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c u b a e n c u e n t r o . c o m
Encuentro en la red - Diario independiente de asuntos cubanos
Viernes, 05 de agosto de 2005
 
Editoriales
 
Financiación, totalitarismo y democracia
(20 junio 2003)
 

Un ejercicio de infamia

Es una práctica habitual del gobierno cubano rehuir el debate ideológico con sus críticos y opositores, sustituyéndolo por la deslegitimación.

En el primer número de Encuentro publicamos una declaración de principios que se ha cumplido estrictamente hasta hoy:

Encuentro 1
Primer número de Encuentro; verano de 1996. Una cultura diversa, contemporánea e internacional como una de las primeras esperanzas de la nación.

"La revista Encuentro tendrá como objetivo primordial el constituirse en un espacio abierto al examen de la realidad nacional. En nuestras páginas hallarán cabida tanto contribuciones de cubanos que viven en la Isla como de aquellos que residen en otros países, y también, desde luego, reflexiones de intelectuales extranjeros sobre nuestro país y su circunstancia. Pretendemos contribuir así a que nuestra cultura aparezca en su diversidad, en su vocación contemporánea e internacional, como una de las principales esperanzas de la nación". (Presentación, p. 3)

Razón por la que Encuentro, en virtud de su proyección democrática y su vocación de estimular la libre confrontación de ideas, ha suscitado, desde entonces, la hostilidad de ese gobierno: desde la coacción a los escritores de la isla (y a muchos del exilio) para que no colaboren con ella, hasta la realización de campañas difamatorias contra quienes la hacemos. Llegando al extremo de abrir un portal en Internet para, según sus propias declaraciones, concentrar en él sus ataques a Encuentro y al diario digital Encuentro en la red.

Es también práctica habitual del gobierno cubano, para descalificar a personas o instituciones que se le oponen, etiquetarlas como "anexionistas", colaboradores de la CIA y vendidas a Washington. Fiel a su costumbre, pretende desacreditar nuestras publicaciones propalando el infundio de que ambas están financiadas y mediatizadas por la CIA, para lo cual utiliza su burocracia cultural y la prensa cautiva de que dispone, encargada de manipular y ocultar datos. Aunque sabe que "Encuentro de la Cultura Cubana no representa ni está vinculada en modo alguno a ningún partido u organización política de Cuba o del exilio" y que "estará abierta a puntos de vista contradictorios e incluso opuestos, dará acogida y aún estimulará las polémicas, prefigurando así la sociedad plural que deseamos para nuestro país" (Encuentro, No. 1 p. 3).

No le ha bastado reiterar sus acusaciones desde el portal de marras. Sus ataques han saltado a las páginas de Granma y a las mesas redondas televisivas en las que diariamente se pretende "orientar" a la opinión pública del país, ya que si no se le dieran las noticias debidamente predigeridas e interpretadas, podría descarriarse o "confundirse" como tantos "amigos lejanos". Se impone, pues, poner las cosas en su sitio. Y eso significa responder a varias preguntas:

Ya que La Habana se refiere con insistencia a la financiación como mecanismo de servidumbre, ¿cómo funciona el mecenazgo en sociedades democráticas, y cómo opera en los regímenes totalitarios?

¿En qué consistió la guerra fría cultural patrocinada por la CIA, que La Habana insiste en prorrogar hasta nuestros días, atribuyendo a Encuentro un carácter instrumental? ¿Hubo una guerra equivalente patrocinada por los soviéticos? ¿Participó Cuba en esa guerra?

¿Hubo alguna posibilidad para los intelectuales de uno u otro bando, de desertar de esa contienda, o al menos abstenerse? ¿A qué precio?

¿Cuáles son las fuentes de financiación de Encuentro desde su surgimiento hasta hoy?

¿Existe aunque sea la más mínima prueba de que Encuentro esté o haya estado alguna vez financiada por la CIA?

¿Han condicionado alguna vez nuestros patrocinadores la agenda de la revista, o puede demostrarse documentalmente su absoluta y total independencia editorial, no sólo de gobiernos, sino de partidos e instituciones políticas de cualquier signo?

¿Cuáles son las verdaderas razones del odio visceral del gobierno de Cuba a Encuentro de la cultura cubana?

Mecenazgo en democracia

Andrew Carnegie
Magnate del acero Andrew Carnegie. La obligación de compartir la riqueza individual para el bien de la humanidad.

Tanto la noción de filantropía como las actividades filantrópicas han formado parte del tejido social de Occidente desde sus orígenes. El mecenazgo propició el Renacimiento italiano, el despegue de las ciencias y la Ilustración, por citar apenas unos casos.

De estos antecedentes parten las ideas de responsabilidad social del individuo, del valor de la ayuda mutua, y del voluntariado, para desembocar en el concepto moderno de filantropía, expresado en 1889 por el magnate del acero Andrew Carnegie, como la obligación de compartir la riqueza individual para el bien de la humanidad. Siguiendo sus pasos, John Rockefeller, Margaret Olivia Sage y posteriormente Henry Ford, entre otros, organizaron su actividad filantrópica adoptando una estructura similar a la de las grandes corporaciones, gracias a las cuales habían hecho sus fortunas: sociedades anónimas manejadas por expertos administradores de donativos. Sus fundaciones financian, sobre todo, arte, educación, medicina e investigación científica: las universidades de investigación, las escuelas de medicina profesionales, los museos y las bibliotecas públicas son cuatro de las instituciones estadounidenses más exitosas creadas y/o financiadas por las fundaciones privadas.

Es obvio que la exención de impuestos constituye uno de los principales incentivos para la creación de estas instituciones. Sin embargo, no hay que olvidar la religiosidad de la sociedad norteamericana, su tradición de participación ciudadana y su convencimiento de que existe un pluralismo de soluciones para cualquier problema.

