www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 2/2
 
1998: Saludo de Pedro Meurice al Papa Juan Pablo II
Texto leído por el arzobispo de Santiago de Cuba en la Plaza Antonio Maceo, durante la misa de Su Santidad el 24 de enero de 1998.
 

Le presento, además, a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología. Son cubanos que al rechazar todo de una vez, sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo.

Santo Padre, durante años este pueblo ha defendido la soberanía de sus fronteras geográficas con verdadera dignidad, pero hemos olvidado un tanto que esa independencia debe brotar de una soberanía de la persona humana que sostiene desde abajo todo proyecto como nación.

Le presentamos la época gloriosa del P. Varela, del Seminario San Carlos en La Habana y de San Antonio María Claret en Santiago, pero también los años oscuros en que, por el desgobierno del patronato, la iglesia fue diezmada a principios del siglo XIX y así atravesó el umbral de esta centuria tratando de recuperarse hasta que, en la década del cincuenta, encontró su máximo esplendor y cubanía. Luego, fruto de la confrontación ideológica con el marxismo leninismo, estatalmente inducido, volvió a ser empobrecida de medios y agentes de pastoral, pero no de emociones del Espíritu como fue el Encuentro Nacional Eclesial Cubano.

Su Santidad encuentra a esta Iglesia en una etapa de franco crecimiento y de sufrida credibilidad que brota de la cruz vivida y comparada. Algunos quizá puedan confundir este despertar religioso con un culto pietista o con una falsa paz interior que escapa del compromiso.

Hay otra realidad que debo presentarle. La nación vive aquí y vive en 1a diáspora. El cubano sufre, vive y espera aquí y también sufre, vive y espera allá fuera. Somos un único pueblo que, navegando a trancos sobre todos los mares, seguimos buscando la unidad que no será nunca fruto de 1a uniformidad, sino de un alma común y compartida a partir de la diversidad. Por esos mares vino también esta Virgen, mestiza como nuestro pueblo .Ella es la esperanza de todos los cubanos. Ella es la Madre cuyo manto tiene cobija para todos los cubanos sin distinción de raza, credo, opción política lugar donde viva.

La Iglesia en América Latina hizo en Puebla la opción por los pobres, y lo más pobres entre nosotros son aquellos que no tienen el don preciado de la libertad. Ore, Santidad, por los enfermos, por los presos, por los ancianos por los niños.

Santo Padre: Los cubanos suplicamos humildemente a Su Santidad ofrezca sobre el altar, junto al Cordero Inmaculado que se hace para nosotros Pan de vida, todas estas luchas y azares del pueblo cubano tejiendo sobre la frente de la Madre del cielo, esta diadema de realidad sufrimientos, alegrías y esperanzas, de modo que, al coronar con ella esta imagen de Santa María, la Virgen Madre de Nuestro Señor Jesucristo, que en Cuba llamamos bajo el incomparable título de Nuestra Señora de 1a Caridad del Cobre, la declare como Reina de la República de Cuba. Así todas las generaciones de cubanos podremos continuar dirigiéndonos a Ella, pero con mayor audacia apostólica y serenidad de espíritu, con la bella estrofas de su himno:

"Y tu Nombre será nuestro escudo, nuestro amparo tus gracias serán".

Amén.

1. Inicio
2. Le presento...
   
 
EnviarImprimir
 
 
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir