www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 1/2
 
Coartada revolucionaria
Leyendo la prensa: ¿Qué sentido tuvo la política de 'cambio cultural' del gobierno cubano, cuando muchos artistas e intelectuales permanecen hoy marginados y son desconocidos?
por ROGELIO FABIO HURTADO, La Habana
 

En el número correspondiente a los meses de mayo y junio de 2005 del Caimán Barbudo, Fernando Rojas publicó el artículo Revolución y Cambio Cultural.

C. Cruz
Celia Cruz: prohibida en Cuba.

Se trata de un tópico muy frecuentado por los marxistas de todos los tiempos. El mero hecho de que hayan pasado los años, más de 70 sólo en la disuelta URSS, sin que el vaticinado cambio aparezca, no los arredra: ellos, mientras están en el poder, prefieren el presente perpetuo.

En anteriores entregas, Rojas se ocupó de los viejos bolcheviques, rompiendo la norma vigente de ignorar a Trotsky. Esto amerita escrutar qué trae, si algo de nuevo trae, a propósito de este asunto.

Aunque parecía de rigor incursionar primero en la frustrada experiencia del Poder soviético, para esclarecernos las dimensiones de aquel fracaso, el autor salta limpiamente por encima de este engorroso fárrago e instala al lector en un terreno más propicio: "La transformación de la sociedad en el reino de la libertad y la justicia universales presupone el cambio cultural". Enunciar esa aspiración es harto más fácil que cumplirla. Como superobjetivo puede servir de coartada, como veremos.

¿Ha cambiado la sociedad cubana al cabo de tantos años de socialismo ortodoxo? Por supuesto que sí, sólo que no lo ha hecho en el sentido previsto por sus rectores. Rojas comienza por lamentar "el desarrollo de la tecnología y el monopolio del imperio norteamericano sobre ella, el control que ejercen las transnacionales de la información y el entretenimiento sobre la mayor parte de los contenidos de las emisiones mediáticas y de los productos culturales", monopolio similar al que prevalecía en todo el desmerengado bloque socialista, sin ser cuestionado entonces.

Estoy rotundamente de acuerdo con él, y le propongo que las autoridades cubanas comiencen a dar el buen ejemplo, abriéndose al pluralismo de ideas que lleguen a la población mediante las emisiones mediáticas nacionales.

Apertura sospechosa

Afirma Rojas, con la energía habitual: "La apariencia de libertad de la neocolonia, con su juego de partidos corruptos y su politiquería, creaba el marco adecuado para embaucar a millones de ciudadanos. El cuadro se completaba con un anticomunismo feroz, ridículo por sus embustes pero eficaz por su alcance, y con el perenne recordatorio, sin el mínimo matiz, del poderío espeluznante del coloso del norte".

Pasa por alto el autor que uno de aquellos partidos fue el Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo, encabezado por el paradigmático Eduardo Chibás, cabeza más descollante de un buen número de políticos cubanos, a quienes Fulgencio Batista impidió con su malhadado golpe del 10 de marzo que ascendiesen al poder en las frustradas elecciones generales de 1952.

Dudo que Rojas sostenga el calificativo de politiqueros para referirse a figuras como Carlos Rafael Rodríguez, Blas Roca o Juan Marinello, quienes participaron en aquel juego, con su Partido Socialista Popular, el cual, pese al anticomunismo feroz, tuvo vigencia legal y dispuso del diario Noticias de Hoy así como de una emisora radial.

No obstante, Rojas levanta boga y presenta "una alternativa a la dominación, diferente de la idea de la prohibición, de la cerrazón frente a lo foráneo, del chovinismo vulgar, disfrutando en pie de igualdad de las creaciones de la cultura nacional y universal, participando directamente en ellas, los ciudadanos y ciudadanas llegan a discernir entre lo auténtico, lo valioso, por un lado, y lo prescindible, lo seudocultural, por otro".

O sea, nunca más se volverá a prohibir ni un libro, ni a un cantante por sus preferencias políticas, lo cual me parece muy bien, aunque empiece a sospechar que esta apertura es consecuencia de la imposibilidad de mantener el aislamiento ante las posibilidades de comunicación creadas por las nuevas tecnologías y la inevitable apertura al turismo foráneo.

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