La gran mayoría de las fundaciones privadas han sido constituidas por donaciones individuales o familiares: fue el caso de las Rockefeller, Kellogg, Ford, MacArthur, y más recientemente de la Bill y Melinda Gates, de la Turner o de la Soros, entre las más conocidas. No reciben donaciones ni del gobierno ni del público en general, y pagan un pequeño impuesto sobre sus donativos. Para mantener su estatus "no lucrativo", además de no lucrar, las fundaciones privadas están obligadas a gastar anualmente como mínimo un 5 por ciento del valor de mercado de sus activos, constituidos en su gran mayoría por acciones y bonos que negocian en los mercados de valores. Gracias al boom financiero en los Estados Unidos, en los últimos años las fundaciones privadas se multiplicaron, y en 2001 desembolsaron US$12,300,000,000 en donativos, destinados a las más disímiles acciones dentro y fuera de Estados Unidos.

Rockefeller
Febrero de 2001. Banquero Rockefeller (centro) en La Habana. $ 100.000 para proyectos en Cuba.

Durante muchos años las causas financiadas por las grandes fundaciones privadas fueron la expansión del estado benefactor, el movimiento a favor de los derechos civiles, las acciones preferenciales dirigidas a las minorías raciales y étnicas, el movimiento feminista, etc., hasta el desarme, la solución pacífica de las controversias y el control de la natalidad en los países pobres. En los años 70, el movimiento conservador estableció sus propias fundaciones tales como la Heritage, la Cato o la Olin, mucho más politizadas, decididas a promover valores conservadores.

Un esquema semejante funciona en el resto del mundo occidental aunque, por razones de volumen económico y por no estar tan perfeccionado el sistema de exenciones fiscales, el monto de las operaciones filantrópicas privadas en Europa es considerablemente menor. En los países que forman parte de la Unión Europea, los sistemas de mecenazgo no se basan tanto en la iniciativa privada, como en la gestión estatal. Esas ayudas son administradas por entidades públicas, en la mayoría de los casos gestionadas por agencias adscritas a los ministerios de asuntos exteriores, que las conceden a proyectos de desarrollo, formación, gobernabilidad, difusión cultural, etc. Por ejemplo, el gobierno español, uno de nuestros patrocinadores y quien dio el impulso inicial a la revista Encuentro, financió y organizó, en el marco de los Programas Educativos de las Cumbres Iberoamericanas, los de alfabetización de adultos en El Salvador y República Dominicana. En el caso de El Salvador, el programa se realizó inmediatamente después de la devastadora guerra civil y tuvo entre sus objetivos contribuir a un clima de reconciliación nacional que ayudara a paliar los efectos del conflicto.

La cooperación estatal europea es especialmente significativa en el terreno artístico e intelectual: formación, producción cinematográfica y edición de libros. A ello hay que añadir un entramado formado por gobiernos provinciales y municipales que contribuyen, desde sus posibilidades, a esta labor de mecenazgo. Quizás no está de más aclarar que los beneficiarios de estas ayudas no tienen que mostrar simpatía hacia el gobierno que las otorga y que sus opiniones políticas en la mayoría de los casos ni siquiera son conocidas por sus patrocinadores.

Un vistazo al sistema de cooperación que ponen en práctica las fundaciones públicas y privadas en sociedades democráticas, demuestra que éstas suelen ejercer un mecenazgo atento al interés del destinatario, más que a una presunta "coincidencia ideológica". Muchas de ellas llevan a cabo programas de ayuda en países que son sus antípodas ideológicos (Cuba, China o Vietnam, por ejemplo). E incluso contravienen diametralmente la política exterior de sus países de origen, como es el caso de las fundaciones norteamericanas que abogan por la derogación del embargo a Cuba, sin ser molestadas, en un ejercicio de independencia inconcebible para las reglas del juego totalitarias. Bastan algunos ejemplos más para demostrarlo. (Ver Anexo, al final de este artículo, sobre iniciativas patrocinadas por las principales fundaciones norteamericanas y europeas). La información se encuentra disponible en Internet para todo aquel que desee corroborarlo. Una de las tantas razones por las que Internet es sumamente peligrosa para las autoridades cubanas.

El mecenazgo único: financiación y totalitarismo

Si una sociedad democrática es, por definición, plural, admitiendo grados de libertad que permiten, incluso, navegar contra la corriente de la política oficial; un estado totalitario sólo admite la circulación en un sentido. Toda infracción de la norma de tránsito, es penada. La explicación es muy sencilla: sólo el estado dispone de los medios, y los pone invariablemente a su servicio, erigiéndose en mecenas único.

En los estados totalitarios, se condiciona la subvención a la utilidad política o, cuando menos, a la neutralidad de los proyectos. En ellas sí se hace efectivo el axioma de que quien paga, manda. Un estado totalitario no sólo evita subvencionar cualquier proyecto que vaya contra su monopolio del poder y del pensamiento único, sino que prohíbe, siempre que le sea posible, fuentes alternativas de financiamiento. Penaliza también la producción y distribución en su territorio de medios de prensa alternativos, no sujetos a su control, aún cuando estos consigan sus propias fuentes de financiación. La transgresión de esta norma está recogida en el Código Penal cubano. Y más aún: elabora su propio Index de libros, periódicos, revistas, canciones y artistas prohibidos.

R. G. Alfonso
González Alfonso (dcha), director de la revista De Cuba, editada en La Habana sin contar con las autoridades. 20 años de prisión.

Es inconcebible que el gobierno cubano financie en la Isla o fuera de ella una publicación independiente, no sujeta a los dictados del poder. Un sistema tradicional en los regímenes totalitarios, que era nombrar "directores confiables" de todos y cada uno de los órganos de prensa, ha sido perfeccionado en Cuba: el Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central se encarga de instruir a esos directores sobre qué pueden y qué no pueden publicar, así como el enfoque adecuado. Una lectura de la prensa cubana, como antes la de los países del Este, permite constatar silencios unánimes; opiniones equivalentes, diferenciadas apenas por el ejercicio de la sintaxis; o el desplazamiento del punto de vista entre estrechísimos límites.

