www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 3/9
 
La presencia social de la Iglesia
Instrucción teológico-pastoral, firmada por los 13 obispos católicos de Cuba, dada a conocer el 8 de septiembre de 2003, festividad de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
 

III. Naturaleza y misión de la Iglesia

Las transformaciones sociales que se han vivido en Cuba, inspiradas por la ideología marxista-leninista durante una larga etapa del proceso revolucionario, con sus consecuentes prejuicios y  el desconocimiento de lo que es la Iglesia, nos mueven a exponer, nuevamente, cuál es la naturaleza de la Iglesia, qué determina su vida y cuál es su misión en el mundo.

1. La Iglesia, acontecimiento de Gracia

La visita del Papa Juan Pablo II a Cuba ha marcado significativamente la vida de la Iglesia. Su paso hizo notar a los cubanos y al mundo la presencia de una Iglesia viva, fiel a su misión, capaz de organizar cuidadosamente esa visita y convocar a nuestros compatriotas ante tan histórico acontecimiento, a pesar de carecer de un número suficiente de sacerdotes y religiosas, y de los medios apropiados para el cumplimiento de su misión.

Estos años posteriores a la visita del Santo Padre han sido de crecimiento y de revitalización de la Iglesia en Cuba, que agradecemos a Dios y que nos comprometen a seguir adelante con renovado entusiasmo y creatividad pastoral. Algunos signos de esta vitalidad son: la creación de nuevas Diócesis, el surgimiento de centenares de casas de oración en barrios y en pueblos sin templos, el compromiso de los laicos en ese empeño misionero, etc.

Pero la Iglesia no es únicamente una realidad social, sino sobre todo un acontecimiento de Gracia. Es misterio, es decir, "realidad profunda penetrada por la gracia de Dios" (Pablo VI). Esta dimensión teologal de la Iglesia es fundamental. La resurrección de Jesús y el don del Espíritu Santo en Pentecostés constituyen a la Iglesia como una presencia santificadora y vivificadora.

La originalidad de Jesús —en su acción y su mensaje— produce la originalidad de la Iglesia. En todo su ser y en toda su misión, la Iglesia se remite a Jesucristo como fuente, sentido y corrección de lo que debe ser su vida y su acción en la sociedad. Jesucristo no es sólo el fundador de la Iglesia, es también su fundamento. La Iglesia por su origen, por su fin y por los medios propios de su quehacer pastoral, es diferente del Estado, diversa de la sociedad civil o de las asociaciones o grupos que constituyen la misma.

La Iglesia es de origen divino y por eso no es equiparable a ningún otro elemento integrante de la sociedad. La Iglesia no es una sociedad alternativa a la comunidad de los hombres. Tampoco es una realidad más en igualdad de condiciones en el concierto de entidades que conforman la sociedad civil; ni siquiera puede considerarse una parte de la misma, pues es una comunidad abierta a todos y acoge en su seno a quienes pertenecen a diversos estamentos estatales, gubernamentales e incluso militares.

Lo que la Iglesia puede aportar a la sociedad como proyecto no es otra cosa que el propuesto por Cristo, a través de su palabra y de su ejemplo. Ella tiene que hacer inolvidable a Jesucristo. Pero en la conducta y palabras de Jesús, el núcleo central es la revelación de Dios como amor gratuito, misericordia, Padre que quiere la vida en plenitud para todos. Por eso el proyecto de Jesús, que también debe ser el proyecto de la Iglesia, es la llegada del Reino de Dios, esa fraternidad donde todos puedan sentarse como hermanos en la mesa común de la creación. En esa inspiración teologal y como participación del amor de Dios revelado en Jesucristo, se comprende la preocupación de la Iglesia por la situación de los excluidos y su mensaje de reconciliación.

La Iglesia es portadora de una Palabra y unos Sacramentos que ha recibido gratuitamente de Jesucristo, y puede ayudar a mejorar la sociedad civil en la medida en que la misma Iglesia sea una comunidad de fe, verdaderamente religiosa, memoria viva y significativa de Jesucristo. Esta visión teologal descarta concebir a la Iglesia, dentro y fuera de ella misma, por sus miembros o por sus adversarios, como una institución social más que se opone a otras con la lógica del poder. Tal visión de la Iglesia desfiguraría su condición, con el consecuente trastorno de su acción en la sociedad y en detrimento de su credibilidad como presencia viva de Jesucristo.

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2. 3. La visita del Papa...
3. III. Naturaleza y misión de la...
4. 2. La misión de la Iglesia...
5. IV. La presencia pública...
6. 2. Compromiso político...
7. La independencia necesaria a...
8. 2. La unidad del pueblo...
9. 4. Construir la esperanza...
   
 
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