www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
   
 
La Habana: Violación de derechos
El levantamiento de todas las restricciones por parte de los gobiernos de Cuba y Estados unidos sería muy beneficioso para el futuro de la Isla.
por MIRIAM LEIVA
 

"Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país", enuncia el inciso 2 del Artículo 13, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ratificada por casi todos los países, incluidos Cuba y Estados Unidos, aunque estos la acatan selectivamente.

Necesidad de viajar a Cuba
El cubanoamericano Carlos Lazo no puede visitar a su hijo enfermo en la Isla por las restricciones de EE UU.

No es necesario escribir mucho sobre la imposibilidad de viajar al extranjero de los nacionales del archipiélago cubano. Se conoce bastante que los cubanos necesitamos la "Tarjeta Blanca" o Permiso de Salida, el cual no se extiende a miles de personas a causa de sus convicciones políticas o por trabajar en ciertas esferas, como la salud pública.

Esa violación de derechos ha sido denunciada y condenada por personalidades de todas las tendencias ideológicas, religiosas, sociales y culturales.

Resultaría lógico pensar que los cubanos residentes en el extranjero, y a quienes el gobierno cubano no les priva del derecho de regresar a la Isla para visitar a sus familiares y amigos, puedan hacerlo sin restricciones de otros países.

No obstante, los cubanoamericanos o los cubanos residentes en Estados Unidos solamente pueden viajar una vez cada tres años. Si la anciana madre está muy grave; si se ha regresado como héroe de la guerra de Irak, o la familia padece las consecuencias terribles de un huracán, tendrán que resignarse a esperar, aunque no comprendan esa absurda política, la cual no daña al régimen que se regocija de poder echar una culpa más al "imperialismo norteamericano".

La prohibición a los norteamericanos de viajar a Cuba es más insólita aún. Se niega a los cubanos el contacto con las personas que más pudieran traer ideas frescas y evidencias sobre el ejercicio de la democracia y el respeto a los derechos humanos, siempre perfectibles pero incontestablemente existentes allí.

Proceden de un país con grandes oportunidades para todos, nacionales y extranjeros; donde se expresan libremente las opiniones y las personas se pueden manifestar públicamente en reclamo de los más diversos objetivos.

Por supuesto que el gobierno de Estados Unidos no tiene que temer la influencia nociva del régimen cubano sobre sus ciudadanos. Por el contrario, el intercambio de ideas podría contribuir mucho a la democratización de este pequeño, empobrecido y destruido país.

Sopesar los beneficios

Se esgrime la tesis de que la restricción de viajes tiene el propósito de impedir la entrada de dinero. En realidad, las autoridades cubanas se beneficiarían financieramente, pero habría que sopesar el beneficio que reportaría a la población, tanto desde el punto de vista de las ideas como de la economía familiar. Las autoridades cubanas temen tanto a ese intercambio, que procuran desestimular el turismo y lo consideran un mal inevitable. Su beneficio monetario a corto plazo se podría revertir rápidamente, más aún debido a las difíciles condiciones que enfrenta la población a causa de una crisis económica, política y social que se profundiza con las calamidades ocasionadas por la naturaleza, así como por la indolente y lenta respuesta gubernamental.

En estos momentos sumamente críticos para la población, inmersa en la resaca del huracán Dennis y la inminente amenaza de otro, el contacto entre las familias cubanas injustamente separadas por el sistema totalitario, aliviaría el dolor y las penurias. El intercambio con los amigos norteamericanos elevaría el prestigio de Estados Unidos.

El levantamiento de todas las restricciones para el intercambio y la hermandad entre vecinos tradicionalmente hermanados sería muy beneficioso para el futuro de Cuba.

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