El totalitarismo implementa la funcionalidad política de la cultura, estableciéndose el gremialismo dirigido y el control vertical de la creación en todos los campos, siempre conceptual y, en los peores tiempos de la URSS, también formal. Esto no significa un juicio de calidad, ni descartar en bloque todo el arte producido bajo esas circunstancias; sino constatar las limitaciones impuestas, y los riesgos que deben correr los creadores. ¿Es posible un arte contestatario bajo el totalitarismo? La historia demuestra que sí, pero al transgredir ciertos límites, el creador es condenado al silencio por los mecanismos de difusión. Como también es posible un arte de altísimo nivel que no sea necesariamente contestatario y cuente no sólo con la tolerancia del poder, sino incluso con su apoyo.

Últimamente, muchas organizaciones estatales cubanas han sido homologadas como Organizaciones No Gubernamentales. En la práctica, ninguna ha tomado ni una sola decisión "no gubernamental"; e incluso conservan entre sus estatutos, cláusulas de apoyo irrestricto al gobierno y a Fidel Castro en persona.

La guerra fría cultural

Durante la guerra fría, la lucha ideológica fue el complemento de la carrera armamentista. En su libro La CIA y la guerra fría cultural (Editorial Debate, Madrid, 2001), muy promovido en la última Feria del Libro de La Habana, la investigadora Frances Stonor Saunders muestra las actividades que en este sentido desarrollaron los servicios secretos norteamericanos. En otro libro, también revelador, El fin de la inocencia (Tusquets Editores, Barcelona, 1997), que no circula en Cuba, el profesor Stephen Koch, de la Universidad de Columbia, revela las actividades paralelas desarrolladas por el KGB y el Komintern.

Dado que La Habana se empeña en mantener activo el último foco de la guerra fría cultural, que ha llamado "la batalla de ideas", e insiste en acusar a Encuentro desde esa lógica, se impone analizar las acciones de los Estados Unidos y de la URSS, los grandes contendientes de esa guerra, y la participación epigonal del gobierno cubano.

The Cultural Cold War
La CIA y la guerra fría cultural. Autora Saunders: 'En materia de historia todo debe estar sustentado con documentos'.

Ante todo, deberemos considerar que en una guerra los contrincantes se presuponen. De hecho, entre ambos se instauró un sistema especular. El Congreso por la Libertad de la Cultura (Congress for Cultural Freedom), actuaba como reflejo del Congreso por la Paz. Lo mismo ocurría con el staff de voceros fieles, libros, revistas y premios. Si hablamos de guerra fría cultural, normalmente pensamos en el período posterior a la II Guerra Mundial, pero comenzó mucho antes, justo tras la Revolución de Octubre.

Willi Münzenberg, comunista de origen alemán al servicio del Komintern, en una muy temprana reunión de ese órgano dijo: "Debemos organizar a los intelectuales". La revolución necesitaba creadores de opinión, portavoces prestigiosos que no constaran en la nómina del partido y otorgaran un "rostro humano" a la Utopía. Romain Rolland, Henri Barbusse, Lincoln Steffens o Heinrich Mann deberían mantener de cara al público una "independencia" que les otorgara legitimidad, ocultando cuidadosamente todos los hilos que conducían a Moscú. No era difícil. Durante los años 20 y 30, una gran parte de la intelectualidad fue de izquierdas, y en su mayoría actuaba por un sentido de justicia histórica, que presuntamente el sistema implantado por Lenin se encargaría de llevar a la práctica.

Algo equivalente ocurrió en el bando contrario, ocupado a fondo en atraer a la izquierda no comunista. Donald Jameson, agente de la CIA y ejecutivo del Congreso por la Libertad de la Cultura, afirmó irónicamente que lo que les hubiera gustado era crear intelectuales que "por propio razonamiento y convicción" coincidieran con el gobierno de Estados Unidos. Por su parte, Allen Dulles opinaba que el éxito de esa guerra dependía de "su capacidad de aparecer como independiente del gobierno, parecer representar convicciones espontáneas de personas individuales amantes de la libertad".

Tanto el Komintern como su sucesor, la Oficina de Información Comunista, jamás desecharon cualquier tipo de manipulación para conseguir sus propósitos, ni escatimaron recursos, incluso en épocas de penurias y hambruna en la URSS. Y funcionaron, en la práctica, como Ministerios Internacionales de Cultura y Propaganda.

Durante la posguerra llegaría la respuesta norteamericana: el Congreso por la Libertad de la Cultura, que costaría a la CIA decenas de millones de dólares durante sus 17 años de existencia. Para mantenerlo, la Agencia organizó una red de fundaciones filantrópicas, empresas y personalidades, que se encargaban de aportar "a título individual", el capital necesario para librar la guerra fría cultural. Capital que en buena medida procedía de la CIA. Entre 1963 y 1966, por ejemplo, de las 700 donaciones de más de US$10,000 concedidas por 164 fundaciones, unas 108 eran total o parcialmente fondos de la CIA. Y casi la mitad de las donaciones de esas 164 fundaciones, destinadas a acciones internacionales, tenían el mismo origen. Más de 170 fundaciones en total, canalizaron fondos con este propósito.

Münzenberg
Comunista Münzenberg en Berlín. Un 'rostro humano' a la utopía.

Los métodos soviéticos para atraer simpatizantes fueron desde la seducción y el interés económico hasta la extorsión, el sexo y el chantaje. Un juego de doble cara era entrar en consonancia con las reivindicaciones de la izquierda en cada país. Declararse contra la discriminación racial de los negros en Norteamérica, sin importar las limpiezas étnicas practicadas por Stalin. O a favor de la libertad sexual entre los ingleses contrarios a la moral victoriana, aplaudiendo la homosexualidad extendida en el grupo de Bloomsbury, mientras se perseguía a los homosexuales en la URSS.

La atención personal hacia los intelectuales y el halago hacia su vanidad se materializó desde las instituciones creadas al efecto, y en los recorridos turístico-políticos por la URSS, que se continuaron antes y después de la II Guerra Mundial, hasta la extinción del comunismo. Durante las giras, los intelectuales elegidos eran agasajados con más énfasis que en sus propios países. Aunque no siempre esas tournés tuvieran un final feliz. André Gide tras su larga gira de 1936 se convirtió en un antiestalinista. Y Dos Passos comentó a Hemingway que abandonar Rusia "fue como salir de la cárcel".

También el Congreso por la Libertad de la Cultura atrajo a los artistas e intelectuales prófugos del Este, promovió sus obras y en buena medida costeó sus carreras.

