www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 6/9
 
La presencia social de la Iglesia
Instrucción teológico-pastoral, firmada por los 13 obispos católicos de Cuba, dada a conocer el 8 de septiembre de 2003, festividad de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
 

2. Compromiso político de los cristianos

En la idea de muchos, lo político se refiere directamente a la estructura gubernamental, símbolo del poder; por eso se da este calificativo a movimientos o grupos que, con distintas ideologías, ostentan el poder o luchan por conseguirlo. Pero, originariamente, "político", de "polis", significa la esfera pública donde se articulan los intereses de todos los ciudadanos como conjunto social, el espacio para el desarrollo de la libertad entre los seres humanos "en orden al logro del bien común" (Gaudium et Spes 74).

Entendida la política en el primer sentido, la misión de la Iglesia no es política; su misión no es intervenir directamente en el ejercicio del poder civil ni en las estructuras de oposición a ese poder, ni apoyar a uno u otro partido, ni recomendar a un candidato o a un partido para que sea votado en las elecciones. En el debate político de partidos que enfrenta a unos con otros o que se unen en alianzas programáticas o estratégicas, la Iglesia tiene que ser neutral, aunque no lo es en su llamado ético a que los derechos de todos sean respetados en este debate.

Siendo esto así para la entidad eclesial, los cristianos laicos que la integran, como personas tienen la libertad de una opción política en un sentido o en otro, con tal de que hagan su elección teniendo como objetivo la llegada del Reino de Dios. Este objetivo incluye el respeto a los derechos humanos, a valores fundamentales que deben ser protegidos, a la honestidad en el manejo de los fondos públicos, etc.

Entendida la política, en el segundo sentido, como la esfera pública en que se articulan los intereses de todos los ciudadanos para lograr el bien común, la Iglesia tiene ineludible presencia pública en lo político, y debe intervenir cuando desde el ejercicio del poder, sea en el campo económico como en el  político, se atente contra los derechos fundamentales de los seres humanos. Puede y debe, desde el Evangelio y con su Doctrina Social, iluminar no sólo la llamada "alta política", sino también el ejercicio del poder político, respetando la justa autonomía de ese ámbito. Y eso en virtud de su misión religiosa, pues "en la Encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo con todo hombre" (Gaudium et Spes 22), quien sólo se desarrolla dentro de una sociedad sociopolítica.

3. Las relaciones Iglesia-Estado

Se percibe que la concepción que tiene el Estado cubano de la Iglesia parece desconocer lo que es su verdadera naturaleza y misión. La Iglesia es considerada como "aliada" o "enemiga", sin otra alternativa según un presupuesto ideológico inmodificable que, sólo por conveniencias coyunturales, puede revestirse de formas de abundante cortesía en contraste con otras de poca tolerancia.

A este propósito conviene recordar lo dicho por el Papa Juan Pablo II, durante la Misa celebrada en la Plaza de la Revolución, el 25 de enero de 1998: "El Estado, lejos de todo fanatismo o secularismo extremo, debe promover un sereno clima social y una legislación adecuada que permita a cada persona y a cada confesión religiosa vivir libremente su fe, expresarla en los ámbitos de la vida pública y contar con los medios y espacios suficientes para aportar a la vida nacional sus riquezas espirituales, morales y cívicas".

Tenemos la impresión de que en nuestro país subsiste una lucha sutil contra la Iglesia, tratándola como una entidad privada o un hecho marginal que puede sustraer fuerzas o energías a la revolución. La existencia de una Oficina para la Atención a los Asuntos Religiosos, adscrita al Comité Central del Partido Comunista, es percibida a menudo como una instancia de control que limita la acción evangelizadora de la Iglesia, y no como una adecuada entidad que posibilite, mediante el diálogo, la revisión y solución de asuntos de interés común.

Aunque la misión de la Iglesia, como ya se ha dicho, no es política, quiérase o no, sus obispos y sus instituciones juegan un papel social. La Iglesia Católica está presente en medio de la sociedad al igual que las demás confesiones religiosas. Tiene derecho a un estatuto específico que le permita cumplir su misión; la satisfacción de ese derecho no es un privilegio. Por ello es poco realista, y puede pecar de espiritualismo vacío, una ruptura total de la Iglesia con los poderes públicos, porque deja a un lado las relaciones indispensables que todo grupo social se ve obligado a mantener con la sociedad política y sus autoridades.

1. Inicio
2. 3. La visita del Papa...
3. III. Naturaleza y misión de la...
4. 2. La misión de la Iglesia...
5. IV. La presencia pública...
6. 2. Compromiso político...
7. La independencia necesaria a...
8. 2. La unidad del pueblo...
9. 4. Construir la esperanza...
   
 
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