Jesús nos dice y dice para toda la humanidad: el hombre se salva poniendo su confianza humildemente en Dios, porque Él es el que tiene la salvación y él quiere nuestra salvación y comprometiendo su vida totalmente en el amor a Dios y en el amor al prójimo. Esa es la síntesis que hace Jesús. Ese es el mesianismo verdadero.

Nosotros no somos, ni seremos nunca nuestra propia redención. Hay un Redentor y un Salvador, lo celebramos hace veintiún siglos. Ese es el único Mesías, Señor y Salvador. Los que históricamente, todos hasta nuestros días, han intentado erigirse en salvadores, mesías de los demás prescindiendo de Dios, han pagado su falso mesianismo con la obnubilación en el error, perdiéndose ellos mismos y perdiendo gran parte de sus seguidores.

Por eso el tema del nacimiento, la fiesta de la Natividad del Señor, es de nuestro tiempo y de total actualidad para nosotros. De total actualidad para nosotros los cubanos. Debemos tener una mirada amplia, en un horizonte amplio que acoja a todo el mundo y a toda la humanidad. Debemos vivir realmente comprometidos con este mundo, con nuestra Cuba, con este tiempo. En la medida en que somos el pueblo y vivimos como el pueblo, padecemos como el pueblo, se desarrolla en nosotros también la esperanza que crece desde dentro del corazón del pueblo y que Dios bendice y hace crecer.

En estos tiempos en que ha vuelto a sonar el tambor de la guerra en medio de la humanidad y que mueren miles, abramos nuestro corazón a Dios pidiéndole misericordia, que el don de su Hijo sea para todos nosotros el don de la Paz.

Mons. Pedro Meurice Estiú
Arzobispo de Santiago de Cuba
Santiago de Cuba, 25 de diciembre de 2003