El sistema de subvenciones directas o indirectas fue practicado desde muy temprano hasta la caída del muro de Berlín. Bertolt Brecht, durante su exilio posterior a 1933, recibía un subsidio soviético de manos del agente Otto Katz, quien había sido director administrativo de Piscator y se encargó de proyectar su carrera, así como de manipular las de Alfred Döblin, el propio Brecht, etc. Los "elegidos" disfrutaban de ediciones copiosas en la URSS y eran distribuidos y promocionados por la red "multimedia" de Willi Münzenberg, que se extendía, incluso, hasta el Lejano Oriente.

El Congreso por la Libertad de la Cultura, en el otro bando, pagó con generosidad las colaboraciones de los intelectuales afines, otorgó becas, subvenciones, y sufragó campañas promocionales sobre todo en Europa.

Un sistema más perverso de atraer divulgadores de alto nivel, fueron "las damas del Kremlin": enroladas de buen grado o conminadas por los servicios secretos soviéticos, fueron las amantes y esposas de muchos intelectuales importantes: la princesa María Pavlova Koudachova, esposa asignada a Romain Rolland; Moura Budberg, amante, alternativamente, de H. G. Wells y Máximo Gorki; o Ella Winter, principal agente en la costa oeste, y Elsa Triolet, rusa de nacimiento, compañera de Louis Aragon.

Elsa Triolet
Elsa Triolet, rusa de nacimiento y compañera de Louis Aragon. Una de las 'damas del Kremlin'.

La organización de congresos fue otro sistema promocional muy bien estructurado desde el Congreso de Amsterdam Contra la Guerra, en 1932, totalmente sufragado por el Komintern. En junio de 1935 se celebró en la sala Mutualité de París el Congreso en Defensa de la Cultura, con fondos secretos proporcionados por el principal agente soviético en Europa, Mijaíl Kolstov. El congreso fue presidido, al menos nominalmente, por André Gide y André Malraux, y asistieron las celebridades de Europa, como E. M. Forster y Boris Pasternak. Le siguieron el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en la España de la guerra civil; así como la conferencia de escritores de Jarkov, con el protagonismo de Louis Aragon y Elsa Triolet. El 5 de octubre de 1947, aunque la URSS estaba en ruinas, se fundó en Belgrado la Oficina de Información Comunista (Cominform), relevo del extinto Komintern, que inmediatamente organizó en el teatro Kammerspiel el Congreso de Escritores de Berlín Oriental. El 25 de marzo de 1949, por iniciativa del Cominform, se celebró en el Waldorf Astoria de Nueva York la Conferencia Cultural y Científica por la Paz Mundial. Desde entonces se sucedieron los congresos, las reuniones del Consejo Mundial de la Paz, los festivales de la juventud y los estudiantes, así como todo tipo de eventos que permitían sostener una red mundial de apoyo.

Gide, Malraux
Escritores Gide, Malraux. Presidentes del Congreso en Defensa de la Cultura. París, 1935.

La respuesta tuvo lugar a mediados de 1950: el Congreso por la Libertad de la Cultura, celebrado en Berlín Occidental, con gran despliegue de recursos e invitaciones a la flor y nata de la intelectualidad occidental, incluso a Jean-Paul Sartre, quien se negó a asistir, ni siquiera para censurar el evento. Fue el primero de una serie de congresos y reuniones que signarían la trayectoria del antisovietismo cultural organizado.

Si algo comprendió el avispado publicista Willi Münzenberg, fue que no bastaba una red de voceros, sin un sistema de amplificación, de modo que ya en 1926, poseía en Alemania los diarios Berlin am Morgen y Welt am Avenid, y la revista Arbeiter Illustrierte Zeitung, que tiraba un millón de ejemplares, contrapunto de Life; más un manojo de publicaciones especializadas. En Japón, el trust controlaba 19 revistas y periódicos. En Estados Unidos, el diario P.M. intentó convertirse en la versión norteamericana del Ce Soir francés, dirigido por Paul Nizan, y apadrinado por Louis Aragon. Durante la posguerra el organismo internacional de propaganda se estableció en Praga, donde se imprimían, en todos los idiomas, revistas y folletos cuyos centros de distribución eran los partidos comunistas, y los circuitos paralelos, integrados por los simpatizantes, o los agentes de influencia, por lo general intelectuales "no partidistas".

Idéntico procedimiento empleó el Congreso por la Libertad de la Cultura. No sólo apuntaló económicamente la revista inglesa Twentieth Century en 1951, con el propósito de influir en su línea editorial, sino que creó su propia panoplia de revistas, posiblemente tomando como modelo la revista de alto nivel Die Zukunft (El futuro), con Arthur Koestler y Manès Sperber como responsables editoriales, una de las últimas iniciativas de Willi Münzenberg. Junto a las emblemáticas Der Monat (1948), Preuves (1951), Encounter (1953) y Cuadernos (1953), dirigida a América Latina y renombrada después Mundo Nuevo, se encontraban
Stephen Spender
Stephen Spender. Editor de Encounter. Elegido por la CIA y el M16.
otras que circularon en Italia, Australia, la India, Japón, etc. Estas revistas crearon un sistema de valores. Apegarse a él equivalía a ser publicado y promovido. La censura estricta no fue casi nunca necesaria, pero hubo algunos casos que provocaron escándalos. Un artículo de condena a la actitud de los soldados norteamericanos en la guerra de Corea, fue vetado por Encounter, así como otro que criticaba la política norteamericana hacia China. ¿Qué habría sucedido en la URSS con un artículo que criticara al Ejército Rojo o la política exterior hacia Yugoslavia?

El imperio de Willi Münzenberg incluyó agencias de prensa que mezclaban periodismo legítimo e independiente con historias prefabricadas por el aparato; emisoras de radio, compañías de cine, clubes de libros, giras patrocinadas, libros por encargo y editoriales. Financió en buena medida la vanguardia de Weimar en el teatro, con Piscator a la cabeza, así como la distribuidora alemana Prometheus Film, que promovía en Occidente el cine soviético.

