www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
La Habana: ¿Impuesto revolucionario?
El gravamen sobre el dólar destapa el enojo de los cubanos y pone contra las cuerdas la ya moribunda economía familiar.
por IVáN GARCíA
 

Santiago Pino, de 41 años, quisiera volar al planeta Marte. Ingeniero civil y padre de tres hijos, no ha tenido un buen día. El lunes 25 de octubre, Castro —enfundado en su anacrónica casaca verde olivo, con el brazo derecho inmovilizado y su rodilla derecha recién operada— anunció desde el Palacio de la Revolución una serie de medidas financieras que han caído como un mazazo sobre las personas como Pino.

Colas
Fila en las Casas de Cambio: ¿anticipación al impuesto revolucionario?

Sentado en la sala de su casa, este hombre se mece frenéticamente en su sillón carmelita y fuma como un poseso un cigarrillo tras otro. "Es un robo descarado al esfuerzo de los cubanos en el extranjero. Este impuesto revolucionario se me parece al que cobra la ETA militar a hombres de negocio en el País Vasco", dice indignado el ingeniero. Su hermano, que reside en la Florida hace 15 años, le envía todos los meses 150 dólares para intentar que su familia tenga una vida más digna.

"Ahora tendré que pagar 15 dólares de impuesto cuando haga el cambio por 'chavitos' (como se le conoce popularmente al peso convertible en Cuba). Imagínate, con los precios por las nubes, la carestía de la vida y ahora con menos plata. Son unos piratas", alega Pino con gesto peripatético.

Como él piensa Estela Román, una ama de casa de 67 años, que vive mejor gracias a los 100 dólares que le envía su hijo, un abogado que reside en Coral Gables, en la Florida. "Si a este impuesto canallesco, tú le sumas la falta de libertades, las carencias de todo tipo y los altos precios en las tiendas por dólares, te juro que quisiera morirme", apunta la anciana con rabia contenida.

De una forma u otra, algo más de un 60 por ciento de la población cubana recibe dólares producto de las remesas familiares. La CEPAL maneja cifras que rondan los mil millones de dólares anuales por este concepto.

Castro nunca ha publicado la cantidad que recauda anualmente en las tiendas de divisas. Pero son varios cientos de millones que su régimen necesita para poder mantenerse en el poder. A raíz de las nuevas medidas decretadas por la administración de George W. Bush, que recortan los viajes a la Isla de cubanos que viven en Estados Unidos y sólo permiten enviar 100 dólares por mes, además de que el Departamento del Tesoro está a la caza de cuentas poco transparentes del gobierno cubano y el lavado de dinero, Castro desató su vendetta.

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