www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
   
 
El gabinete de la doctora Molina
¿Es la ruptura de la neurocirujana con el gobierno sólo la punta visible de una conspiración médica en el Estado Mayor?
por NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Los Ángeles
 

¿Quién es esa doctora que aparece junto al Líder en fotografías antiguas, y qué secretos esconde? ¿Qué intrigas se fraguaron en la embajada argentina mientras las dos mujeres esperaban por una repuesta en la salita adornada con fotos de Macedonio Fernández, junto al teléfono mudo? ¿Es ella sola quien conoce el mapa del cerebro de Castro? ¿Habrá creado un golem? ¿Es Castro el verdadero Castro, o sólo un cyborg concebido en el Centro Internacional de Restauración Neurofisiológica (CIREN)? ¿Quiénes son los otros brujos que integraban la comisión de expertos en humanoides mecánicos? ¿Se estarán cultivando fetos castristas para la cosecha de células madres en algún estanque reproductivo del CIREN, las mismas células madres que "lo mantendrán sano y fuerte por muchas generaciones", según anunció recientemente su medico de cabecera?

Dra. Molina
Doctora Molina.

La ruptura de la doctora con el Partido, a raíz de la controversia sobre la mercantilización de la medicina, ¿fue la primera ocasión en que esta miembro de la Asamblea Nacional sintió cargos de conciencia? ¿Ningún otro hecho sórdido en nuestra historia clínica consiguió provocarle escrúpulos, crisis ético-peléticas, protestas solapadas o inconformidades últimas? ¿Es la ruptura sólo la punta visible de una conspiración médica en el Estado Mayor? ¿Existe evidencia de la creación de algún virus, plaga o epidemia que la buena doctora nos esté ocultando?

El programa bacteriológico cubano, ¿se encuentra en reposo, en estado latente, o clausurado por falta de recursos? ¿O continúa a toda marcha en algún laboratorio soterrado? ¿Debemos creerle a Carter cuando dice que en Cuba no se llevan a cabo experimentos bacteriológicos? ¿Es la pierna partida una prótesis electrónica capaz de auto-regenerarse? ¿Hay otros miembros falsos —además de los dientes postizos— de cuya existencia en el cuerpo místico del Líder no nos sea lícito conocer? ¿Es Fidel un androide, un clon, un muñeco biónico o quizás el Hombre del brazo de los seis millones de dólares, que alcanza a tocar las cancillerías y los corazones de todos los sudamericanos?

Y, las Madres de la Plaza de Mayo, que apenas han levantado un dedo a favor de esta madre amordazada, ¿estarán metidas también en la conjura? ¿Serán ellas también muñecas parlanchinas, que hablan cuando se oprime un botón en La Habana y callan cuando las desenchufan? Y los cubanos, ¿fuimos acaso conejillos de indias en un lavado de cerebro universal? Es lo que se infiere de nuestra catatonia, cuando aprobamos en masa —moviendo las cabecitas en mecánico unísono: ¡No más confrontaciones! ¡Que sean las cancillerías de Buenos Aires y Madrid las que resuelvan el asunto, las que decidan sobre la vida y la muerte de los nuestros! ¡Que sean los extraterrestres quienes consigan abducciones y canjes! ¡Que sea una visa el pasaporte a la felicidad!

Hemos devuelto a la Metrópolis, voluntariamente, el derecho de pernada que abolieran los héroes de nuestras guerras de independencia. Nuestra salud socializada nos ha puesto graves. Somos un híbrido internacional emitiendo seudópodos a los cuatro vientos.

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