La actividad del Congreso por la Libertad de la Cultura tampoco se limitó a la publicación de revistas: editó libros, organizó encuentros, conciertos, giras artísticas, exposiciones, etc. También la CIA contaba con un entramado de escritores y periodistas en nómina que redactaban libros y artículos de temas muy diversos.

Mientras Münzenberg antes de la guerra promovió exposiciones de arte dadaísta, el Congreso por la Libertad de la Cultura se encargó de promocionar el expresionismo abstracto norteamericano.

No faltó el sistema de premios de alto nivel, como el Premio Internacional de la Paz, el Premio Stalin y el Premio Lenin; que tendrían su contraparte en el sistema de becas, premios y promociones instituidos por el Congreso por la Libertad de la Cultura.

La revelación de la guerra fría cultural de la CIA y sus mecanismos de financiación se filtró en 1966, cuando la revista californiana Ramparts empezó a investigar la red de tapaderas de la Agencia. La CIA contraatacó, no desmintiendo sus investigaciones, cosa imposible, sino intentando atribuir a la revista fuentes soviéticas de financiación, y bombardeando su distribución. A pesar de ello, Ramparts logró contar la historia en 1967, demostrando así que en un país democrático se puede cuestionar no sólo a su gobierno, sino incluso a sus servicios de inteligencia.

La historia de la guerra fría cultural por parte de los servicios secretos soviéticos jamás habría sido develada por una revista rusa antes de 1991, y aún hoy adolece de numerosas lagunas, porque la apertura de archivos ha sido limitada.

Cuba y la guerra fría cultural

¿Cómo participó (participa) Cuba en esa guerra fría cultural? Aunque el gobierno de Castro siempre prefirió métodos más expeditivos, como la desestabilización de gobiernos (democráticos o no), la organización de movimientos guerrilleros y las guerras en otros países, no por ello desatendió el frente intelectual ni renunció a la manipulación. Durante los primeros años de la revolución se crearon dos instituciones de propaganda ideológica más o menos encubierta: la Casa de las Américas y el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), a las que se sumarían el Ministerio de Cultura, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y otras instituciones. Por medio de ellas, se invitó a lo más destacado de la intelectualidad latinoamericana, europea y norteamericana a "conocer el país", con el objetivo de convertirlos en vectores propagandísticos del régimen. Alojados en los grandes hoteles o en las casas "de protocolo", disfrutan de tours a diferentes enclaves turísticos y son surtidos con una prodigalidad que contrasta con las penurias que padece el pueblo cubano. Les prestan, gratuitamente también, toda clase de servicios médicos, en ocasiones incluso cirugía estética. El "tratamiento" se prolonga al regreso a sus respectivos países, donde son "atendidos" por los agregados culturales de las embajadas cubanas. Se propicia un sentimiento de agradecimiento permanente, una dependencia afectiva que acaba condicionando sutilmente las expresiones políticas de estas personas. Muchas de ellas callan ante hechos que no pasarían por alto en sus respectivos países para no lastimar a sus "amigos" en Cuba. Es, a escala internacional, el mismo mecanismo perverso que aplican a los ciudadanos de la Isla: los dones que te concede "la revolución" sólo admiten un pago: la incondicionalidad.

Además de estas artes de seducción, Cuba estableció como sistema la creación de una red de representantes diplomáticos, dedicados a los mecanismos de captación ideológica y cuya acción va desde la organización de asociaciones de amigos del gobierno cubano, hasta la penetración de los círculos universitarios y organizaciones sindicales.

García Márquez con Castro
La Habana. Escritor García Márquez con Castro. ¿Un Nobel para la 'Revolución'?

La revista Casa de las Américas fue, durante algunos años, una de las más importantes publicaciones literarias en castellano. En sus páginas aparecieron, en muchos casos precozmente, todas las figuras que devendrían en protagonistas del boom: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y un largo etcétera. En aquel momento no se exigía ningún tipo de lealtad previa y la calidad intelectual era suficiente para ser acogido generosamente en el país. De algunas de esas visitas salieron libros famosos, como Huracán sobre el azúcar, de Jean Paul Sartre, o Cantar de gesta, de Pablo Neruda.

En la segunda mitad de la década de los 60 comenzaron a surgir los problemas. El gobierno se radicaliza y muestra paulatinamente su esencia totalitaria, lo que provoca que algunos intelectuales cubanos se exilien y otros empiecen a asumir posiciones críticas, todavía dentro del sistema. El punto de inflexión de esta política cultural exterior se produce con el conocido Caso Padilla. Un jurado compuesto por los cubanos José Lezama Lima, Manuel Díaz Martínez, José Zacarías Tallet, el inglés J. M. Cohen y el peruano César Calvo, otorga por unanimidad a Fuera de juego, de Heberto Padilla, el premio UNEAC Julián del Casal de poesía en 1968. Las autoridades gubernamentales realizaron todas las presiones posibles para evitar la concesión del galardón, aunque no lo consiguieron debido a la inesperada firmeza con que los jurados defendieron su opinión. Dos años después, Heberto Padilla sería arrestado, sometido a fuertes coacciones psicológicas y se incoaría un proceso inquisitorial. Esto puso fin al idilio entre la intelectualidad occidental y el gobierno de la Isla.

Heberto Padilla
Poeta Heberto Padilla, autor de 'Fuera de juego'. Fin del idilio entre la intelectualidad occidental y el gobierno de La Habana.

Consciente ya de que los intelectuales de valía no son tan fáciles de manipular, el gobierno optó por acudir a dos expedientes. El primero fue mantener un reducido lobby de figuras de primer orden que por su antiimperialismo radical estaban dispuestas a transigir con los aspectos menos amables del sistema. El segundo, promover a figuras de menor relieve, creando otro lobby totalmente incondicional. Si se revisa la revista Casa de las Américas, desde su creación hasta nuestros días, se puede percibir el declive de la publicación, su politización y la paulatina sustitución de sus colaboradores de acuerdo con las pautas señaladas.

