www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 7/10
 
No hay Patria sin virtud
Carta Pastoral del Eminentísimo Señor Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, en el 150 aniversario de la muerte del Padre Félix Varela.
(05 marzo 2003)
 

33. Que la mujer tenga un papel en la sociedad y en la familia no significa que el hombre pierda el suyo. Impulsar un cierto estilo reivindicativo por parte de la mujer dentro del núcleo familiar, basado en su independencia económica, conspira contra la complementariedad del esposo y la esposa en una tarea común, como es la vida del hogar y la educación de los hijos. La figura del padre se hace cada vez más desvaída: trabaja fuera del lugar donde vive, pasa temporadas largas de estancia fuera del país, tiene varias ocupaciones que absorben su tiempo, etc., o está, pero es como si no estuviera. La mamá es quien lleva a los niños a la escuela, al médico, la que consigue el uniforme escolar y los zapatos del niño, va a las reuniones de padres en la escuela, que son más bien reuniones de madres. En Cuba se está instituyendo progresivamente un matriarcado y la crisis del padre afecta de modo creciente tanto al niño como a la niña y más tarde a los jóvenes. No conozco aún los datos del último censo, pero será interesante saber el número de hogares en Cuba que descansan sobre los hombros de una mujer sola. En esto ha tenido un peso devastador el extraordinario número de divorcios y uniones "libres". Las perspectivas de futuro no son así halagüeñas, pues faltan paradigmas, modelos que las nuevas generaciones puedan tener ante sí para inspirarse en ellos. ¿Cómo podrán mañana crear un hogar, organizar su vida familiar, complementarse mutuamente en su amor de esposos y formar a sus hijos, si de niños y adolescentes no vivieron nunca esa dulce experiencia en el hogar?

Revertir estas previsiones no es nada fácil, a menos que se cambien líneas actuales de orientación para hacerlas más acordes con la Ley Natural y que la mal llamada "educación sexual" sea reemplazada por una verdadera "educación para el amor", que tenga integralmente en cuenta al hombre y la mujer como personas diversas y complementarias y que facilite una formación capaz de mostrar a los jóvenes la senda para alcanzar un ideal y no la mecánica biológica para obtener placer "sin riesgos".

Acoger los hijos que Dios envía

34. Los esposos deben acoger la vida como un regalo maravilloso de Dios. Comprendo los muchos obstáculos que las familias encaran para su establecimiento y consolidación. El primero de todos, la falta de una vivienda digna, aunque sencilla, donde crear un nuevo hogar. Ni compartir el techo paterno de uno de los cónyuges, ni aplazar sin fecha el matrimonio, manteniendo relaciones eventuales y viviendo separados, son condiciones propicias para estrechar los lazos de amor conyugal que posibiliten la alegre acogida de los hijos. Todos debemos sentirnos cuestionados seriamente por esta situación que puede conducir a los esposos a evitar a toda costa el nacimiento de un niño, acudiendo incluso al crimen del aborto.

35. Pero aún en la más dramática de las situaciones, les pido a los jóvenes esposos que no caigan en el pecado horrendo de impedir el nacimiento de un niño amado por Dios desde el mismo momento de su concepción. Pido a las familias que acompañen comprensivamente y ayuden por todos los modos posibles a quienes se ven en la tentación de segar una vida inocente en el seno materno. Deben también los médicos, y todos los que se dedican al cuidado de la salud, comprender lo que implica para la mujer un aborto, como acto contrario a la vida, desde el punto de vista físico, psíquico, moral y espiritual y desaconsejarlo siempre.

La pobreza

36. No sólo los problemas relacionados con la vivienda, sino los que provienen de los bajos ingresos familiares crean situaciones que hacen difícil la vida de la familia. Aunque la escuela y los cuidados de salud son gratuitos, los salarios no se ajustan en general al costo de la vida. Los profesionales, empleados y obreros que no reciben ayuda económica de familiares o amigos que viven en el extranjero se ven forzados a realizar algún tipo de actividad laboral legal o ilegal simultánea a su trabajo, que les reporte algún beneficio económico. ¡Cuánto esfuerzo, pero también cuánta zozobra, cuántos temores y cuánta inquietud de conciencia, por ejemplo en aquellos que no pueden pagar los altos impuestos para legitimar su limitada actividad!

37. Los sacerdotes acogen con una frecuencia mayor que la esperada, las angustias de la gente. ¿Es pecado actuar así cuando sentimos que los gastos sobrepasan nuestras posibilidades en la economía familiar?, preguntan los fieles. Comprendo estas graves preocupaciones y las que nos cuentan las familias de los ancianos que son visitados por los voluntarios de Cáritas o que vienen a nuestros comedores alguna vez por semana, y por la gran cantidad de personas necesitadas que tocan a nuestras puertas, y me pregunto y dejo la pregunta a quienes deben responder: ¿no es posible reducir racionalmente los altos pagos de impuestos para que lo ilegal se haga legal y desaparezcan muchas zozobras?, ¿por qué no se puede dar un mayor margen de participación a la iniciativa personal y familiar de forma legal y aún favorecer de modo conveniente la laboriosidad y la creatividad de nuestro pueblo en la agricultura, en las artes manuales, en servicios, en trabajos de diversa índole, incluso asociándose varios legalmente para ganar dignamente su sustento? Éste es el mejor modo de evitar la corrupción.

Existe un problema ético en la distribución de la riqueza, ésta debe hacerse con justicia. Pero se exige también una postura ética ante el hombre que es capaz de enfrentar con su labor el déficit económico de su familia y no es apoyado en su esfuerzo por lograrlo, sino que ve su actividad dificultada por disposiciones restrictivas. ¿Debe ser forzosamente así?

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6. El derecho...
7. Que la mujer...
8. La solución...
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