www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
   
 
La Habana: 'Quiero ser como Michael Moore'
¿No es una contradicción que en 'el país más democrático de la tierra' los periodistas libres sueñen con ser como el autor de 'Bowling for Columbine'?
por IVáN GARCíA
 

Quiero ser como Michael Moore. Sí, lo envidio y también lo admiro. A ese gordo con gorra de béisbol, sobrado de talento y con sus documentales polémicos.

La Habana
Hostigamiento al opositor Manuel Pérez, del Movimiento Plantados por la Libertad de Cuba.

Quisiera ser como él. Poder despotricar sobre su gobierno, atacar monopolios empresariales y hasta mofarse del presidente George W. Bush, un tipo que despierta el deseo de muchos de tirarle una trompetilla.

Y el gordo ahí, quieto en base, nadie lo detiene, ni lo enjuicia, ni lo acusan de mercenario, agente de la inteligencia cubana o de Corea del Norte. Moore, incluso, es capaz de ganar un Oscar con su fabuloso Bowling for Columbine, a pesar de los conservadores que integran la academia de los famosos premios.

Y más todavía, Moore le dice estúpido a su presidente y le acusa de ser socio en diferentes negocios con la familia Bin Laden. Nada pasa. El FBI o la CIA no llaman a su casa a las cinco de la mañana, ni lo encierran por tiempo indefinido en alguna prisión norteña. Al contrario, sigue dando lata y haciendo documentales. Y también gana mucho dinero. Es hasta millonario.

Es posible que también el poeta Raúl Rivero, en su vida en Cuba, o los periodistas Bernardo Arévalo Padrón y Ricardo González, entre más de una veintena que han sido encarcelados, hayan sentido esa sana envidia profesional por Moore.

Hace unos años, Arévalo Padrón fue a prisión por seis años por el delito de atacar la figura del presidente. El poeta de Ciego de Ávila, Raúl Rivero, fue condenado a 20 años por publicar una revista y decir abiertamente que el gobierno cubano necesita de un cambio. De nada vale ser cuidadoso en la redacción de una nota, no poner la palabra "dictador", ni hacer ataques personales a Castro.

Cuando el comandante único se enfada, de seguro que vamos tras las rejas. Ahora mismo, el periodista Oscar Mario González está detenido por decir y escribir cosas que al gobierno le disgustan. Castro nos dice a diario que el Estados Unidos del siglo XXI, con Bush a la cabeza, es un gobierno fascista. ¡Qué fascismo más raro!, diría cualquiera.

Ni Michael Moore ni Noam Chomsky, o cualquier persona, sea intelectual o no, van presos por decir o escribir lo que piensan. Una señora, Gloria Rivas, ha creado varios grupos a favor de la liberación de los cinco espías cubanos presos en Estados Unidos y nadie la hostiga. Pagó 50.000 dólares y el prestigioso diario The New York Times incluyó un anuncio publicitario pidiendo la libertad de los cinco espías.

En la "sociedad fascista" donde vive Moore y Lucius Walker, un pastor protestante y su grupo recogen ayuda para Cuba y la trasportan a la Isla, sin el acecho del FBI. No esconden sus ideas, están contra el embargo y visten camisetas con fotos del Che Guevara, Castro y los cinco espías. Aún no he leído que algún airado y duro oficial de la CIA los interrogue y amenace por tales acciones.

No he escuchado en la BBC ni en la Voz de las Américas que al señor Michael Moore le hayan orquestado un acto de repudio por no estar de acuerdo con su gobierno. A pesar de ser una "administración fascista", al parecer son más sutiles. En la Isla, que según el gobierno es el país más democrático del planeta, los actos de repudio —que no son otra cosa que un linchamiento verbal, según Raúl Rivero— son práctica habitual desde 1980.

No hace mucho, el pasado 13 de julio, hordas instigadas por el régimen golpearon a manifestantes que recordaban el hundimiento por fuerzas del gobierno del remolcador 13 de Marzo, en la Bahía de La Habana, y que costó la vida a 41 personas, incluyendo 10 menores de edad.

Por demás, en mi democrático país se le niega el permiso de entrada y salida a las personas por su forma de pensar, o si son familias de un traidor o un desertor, u otro calificativo, según el amplio registro que suele usar el régimen para denostar a los que se oponen.

Es una contradicción que, a pesar de vivir en "el país más democrático de la tierra", muchos periodistas libres soñemos algún día con ser como Michael Moore.

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