Otros medios de propaganda de esa "batalla de ideas", aún no bautizada, fueron Radio Habana Cuba y la agencia Prensa Latina, subvencionadas por el gobierno. Es sintomático que los clientes de esta última, principalmente los periódicos latinoamericanos, recibieran sus despachos gratuitamente. La experiencia más interesante extramuros fue la fundación, por parte de Cuba, de la revista Sucesos en México, dirigida por el periodista Mario Menéndez, destinada a entrevistar a los jefes guerrilleros latinoamericanos y servirles de canal propagandístico.

Desde los mismos comienzos de la revolución, el entonces incipiente régimen sitúa su campo de acción en los países del Tercer Mundo y, más específicamente, en Latinoamérica, entorno que considera su espacio natural. En ese contexto, uno de los métodos subliminales de exportación de ideología ha sido el sistema educativo cubano, que ha concedido becas a decenas de miles de estudiantes del Tercer Mundo, mucho más allá de las posibilidades reales de la economía del país, en crisis permanente desde principios de los 60. Hay que tener en cuenta que este sistema educativo difiere totalmente del de las sociedades abiertas. Independientemente de cuáles puedan ser sus méritos académicos, el conocimiento está inseparablemente ligado a la "formación ideológica", entendiendo como tal la cooptación política. Para el régimen de La Habana, la formación ideológica de profesionales de países del Tercer Mundo ha sido una de las operaciones más rentables, pues se crea en estos graduados una fidelización política condicionada por el agradecimiento y las amistades creadas durante su estancia en Cuba.

Siempre en el mismo sentido, uno de los medios que más ha interesado al sistema ha sido el cine, especialmente, otra vez, el latinoamericano. Y en este entorno encontró el terreno más propicio. La industria norteamericana del entretenimiento es uno de los sectores económicos más poderosos del mundo y controla prácticamente toda la distribución internacional. Durante decenios, las cinematografías latinoamericanas han agonizado en un enfrentamiento desproporcionado con esa maquinaria de poder.

A partir de 1980, el gobierno cubano crea el Festival Internacional del Cine Latinoamericano, uno de los más importantes, largos y costosos de América Latina, financiado por un gobierno que no es capaz de garantizarle a su población una subsistencia digna. Se puede aducir, con razón, que cualquier país tiene el derecho de organizar festivales de este tipo. Lo que llama la atención y le da la categoría de "inversión ideológica" es la magnitud del espectáculo y, por ende, su coste. Cientos de invitados, con todos los gastos a cuenta del pueblo cubano, alojados en los mejores hoteles de la capital y disfrutando de una realidad que nada tiene que ver con la cotidianeidad de la población.

Otra operación, esta sí medianamente "encubierta", ha sido la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, especie de ONG patrocinada por Gabriel García Márquez, en la que participan el Sundance Institute y el gobierno cubano, que ofrece las instalaciones y su mantenimiento. Lo interesante del funcionamiento de esta institución es que no sólo muchos de sus directivos han formado y forman parte de la nomenclatura, sino que, por lo menos en un caso, el propio García Márquez ha manifestado públicamente que la elección de un director de la escuela, Julio García Espinosa, se debió a la petición personal de Fidel Castro.

La guerra fría cultural se instrumentalizó también mediante congresos de todo género que se sucedían sin interrupción: premios literarios, reuniones continentales, festivales, etc., orientados hacia la adquisición de "agentes de influencia" y la persistente publicidad del sistema. La Habana se convirtió en un verdadero centro de difusión y propaganda.

Feria del Libro de Guadalajara
Pabellón cubano en la Feria del Libro de Guadalajara, México. Delegación de 600 personas. (P. Portal)

La última operación internacional del gobierno cubano en el terreno de la cultura fue la Feria del Libro de Guadalajara 2002, donde Cuba era el país invitado y asumió el traslado y hospedaje de una delegación de 600 intelectuales, artistas, funcionarios, etc., algunos de los cuales protagonizaron una sonada provocación durante el lanzamiento de la revista Letras Libres.

Los desertores culturales de la Guerra Fría

Si bien ambos bandos desarrollaron estrategias especulares, no todo es simétrico en esta historia. ¿Qué ocurrió a los desertores de la guerra fría cultural en cada bando?

Entre los años 20 y los 30, una buena parte de la intelectualidad de Occidente simpatizaba con el experimento soviético, sin que por ello vieran cerrarse las puertas de las editoriales, las galerías, los museos o los teatros. Por el contrario, existía una suerte de fraternidad gremial, donde la pertenencia a la izquierda era una llave maestra que abría numerosas puertas. Fraternidad que, en Europa, se prolongó casi hasta la caída del muro, y que con frecuencia asoma cuando se trata el tema de Cuba.

J. Dos Passos
Escritor Dos Passos al abandonar Rusia: 'Fue como salir de la cárcel'.

Es larga la relación de intelectuales de izquierda, incluso comunistas y estalinistas residentes en países democráticos, que hicieron carrera sin obstáculos: Romain Rolland, Henri Barbusse, Lincoln Steffens, el grupo de Bloomsbury, André Gide, Elsa Triolet, Louis Aragon, André y Clara Malraux, así como Dos Passos, Hemingway, Neruda, Bertolt Brecht, Camus, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Picasso o Jean Genet, seguidos por Marcusse y Noam Chomsky en fechas más recientes. Esos intelectuales occidentales que desertaron de la guerra fría, o que en todo momento preservaron su independencia, no fueron recluidos en gulags ni en sanatorios psiquiátricos, ni silenciados, procesados por traición a la patria o ejecutados. Los mayores contratiempos que sufrió Neruda, por ejemplo, fueron la campaña contra su nominación al Premio Nobel (que obtendría de todos modos una década después), orquestada por el Congreso por la Libertad de la Cultura; y posteriormente la fatwa, dictada contra él por "los coroneles literarios de La Habana", en definición del poeta.

Un paréntesis importante, que se produjo en medio de la sutil operación norteamericana de influir en la intelectualidad europea, sin que se viera la mano de la CIA, fue la aparición del senador McCarthy, como el elefante en la cristalería. Durante esos años negros para la intelectualidad norteamericana (1947-1954), que empezaron antes de McCarthy, decenas de miles perdieron sus empleos; varios centenares sufrieron prisión, 150 fueron deportados y el debate cultural quedó enrarecido por la histeria anticomunista. Fueron condenados a la hoguera libros previamente quemados por los nazis: La montaña mágica, de Thomas Mann, las obras de Tom Paine y Freud, La teoría de la relatividad, de Einstein; y el ensayo de Thoreau sobre la desobediencia civil fue prohibido a la vez en Estados Unidos y en China, por lo que resulta especialmente recomendable. El Congreso por la Libertad de la Cultura no hizo honor a su nombre y apenas publicó, muy tarde (1954), el libro de Decter y Rorty, McCarthy and the communists, dirigido contra los métodos de McCarthy.

Antes y después de ese paréntesis, las cosas fueron diferentes. En 1963, nueve años después de que McCarthy fuera defenestrado por el senado, apareció la revista New York Review of Books, bajo la dirección de Jason Epstein y Robert Silvers, ajena a los dictados del Congreso por la Libertad de la Cultura. Su éxito indicaba el inicio de una nueva era, la era de Mailer y Podhoretz, del alarido de Allen Ginsberg, la libertad sexual y la sicodelia, la juventud contestataria y el movimiento contra la guerra de Vietnam. Mayo del 68 se acercaba. De hecho, el macarthysmo ha quedado fijado en el imaginario colectivo norteamericano precisamente por su excepcionalidad, como una mancha en su tradición de libertad de expresión.

Sobre el macarthysmo, Frances Stonor Saunders (La CIA y la guerra fría cultural, p. 290) nos dice: "Mientras los escritores y artistas soviéticos eran perseguidos a una escala que no se puede comparar bajo ningún aspecto con la campañas de McCarthy en Estados Unidos, ambas situaciones comparten bastantes analogías".

¿En qué consistía ese cambio de escala?

Mijaíl Bulgakov fue silenciado a partir de 1930. El maestro y Margarita no sería publicadO hasta 1966.

Pasternak, uno de los mayores poetas del siglo XX y autor de Doctor Zhivago, se vio obligado a rechazar el Premio Nobel concedido en 1958, para evitar su condena a destierro.

Anna Akhmatova, silenciada, fusilado su marido y recluido su hijo en el gulag, murió en 1966. Sus Poemas Completos no aparecerían hasta 1990.

Solzhenitsyn, matemático y oficial del Ejército Rojo, por escribir una carta criticando al régimen, vivió desde 1945 hasta 1956 en campos de concentración siberianos, donde se gestó Un día en la vida de Iván Denisovich (Moscú, 1962).

La novela Vida y destino, de Vasili Grossman —reportero de primera línea y héroe nacional durante la guerra—, fue decomisada en 1961. Publicada en 1980 en Suiza, no aparecería en Moscú hasta 1989.

Ossip Mandelshtam, arrestado en 1934, murió en el gulag. Boris Pilniak desapareció en las cárceles de Stalin, y Sajárov fue condenado a deportación.

La represión no se limitó a los presuntos "enemigos". El poeta de la revolución por excelencia, Vladimir Maiakovski, incapaz de soportar las presiones, se pegó un tiro en 1930. Ya Esenin se había ahorcado en un hotel de San Petersburgo en 1925, y Marina Tsvietáieva, fusilado su marido y confinado su hijo en un campo, se ahorcaría también en 1941. Isaac Babel, el autor de Caballería Roja, fue asesinado en 1940 en la prisión Buturka. La conjura de los boyardos, de Eisenstein, segunda parte de Iván El Terrible (1943), estuvo prohibida hasta la muerte de Stalin en 1953. Hacía un lustro que el cineasta había muerto. Prokofiev fue censurado en 1948 por su "formalismo burgués". El Premio Stalin (1951) le devolvió el favor del gobierno.

V. Piñera
La Habana, 1961. Autor Piñera: 'Tengo miedo'.

Tan terrible como el gulag, la muerte, el ostracismo, o el destierro de miles de creadores condenados a hacer su obra lejos de la patria, fue el miedo permanente, la autocensura, vivir en condiciones de libertad condicional limitada, que podía ser derogada en cualquier momento, sin apelación, por los caprichos y las arbitrariedades del sistema.

En Cuba basta recordar el ostracismo a que fueron sometidos Virgilio Piñera, Lezama Lima, Antón Arrufat, César López, Manuel Díaz Martínez, y tantos otros. El Caso Padilla. El destierro interior de los escritores católicos. Los desmanes de los 70. El escarnio y encarcelamiento de María Elena Cruz Varela. La persecución a Reynaldo Arenas. El acoso a los pintores de los 80. El silencio de Dulce María Loynaz. Los libros condenados al veto. La muerte civil de Pedro Luis Ferrer. Las condenas de prisión dictadas contra los poetas Raúl Rivero y Manuel Vázquez Portal, y otros periodistas independientes. El confinamiento de algunos autores exiliados en el limbo del olvido. El Index del castrismo decretando qué escritores extranjeros son aptos para el lector cubano. A eso posiblemente se refiriera F. S. Saunders como una escala diferente. Autora que, por cierto, en un artículo publicado en La Habana, dice que "La verdadera libertad de los intelectuales y artistas debe radicar en que estos estén motivados por sus propios principios, más que por los dictados de gobiernos o estrategas, y que en vez de ser forzados a tomar partido, deben tener libertad para patear las barreras erigidas alrededor de las ideas. Sólo de esta manera podrá, como dijera Milan Kundera, surgir ‘la sabiduría de la duda’ ". Sin darse cuenta de que Milan Kundera, en Cuba, salvo para los lectores clandestinos, no existe.

Encuentro y sus fuentes de financiación

La historia de la fundación de Encuentro se remonta a 1994, año de la celebración del cincuentenario de la revista Orígenes. La Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores de España organizó el seminario La Isla Entera, con el propósito de reunir a un numeroso grupo de creadores y críticos literarios cubanos, tanto residentes en la Isla como en otras latitudes, al margen de sus ideas políticas. Durante una semana se celebraron sesiones matinales en la Universidad Complutense de Madrid, con una nutrida asistencia de profesores y alumnos, y mesas redondas por las tardes en la Casa de América, abiertas al público, que abarrotó el local ante la expectativa suscitada por un evento tan inusual en aquellas fechas. El único antecedente era la reunión entre once escritores, cinco de la Isla y seis del exilio, auspiciada en Estocolmo por el Centro Internacional Olof Palme, que transcurrió a puerta cerrada.

