www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
Miami: Exégesis de una caída
De la solemnidad política al choteo: ¿Cómo reaccionó el exilio ante el resbalón de Fidel Castro?
por EMILIO ICHIKAWA MORíN
 

"No tengo trono ni reina.../ pero sigo siendo el Rey".

Hace un par de días, Fidel Castro sufrió un lamentable accidente durante un acto de graduación efectuado en Santa Clara; en una de las escaleritas del complejo arquitectónico dedicado (literalmente) a "enterrar" la imagen de Guevara. Esta obra es, con todo derecho, una de las "ejecuciones" más feas en la historia del arte cubano.

F. Castro
Tras la caída: Tensión en el régimen, risas en Miami.

Mirando desde el suelo, asustado como un niño que ha roto el pantaloncito de "muselina" comprado por el padre en tiempos de miseria, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (primer secretario del Partido Comunista de Cuba, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros) le pregunta a una estatua del Che Guevara inspirada en el peor realismo socialista: "¿Voy bien Ernesto?"; a lo que el argentino parece responderle: "¡No seas boludo Fidel!".

Hace poco tiempo, decía, sucedió este lamentable accidente. Y voy a explicar ahora la intencionalidad y descarrío con que utilizo ese matrimonio de adjetivo con sustantivo.

Es "lamentable" porque, a fin de cuentas, se trata del destarre de un viejo. La caída fue realmente espectacular, estrepitosa, llegándole a rebotar la rodilla izquierda como si el piso la despreciara.

Como a la hora de la emulación nacionalista no hay distinciones políticas, por ahí andan diciendo ya que el papelazo del Comandante estuvo a la altura de la ridiculez cubana, que ni Franco, ni Trujillo, ni Pinochet, e incluso que ni Porfirio Díaz, les hicieron pasar una vergüenza semejante a sus compatriotas. Desgraciadamente, el ridículo del llamado "presidente cubano" es una cuenta que se nos pasa a todos.

Determinismo y omisiones

Hubo gente que, teniendo suficientes motivos para odiar a Castro, sintió un pasajero sentimiento de compasión. Esa refrescante sombra confirma dos cosas:

- Que hay capacidad de perdón en la gente.

- Que si no fuera por la cantidad de prisioneros y muertos que este medio siglo acumula, el castrismo pudiera ser repensado como una de las etapas más cómicas de nuestra historia.

Es también "lamentable" porque evidencia que el gobierno de Fidel Castro ni siquiera es ya una dictadura, es una suerte de tiranía gerontocrática donde los sets se suceden sin guión preciso ni seriedad. ¿Es realmente esa cosa verde que rodó por el suelo, quebrada ya su pata flaca y su brazo tembloroso, el tirano que los cubanos hemos pretendido poner a emular con Hitler, Mussolini, Stalin, Alejandro Magno, Atila y Gengis Kan?

Hay que ver que somos descarados.

Desde una perspectiva "determinista", que Laplace formulara sin concesiones, podemos establecer este principio general: todo evento tiene una causa. De ahí que la accidentalidad tiene un sentido relativo: hay, pues, una "causa" del derrumbe de Fidel Castro: el diseño de la escalerita, los astros, la CIA, vaya usted a saber. El evento sucedió por algo, o simplemente sucedió; las implicaciones que va a traer, si las trae, es otro asunto.

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