo instrumento legal".

Por supuesto que yo no creo en la pureza de los empresarios privados ni en la bondad de los líderes partidistas que en muchas partes del planeta tienen la riendas exclusivas de un lanzacohetes, tan devastador como las redes de los medios masivos de comunicación. A los primeros, sólo les suele interesar el crecimiento del negocio, y a los segundos, la imposición avasalladora de la ideología oficial, sin derecho a posturas contestatarias. En el bando de los empresarios, no niego que hayan excepciones. Ojalá. En el otro, lo dudo. No existe tentación igual a la de ser mandarín o mandamás.

¿En qué quedamos?

La democracia, aun la imperfecta, es la única barrera que puede contener los excesos y las controversias de grupos irreconciliables pero con parejos derechos. La lección es válida para casi todo nuestro continente: en un país de partidos políticos desacreditados, sin tribuna para el debate sereno, entran al ruedo sectores extremistas que convierten la nación en una pasarela de modas o en una carnicería.

De ahí que algunos saquen a latigazos a los mercaderes de la politiquería que trastocan las instituciones en tiendas de remates donde la justicia social se oferta a precios de barata. Por limitantes de espacio, no entraré en las entrelíneas de una ley que, sin duda, tiene su talón de Aquiles en el carácter subjetivo de sus múltiples y contradictorias lecturas.

La vaguedad de la redacción deja tantas dudas sobre la mesa que, incluso, podría condenar al propio presidente. No hace mucho, el 3 de marzo de 1999, Chávez hizo pública una ridícula carta dirigida nada más y nada menos que a uno de los terroristas más nefastos de la segunda mitad del siglo XX, su "distinguido compatriota" Carlos Ilich Ramírez Sánchez, el temible Chacal, un playboy con cientos de muertos sobre las clavículas que cumple cadena perpetua en una cárcel de Francia.

La recién aprobada Ley Mordaza acierta al condenar todo aquello que promueva o justifique la violencia y el terrorismo. Chávez se despide del criminal con una frase esperanzadora: "Con profunda fe en la causa y en la misión, ¡por ahora y para siempre!". Y firma de puño y letra. Entonces, ¿qué? ¿En qué quedamos?

Permítanme terminar con la historia de mis tres glóbulos venezolanos y rojos. Mi abuelo materno, Sergio García-Marruz, era hijo de Bella Isabel Marruz, que a su vez era hija de Trinidad Betancourt. Trinidad era hija de Rita Alonso y Rita, la primogénita de Margarita Bolívar. Margarita era hermana de Juan Vicente Bolívar y Ponce, Marqués de San Luis, jefe del Batallón de Aragua y Coronel Perpetuo de La Milicia, padre de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, El Libertador. Sí, Atahualpa: puñadito a puñadito, hay montañas de razones.

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