www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 2/3
 
Mensaje de escritores, artistas y académicos venezolanos a sus colegas de todo el mundo
 

Todo ello produjo una grave crisis política, económica y moral, y originó que, en dos ocasiones, se intentase, con el pretexto de la crisis, derrocar por la fuerza un gobierno que, aun con sus prácticas negativas, conservaba su legitimidad.

En 1998 la crisis había alcanzado cotas muy altas, y producido un gran malestar que amenazaba con generar brotes de violencia de gran magnitud, como ya había ocurrido en el pasado reciente, pero que ahora podrían tener consecuencias mucho más graves y hacerse incontrolables. Era notorio el repudio a los dos partidos que se alternaron en el poder desde 1958, y fracasaron al no construir una democracia estable, vigorosa y eficaz en el manejo honesto de la administración pública, el diseño de una economía próspera e independiente y la eficiencia de los servicios públicos básicos.

Fue en esas condiciones que, en las elecciones de 1998, insurgió la figura nueva, joven y carismática del Teniente Coronel Hugo Chávez, que venía con la aureola del héroe que encabezara el golpe militar del 4 de febrero de 1992. En esa ocasión densos sectores vieron con simpatía la insurgencia militar, pero el pueblo, siempre desconfiado de la incursión de los militares en la política, no salió a la calle a respaldar el movimiento, que fracasó en pocas horas y llevó a sus cabecillas a la cárcel. En esta nueva ocasión, Chávez, revestido de la majestad del candidato presidencial, despertó un intenso y multitudinario entusiasmo, y logró en las urnas una votación ampliamente mayoritaria. Decisivo en ello fue, junto al carisma y la novedad del candidato, su compromiso de acabar con la corrupción, impulsar la economía, reducir el desempleo, garantizar la seguridad social y personal, y, en general, conducir al país hacia metas de desarrollo y prosperidad, para lo cual contábamos con amplios recursos, que el candidato ofrecía administrar con pulcritud y eficacia. En tales condiciones era natural que grandes sectores, incluyendo grupos e individualidades de alto nivel de preparación política e intelectual, fuesen atraídos por el señuelo de aquella candidatura, y fueron muy pocas las voces que advirtieron sobre el riesgo de una nueva frustración, a las que desventuradamente no se escuchó. Y la frustración, en efecto, no tardó en llegar.

Chávez no entendió que su plan de gobierno, ese conjunto de ideas elementales y de promesas que entusiasmó a millones de venezolanos, requería para su aplicación de un amplio consenso, mediante una paciente labor de persuasión y convencimiento, aun cuando se supiese que siempre habría poderosos sectores refractarios a los cambios que el país reclama. En lugar de procurar la suma de voluntades, Chávez utilizó una arenga venenosa, orientada a fomentar la violencia, el odio de clases y la exclusión de inmensos sectores de clases media y alta, tildados por él de oligarcas. El lenguaje agresivo, procaz e injurioso, impropio de un verdadero jefe de estado, dirigido a descalificar los valores de las clases medias, le fueron enajenando su respaldo, y constituyen, junto a amplios sectores populares, una oposición cercana al 70%, que busca desalojarlo del poder mediante la revocación del mandato, derecho consagrado en la Constitución que el propio Chávez se dio a través de una Asamblea Constituyente que le era favorable casi en un ciento por ciento.

Denunciamos ante los colegas de todo el mundo la situación aquí apenas esbozada, en especial porque el gobierno de Chávez ha venido desarrollando una insidiosa y costosísima propaganda en el exterior, pagada con dineros del pueblo venezolano, la cual ha producido no poca confusión entre agrupaciones y personas fácilmente engañables por la distancia y el desconocimiento de lo que realmente ocurre en Venezuela. Esa propaganda pretende hacer creer que Hugo Chávez lideriza una revolución, que no va más allá de su desbordada fantasía, pues sus prácticas sólo han conducido a una verdadera catástrofe, a cuya sombra el gobernante y sus secuaces de todos los niveles han practicado el enriquecimiento ilícito más escandaloso de la historia venezolana, y han ido dando los pasos para la instauración en un futuro cercano de una brutal dictadura militar, bajo la engañosa imagen de un gobierno supuestamente socialista o de izquierda, capaz de despertar los sentimientos utopistas que el pueblo venezolano, igual que todos los pueblos del mundo, abriga como solución a la pobreza y demás males de que padece, pero que en realidad sólo ha sido un gobierno personalista, autoritario y moralmente depredador. No obstante lo cual, el presidente Chávez ha sido tendenciosamente contumaz en negar el carácter democrático de la gran mayoría de quienes nos oponemos a sus prácticas autoritarias.

Caracas, 25 de febrero de 2004

1. Inicio
2. Todo ello produjo...
3. Nombres y apellidos...
   
 
EnviarImprimir
 
 
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir