www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 7/9
 
La presencia social de la Iglesia
Instrucción teológico-pastoral, firmada por los 13 obispos católicos de Cuba, dada a conocer el 8 de septiembre de 2003, festividad de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
 

La independencia necesaria a la acción pastoral de la Iglesia no puede concebirse como una renuncia al diálogo y a los contactos institucionales con las autoridades de la sociedad. Los Obispos de Cuba reiteramos que la misión encomendada por Cristo a la Iglesia no es de orden político ni está inspirada en la preocupación por lograr una presencia pública que funcione con la lógica del poder. Es importante dejar bien sentado este punto, cuando unos esperan de la Iglesia que sea un partido de oposición y otros que se deje domesticar por el régimen político vigente. Pero, ¿cómo mantener contactos con el poder sin ser absorbidos por él? ¿Cómo relacionarse apareciendo completamente libres a la mirada de todos? Hay que tener los ojos muy abiertos a la realidad, escuchar pacientemente a los otros y, sobre todo, sanear evangélicamente el corazón para no confundir ni la prudencia con el miedo a perder falsas seguridades, ni la audacia profética con imprudencia temeraria.

En este contexto cobran particular importancia las declaraciones del Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado de Su Santidad, el día 30 de abril del presente año, en las que reafirma el valor del diálogo como vía para una mayor comprensión en la solución de conflictos. Refiriéndose a nuestra realidad el Cardenal Sodano afirma: "Nosotros continuaremos este diálogo. Nunca el diálogo se interrumpirá porque en todo hombre hay una base sobre la cual conversar... aún cuando parezca un diálogo sin esperanza".

La Iglesia en Cuba ha dicho siempre, en esta etapa revolucionaria, que espera contra toda esperanza y reconoce en el diálogo el cauce y el estilo que mejor pueden contribuir al servicio del pueblo del que forma parte. Sabemos que nuestra propuesta de un diálogo constructivo y reconciliador entre cubanos no es bien acogida, tanto por las autoridades del país como por algunos cubanos radicados fuera de la Patria. La Iglesia no tiene intereses políticos de grupo, porque no está alineada políticamente ni con el gobierno ni con la oposición. Por esto exhortamos a todos los cubanos, por el bien de Cuba, a superar la tentación común de vencer al otro, y a buscar en el diálogo responsable, entre todos, la solución de nuestros conflictos.

La Iglesia en Cuba ha tenido que ser firme y unida para mantener su independencia ante el poder de quienes gobiernan y ante aquellos que impugnan ese poder. Esto no significa que la Iglesia se mantenga indiferente a los problemas del pueblo cubano, sus dificultades, carencias y angustias. La Iglesia no puede ser neutral ante la falta de libertad del hombre, o si no se da la participación política de los ciudadanos según las opciones personales de cada uno. La Iglesia no se adhiere a tal o cual Proyecto, pero reconoce como un valor que los ciudadanos, siendo capaces de opciones libres, tengan la posibilidad de adherirse al proyecto de sociedad que deseen.

V. Algunos imperativos para la renovación

Ante la situación de la sociedad cubana y de la comunidad eclesial, señalamos algunos problemas y algunas propuestas que requieren especial atención para abrir caminos de futuro.

1. La libertad religiosa

Los cambios que se han producido en el mundo, provocados muchos de ellos por el ocaso de las ideologías, no han modificado sustancialmente la situación de la libertad religiosa en nuestro país. La concepción de la libertad religiosa sigue siendo restringida al ámbito de lo cultual, o sea, de las relaciones del cristiano con Dios, pero no de manera amplia y adecuada a la presencia de la Iglesia en la sociedad. Se trata, más bien, de una libertad de culto.

La comunidad de discípulos de Jesucristo requiere, por su misma naturaleza, una presencia pública en la sociedad. Frente a tendencias del laicismo moderno y de otras ideologías, que pretenden echar a la Iglesia fuera de la vida pública, de lo que se trata no es sólo de que la Iglesia tenga una existencia social y jurídicamente reconocida, sino de que su presencia en la sociedad sea evangélicamente significativa, como dice el P. Félix Varela, "para el bien de los pueblos no sólo en lo espiritual sino también en lo temporal".

El respeto a la libertad religiosa incluye que se facilite la participación social de los cristianos en la vida sindical, profesional y política, con la posibilidad de propagar y proponer a otros libremente su fe y la ética cristiana con sus implicaciones sociales.

Además, el respeto a la libertad religiosa implica, entre otros, el reconocimiento del derecho de la Iglesia a construir templos, a que se facilite la entrada al país de sacerdotes y religiosas que quieren ayudar en la obra de la evangelización, que la Iglesia pueda disponer del libre y normal acceso a los medios de comunicación y la natural presencia de la Iglesia en el campo educativo.

1. Inicio
2. 3. La visita del Papa...
3. III. Naturaleza y misión de la...
4. 2. La misión de la Iglesia...
5. IV. La presencia pública...
6. 2. Compromiso político...
7. La independencia necesaria a...
8. 2. La unidad del pueblo...
9. 4. Construir la esperanza...
   
 
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