www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
   
 
El desánimo llama a la esperanza y al cambio
Declaración del Consejo Diocesano de Laicos de Pinar del Río
 

Ante los tiempos de angustia que estamos viviendo los cubanos, ante la realidad de crisis económica, política y social que vive nuestra patria, el éxodo, las tensiones, la falta de proyectos futuros, y ante la incoherencia de nuestra propia existencia y la falta de realización personal y social, queremos invitar a la reflexión y buscar en ella signos de esperanza.

Constatamos el aumento de la desesperanza, porque vemos amenazada hoy más que nunca la integridad, la dignidad y los derechos de la persona humana, el aumento de la violencia personal y social desatadas, los signos cada vez más frecuentes de alienación y hedonismo, la división familiar, la pérdida de valores, la falta de libertad, las opresiones e injusticias estructurales que dependen en primer lugar de nosotros mismos, entre otros, nos ponen ante un camino donde para muchos no se avizora una luz esperanzadora.

Nuestra desesperanza es fruto de haber puesto la esperanza en proyectos que no promueven a la persona humana. Nuestra desesperanza es fruto de esperar tranquilamente que las soluciones las den otros y de no poner nuestra propia cuota de sacrificio y responsabilidad personales. El verdadero sacrificio es trabajar aquí y ahora para que se haga cada vez más presente lo que falta.

La esperanza es una experiencia muy quebradiza y puede ser vulnerable ante los sucesivos fracasos, porque ella se vive en la realidad cambiante de todos los días. Ella es amor y confianza, y precisamente se agiganta en los tiempos de crisis. Jesús nos anunció con su palabra y acción: "yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn. 6, 40). Hemos sido salvados para vivir en la fe y en la esperanza.

El hombre es siempre un proyecto que constantemente se está rehaciendo y ese modelo de humanidad no es otro que Cristo Jesús. La esperanza no es esperar que Dios lo haga todo, sino contando con Dios hacer nosotros con los otros lo que nos corresponde hacer.

En tiempos de crisis debemos aprender a esperar, no cruzados de brazos, sin dejarnos aplastar por la realidad que es siempre cambiable. Partiendo de la diversidad de creencias e ideologías, debemos reflexionar, dialogar, mirar al futuro, hacer nuevos proyectos sociales para nuestra patria, donde el hombre sea el sujeto, el protagonista y el fin.

El problema de Cuba es un problema entre cubanos, es un problema que surge de nuestra forma de vivir y organizar el país y debe ser resuelto entre todos los cubanos, sin exclusiones.

Nuestro pueblo ha demostrado con su historia una gran capacidad de recuperación, iniciativa y voluntad creativa para superar las crisis y producir los cambios necesarios, se ha caracterizado también por tener las herramientas, los dones y carismas para optar por la vida y seguir adelante. Escojamos la vida y los caminos de paz que se alzan del fango, son respiro de aurora y alimento del futuro.

Consejo Diocesano de Laicos.
Pinar del Río, 5 de junio de 2004.

Tiempo de Pentecostés

* Publicado por Vitral

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