www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/3
 
Lisboa: La caída de Salazar
En 1968, el dictador portugués Antonio de Oliveira Salazar cayó de una silla y quedó imposibilitado de gobernar… aunque nunca lo supo.
por MIGUEL RIVERO
 

El 3 de agosto de 1968, el dictador de Portugal, Antonio de Oliveira Salazar, disfrutaba de unos días de descanso en el Fuerte de Santo Antonio de Estoril, situado junto a la desembocadura del río Tajo.

Salazar
Dictador portugués Salazar.

Le gustaba tomar el sol en una silla de lona, en la terraza, y hacia allí se dirigió con las dos manos ocupadas, pues mantenía abierto Diario de Noticias. No calculó bien la fuerza del impacto de su cuerpo al dejarse caer en la silla, que se desvencijó, y su cabeza golpeó duramente contra el cemento. Corrieron los ayudantes a socorrerle y, aparentemente, nada grave había sucedido. Tenía 78 años de edad y había gobernado al país con mano de hierro durante 36 años.

Unos días después, sintió fuertes dolores de cabeza y fue internado en el Hospital de la Cruz Roja, que continúa siendo uno de los mejores de Portugal. Los médicos diagnosticaron que tenía un hematoma en el hemisferio izquierdo del cerebro y que era imprescindible someterlo a una intervención quirúrgica.

La operación duró dos horas. Fue redactado un boletín médico para ser leído ante los micrófonos de la Emisora Nacional. "El Presidente del Consejo de Ministros fue operado esta noche de un hematoma, con anestesia local, y se encuentra bien". La censura omitió del informe médico que se había tratado de una intervención quirúrgica intracraneana en el hemisferio cerebral izquierdo, para no alarmar a la población.

Consultado en Lisboa, un amigo cirujano explicó que resultaba "prácticamente imposible" que una operación de ese tipo, en aquella época, fuese realizada con anestesia local.

En los días siguientes parecía que Salazar se recuperaba, pero el 16 de septiembre, después de almuerzo, surgieron de nuevo fuertes dolores de cabeza y los médicos detectaron que se trataba de un nuevo derrame cerebral, esta vez en el hemisferio derecho.

El historiador Franco Nogueira, en su obra Salazar, el último combate, relata cómo ese día Salazar cae, inconsciente, en uno de los salones del Palacio de Sao Bento, sede de las oficinas y de la residencia del primer ministro portugués.

El 17 de septiembre, el entonces Presidente de la República, Américo Tomás, convocó al Consejo de Estado para informarle de que se había agravado el estado de salud de Salazar y quería escuchar opiniones acerca de su eventual sustitución. Tomás, un almirante de la Marina, había sido escogido por el propio Salazar para ocupar ese cargo, con funciones más bien protocolares. Pero la Constitución establecía que era el Presidente de la República quien nombraba al primer ministro, después de las elecciones en las cuales había un candidato único, que era el propio Salazar.

A los periodistas que siguieron todos aquellos acontecimientos les llamó la atención que Marcello Caetano estuviese en aquella reunión del Consejo de Estado, lo que no hacía desde hacía varios años.

En realidad, ya se enfrentaban dos corrientes dentro del gobierno y del partido único creado por Salazar (Unión Nacional) para la sucesión. Caetano era considerado un reformista y estaba apoyado por dos importantes ministros del gobierno, así como por otros dirigentes de la organización política.

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