www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 1/6
 
En primera persona
Sanidad y alimentación: Los sueños del Comandante y las pesadillas de la población.
por ESTEBAN GUTIéRREZ, La Habana
 

Da gusto, en verdad, oír a los presidentes de Cuba y Venezuela hablar de los planes de desarrollo de la salud pública en sus países y de los grandes y maravillosos proyectos de extensión de estos servicios a todos los rincones del mundo. Al menos en la televisión, todo está bien. Eso es algo, porque si usted tiene la desgracia de tener que ir a un hospital en La Habana (es la ciudad donde vivo), pues ya la cosa cambia.

Bodegas
Agromercados: precios inalcanzables hasta para el salario de un médico.

En la reciente graduación de los primeros médicos de la Escuela Latinoamericana de Medicina, el Comandante Fidel Castro citó a Calderón de la Barca y afirmó que "'los sueños, sueños son', pero este es un sueño realizado". No obstante, yo puedo asegurarle al Comandante que si él fuese un ciudadano común y tuviese que ir a un Cuerpo de Guardia de algún hospital habanero, pongamos por ejemplo, el emblemático Calixto García, sus sueños se convertirían en una verdadera pesadilla.

Cualquier persona que no viva en Cuba y que oiga a Castro ofrecer los servicios de sus galenos a otros países, tiene que pensar que en la Isla, realmente, hay tantos médicos, enfermeras, técnicos de la salud, estomatólogos, etc., que sus necesidades están cubiertas y, por tanto, ésta puede darse el lujo de exportar médicos en cantidades astronómicas.

Eso lo pensaría una persona cuerda o, simplemente, sensata. "La caridad empieza por casa", reza un viejo refrán, pero parece que el Comandante lo ha entendido al revés y ha decidido que "la caridad" puede terminar en casa, o posponerse indefinidamente. Con la ayuda inapreciable del presidente Chávez, el Comandante en Jefe, ya casi octogenario, está reviviendo sus sueños no realizados de las décadas de 1960, 1970 y 1980: la exportación de su modelo económico, de su revolución a América Latina, enmascarada en una aparente ayuda humanitaria y solidaria, imposible de cuestionar por nadie.

¿Quién puede oponerse a algo tan noble? Y todo sería muy bonito si, al impulsar su pantagruélico y delirante proyecto, no dejara absolutamente desamparados a sus compatriotas.

Detrás de este plan (Operación Milagro, Barrio Adentro, Escuela Latinoamericana de Medicina, es decir, atención médica multitudinaria y gratuita a extranjeros. Ni hablar de su último alarde de "solidaridad": la brigada médica Henry Reeve, que pretendía enviar a Nueva Orleáns para ayudar a las víctimas del huracán Katrina. Al "Máster en Ciencias Demagógicas" no se le podía escapar esta oportunidad que le ha puesto, en "bandeja de plata", el presidente Bush, por su demorada y criticada respuesta ante la catástrofe), lo que se esconde es su afán desmedido por imponer su fracasado sistema al resto del mundo.

Un descomunal delirio de grandeza y la obsesión enfermiza de vencer y humillar al vecino del Norte, a toda costa y a cualquier precio (quién sabe, quizás toda esta obsesión provenga de aquella carta que, de niño, le escribió al presidente Roosevelt —publicada en los periódicos nacionales hace unos años—, donde le pedía que le enviara diez dólares, y de la respuesta negativa que recibió… habría que preguntarle a los psicoanalistas…).

Detrás de las 'misiones'

Es cierto que los galenos cubanos están dispuestos a trabajar en cualquier lugar del globo terráqueo, por muy peligroso que sea, y no descarto que muchos lo hagan a partir de un verdadero deseo de ayudar al prójimo. Pero lo que todo el mundo sabe en Cuba es que los médicos y enfermeras (os) están desesperados porque los incluyan en esas misiones para "resolver" sus necesidades económicas más elementales, al punto de que se soborna, con grandes sumas de dinero, a los funcionarios que deben decidir quién va y a qué país va (hay lugares más cotizados que otros, por ejemplo, Sudáfrica, porque se pagan mejor las guardias y otras actividades que elevan los ingresos).

Ir a "una misión" implica que el doctor podrá contar, a su regreso, con una laptop (a cada médico que va a Venezuela le entregan una laptop, algo totalmente imposible de adquirir en Cuba, entre otras cosas, porque no las venden, sólo se venden a empresas, no a particulares. Ni hablar del precio…) y algunos ahorros para poder subsistir por un tiempo.

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