www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 2/2
 
La Habana: Cuba, la reconciliación nacional
Desde el interior de la Isla, una visión del informe elaborado por el grupo de trabajo Memoria, Verdad y Justicia.
por ORLANDO FREIRE SANTANA
 

Llegar a todos los rincones

Los autores de "Cuba, la reconciliación nacional" decidieron no tomar en cuenta el embargo norteamericano, ni las expropiaciones llevadas a cabo por las autoridades cubanas. En el caso específico del embargo, algunos pudieran pensar que la omisión opaca el alcance del documento, debido a que esas sanciones económicas son una de las causas que esgrime el gobierno de la Isla para mantener la intransigencia frente a cualquier intento reformista. Sin embargo, estimo que ahí radica uno de los principales méritos del proyecto, puesto que no desvía la atención hacia el diferendo cubano-norteamericano, sino que la centra en el convite entre cubanos, eje principal de esta reconciliación política.

El propio gobierno castrista reconoce que la política del gobierno norteamericano hacia Cuba es rehén de los intereses de la extrema derecha del exilio cubano radicado en Miami. De acuerdo con esa óptica, ninguna administración estadounidense podría normalizar las relaciones con la Isla mientras una parte de las personas nacidas en Cuba —y por tanto, deseosas de participar en el futuro de Cuba, no importa donde residan actualmente— se vea excluida por motivos político-ideológicos. En consecuencia, si se resolviera primero el conflicto entre cubanos, y esa porción del exilio miamense participara en la vida política y económica de la Isla, no habría motivos para que persistiera la hostilidad de Washington. Ello también explica el porqué de las relaciones actuales de Estados Unidos con China y Vietnam, al propio tiempo de la enemistad con Cuba.

La situación me lleva a rememorar el dilema que se nos presentó en el tratamiento de la figura de Martí, cuando en el año 2003 dedicamos un ciclo de la revista Espacios a conmemorar el sesquicentenario del nacimiento del Apóstol. Allí debimos tomar partido ante esta interrogante: "¿Qué Martí necesitamos los cubanos, el de con todos y para el bien de todos, o el de la carta inconclusa a Manuel Mercado que pedía la independencia de Cuba para evitar que los Estados Unidos se lanzaran con esa fuerza más sobre las tierras de América?". En esa ocasión expresé que ambos nos eran necesarios, pero si debíamos establecer una primacía en el tiempo, no dudaba en inclinarme por el primero.

Por otra parte, el alcance de la reconciliación nacional llega hasta un asunto tan recurrente y sobremanera importante para nosotros, como lo es el establecimiento de la nación. Si nos atenemos a una opinión muy autorizada en la materia, la del pensador Jorge Mañach, la nación es la forma más definida de los pueblos, y cobra forma en la medida en que ellos adquieren, por la cohesión y la concordancia internas, un carácter y una conciencia colectiva. Para, a renglón seguido, definir que una nación sólo se constituye cuando existe una comunión de recuerdos y aspiraciones.

De tal modo, nos encontramos con que, en plena apoteosis de la globalización postmoderna y cuando el concepto del Estado-nación se tambalea ante el empuje integrador e interrelacionador de esta mundialización objetiva, el pueblo cubano no habría aún arribado a la nación.

Resulta evidente que el desencuentro político reinante entre los pobladores de ambos lados del Estrecho de la Florida imposibilita el acceso a esa comunidad de recuerdos y aspiraciones. Por ejemplo, ¿hasta cuándo una fecha tan trascendente para el país como el 20 de mayo, cuando llegamos al concierto de naciones libres después de treinta años de luchas en la manigua —cierto que con limitaciones y manquedades, pero como dijera Máximo Gómez cuando izaba la bandera de la estrella solitaria, "al fin hemos llegado"—, va a dividir irreconciliablemente a la familia cubana considerando los matices ideológicos?

Por ello, aprecio que la importancia del proyecto "Cuba, la reconciliación nacional", elaborado por el grupo de trabajo Memoria, Verdad y Justicia, no disminuye con el tiempo, más bien se acrecienta. Si alguna objeción hubiese que realizar, no sería precisamente a los autores del mismo, sino a los que entorpecen su difusión atrincherados en las posiciones del enfrentamiento y la intolerancia. Como cubano que vivo dentro de la Isla, creo que sería de suma utilidad que llegara a todos los rincones de la patria.

1. Inicio
2. Llegar a todos...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
La Habana: Un monumento al periodismo independiente
IVáN GARCíA
La Habana: Crónica de un verano más
MIRIAM LEIVA
La bendición de los fariseos
JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir