¿Cuál es esta doble amenaza? Por un lado, la del mesianismo democrático del gobierno de los Estados Unidos, que se ha autoimpuesto la ilegítima e indignante tarea, para los que estamos comprometidos con la soberanía nacional, de liberar a los cubanos. Por otro lado, la amenaza del mesianismo revolucionario, más fundamental, política e históricamente decisiva, que destruye, al menos por ocho razones esenciales, nuestra seguridad, autoestima e identidad nacionales:
La creciente dependencia de las remesas familiares provenientes del exterior, fundamentalmente de los Estados Unidos, ata nuestra economía a los vaivenes de la norteamericana y a las decisiones políticas del gobierno de ese país; las compras sucesivas a los Estados Unidos coloca nuestra seguridad alimentaria en las manos de los granjeros norteamericanos; la incapacidad para crear condiciones positivas y estables para los ciudadanos dentro de Cuba, que estimula la emigración hacia Estados Unidos, pone a muchos compatriotas frente al conflicto de soberanías y lealtades resultado del actual diferendo entre ambos Estados, a la vez que debilita a nuestra sociedad y compromete a mediano y largo plazos el libre ejercicio de nuestra determinación y soberanía como país; la vinculación del "éxito" individual a las oportunidades que los Estados Unidos ofrecen al cubano que emigra es una tentación que elimina las referencias a un proyecto colectivo de nación y la confianza en Cuba como hogar político, económico y social habitable; la mirada primaria del mundo y de todo lo que en él sucede a través del prisma de los Estados Unidos, hacen de ese país el filtro contaminante de nuestras relaciones internacionales; la negativa a dejar atrás el capitalismo de Estado y a reconocer los derechos económicos de los cubanos penaliza y reprime la experiencia empresarial y la autodeterminación económica de los ciudadanos ejercidas por doquier; destruye, además, cualquier intento de estrategia económica seria y hace de la economía y sociedad cubanas unos satélites fuera de todas las órbitas de interacción mundiales, lo que nos sitúa en la categoría de las sociedades voluntariamente depauperadas; la represión de toda discusión seria sobre qué país tenemos y qué país queremos enquista el cinismo en las elites, no toma en cuenta el debate que existe en ciertos sectores de la sociedad civil, suspende el presente en la incertidumbre y la provisionalidad e impide mirar con serenidad y amplitud al futuro y, finalmente, la penalización y castigo de la opinión diferente atenta contra el ejercicio de los derechos humanos entendidos como convivencia pública y respetuosa de la pluralidad y diversidad política y cultural. En esta perspectiva nuestro país desaparece por goteo, represión, desencanto, fatiga y agonía. Un peligro de seguridad nacional difícilmente enmascarable en la política de Estados Unidos hacia Cuba.
El Método
Para enfrentar este desafío no podemos seguir tras la búsqueda de soluciones rápidas e inmediatas a las crisis, alimentada por la idea de que nuestro actual régimen de vida no duraría mucho y por las creencias, dentro de una minoría creciente, de que la potencia y la ayuda estadounidenses son condiciones necesarias, suficientes y deseables para salir de esta crisis y de que la contradicción fundamental que enfrenta al gobierno cubano con el pueblo se puede resolver sin considerar el peso y papel de otros conflictos.
Pensamos que desactivar nuestro complicado conflicto interno es sólo posible con gradualidad y mediante un diálogo de concesiones mutuas, consensos básicos y garantías generales entre todas las partes, en una dirección claramente democratizadora, para poder lograr una transición pacífica. No un diálogo excluyente que desaloje del poder a unos para alojar a otros, sino un diálogo inclusivo que abra el hogar nacional a todos.
Pensamos asimismo que una transición pacífica en Cuba requiere asumir la independencia y soberanía de Cuba y los cubanos: Una y otra cosa no pueden ser eludidas si queremos democratizar al país con seriedad, realismo y responsabilidad.
La Plataforma Común (3) concebida, discutida y redactada en 1999, es el proyecto que mejor capta el espíritu, la naturaleza y los rumbos de una propuesta de transición que exprese y plantee las complejidades y alternativas de cambio para una situación tan difícil como la cubana. |