La Isla Entera convocó en Madrid a Gastón Baquero, Guillermo Rodríguez Rivera, Manuel Díaz Martínez, Rafael Alcides, Felipe Lázaro, José Prats Sariol, Alberto Lauro, Cleva Solís, Mario Parajón, Jorge Luis Arcos, Efraín Rodríguez Santana, Pablo Armando Fernández, César López, Orlando Rodríguez Sardiñas, Heberto Padilla, Enrique Saínz, Pío E. Serrano, José Kozer, José Triana, Reina María Rodríguez, Nivaria Tejera, Bladimir Zamora y León de la Hoz. El encuentro no pudo ser más cordial. Amigos que no se habían vuelto a ver en muchos años. Jóvenes que veían por primera vez en "carne y hueso" al mito Padilla. El descubrimiento de "desconocidos" como José Kozer. Afinidades inmediatas, lágrimas, abrazos, anécdotas, risas. Todo presidido por la depurada sabiduría de Gastón Baquero, de vuelta de todos los extremismos y reclamando que "la cultura nacional es un lugar de encuentro" (Encuentro Nº 1, p. 4). Esta frase de Baquero, un poeta que supuestamente intentan "recuperar" las autoridades culturales de la Isla, inspiró el nombre de nuestro proyecto intelectual. Aunque conocíamos perfectamente el antecedente de la revista Encounter, nunca nos preocupó la coincidencia de denominaciones.

Entre los asistentes se hallaba, como uno más del público, el escritor cubano Jesús Díaz, recién llegado de Berlín, donde se había exilado desde 1991. Inmediatamente se sumó al grupo formado por los escritores participantes y compartió con ellos, durante esa semana, almuerzos, discusiones, tertulias, cenas e interminables conversaciones.

Jesús Díaz venía a Madrid con una idea fija: fundar una revista donde encontrara cabida "un debate sobre el presente, el pasado y el futuro del país, abierta a puntos de vista contradictorios e incluso opuestos… prefigurando así la sociedad plural que deseamos para nuestro país" (Encuentro Nº 1, p. 3). Ya había dado pasos en este sentido con algunos amigos diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores. El seminario de Madrid no podía ser más oportuno. Rápidamente convocó a una reunión a la que invitó, no sólo a los participantes en La Isla Entera (salvo a algunos que ya se habían marchado), sino a un relevante grupo de intelectuales cubanos residentes en Madrid. Expuso su proyecto, se produjo un diálogo marcado por el entusiasmo, y los asistentes confirmaron su apoyo y lo enriquecieron con sugerencias e ideas.

En 1995 se fundó la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana, requisito legal indispensable para solicitar patrocinios, y en 1996 la Agencia Española de Cooperación Internacional decidió dedicar una subvención al nuevo proyecto, con la que se inició la publicación de la revista Encuentro (número 1, verano de 1996), en condiciones bastante precarias.

En 1997, además de la AECI, Encuentro obtuvo el apoyo de la Fundación Pablo Iglesias, el Centro Internacional Olof Palme y la National Endowment for Democracy.

En 1998, la Fundación ICO se sumó a las anteriores y, a partir de 1999, la Fundación Caja Madrid, la Dirección General del Libro del Ministerio de Educación y Cultura de España y The Ford Foundation. Estos patrocinios se han mantenido hasta la fecha.

En el 2000 concebimos un nuevo proyecto: publicar un periódico digital que recogiera diariamente la temática de actualidad referida a asuntos cubanos. Literatura, humor, política, deporte y música, entrelazados con artículos de opinión y un noticiero que ofreciera el panorama más amplio posible. Este proyecto obtuvo el apoyo de la Fundación Ford y The Open Society Institute. Con estos fondos pudimos montar y equipar una oficina que albergaría tanto la redacción de la revista Encuentro de la cultura cubana, como la del periódico Encuentro en la Red, Se contrató a un equipo técnico para la implementación del proyecto, así como a un grupo de periodistas, personal de redacción y secretarias.

Las subvenciones concedidas a la revista no consideraban el pago de las colaboraciones publicadas, como suele suceder en casi todas las publicaciones académicas y literarias. Sólo excepcionalmente se han efectuado pagos que, por su austeridad, bien se podrían calificar de simbólicos. El periódico digital, en cambio, requería un compromiso de trabajo regular y constante de un grupo estable de colaboradores, con los que se tenía que conformar a diario su contenido. Tanto por esta razón, como por el coste de la elaboración, actualización y mantenimiento del soporte informático, el presupuesto necesario se incrementó sensiblemente.

Durante los años 2001, 2002 y 2003 se continuaron recibiendo las subvenciones habituales de la AECI, Dirección General de Libro, Fundación Caja Madrid, Fundación ICO, Fundación Ford y la NED, a los que se sumó la Junta de Andalucía.

En 2002 y 2003 recibimos una importante subvención de la Unión Europea, destinada al desarrollo de un proyecto de nuevas tecnologías que fue considerado de alta prioridad para la sociedad cubana por este organismo. De nuevo, The Open Society Institute se sumó al proyecto en 2003.

Todas las iniciativas de la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana han estado motivadas por la necesidad de proporcionar a nuestros compatriotas instrumentos básicos, legítimos e irrenunciables para paliar las barreras y censuras impuestas por el régimen. Por fortuna, hay entidades y organismos que perciben estas necesidades y apoyan financieramente aquellos proyectos que valoran como acertados y rigurosos. Pero la selección es exigente y la administración económica incluye controles frecuentes y auditorías externas. La permanente rendición de cuentas, que contempla tanto la calidad profesional del trabajo según los estándares europeos, como el buen uso del presupuesto (desde la compra de bienes y equipos y la contratación de personal, hasta los gastos de correo y papelería), debe ser satisfactoria para todos nuestros patrocinadores y ajustarse a las relaciones de calidad/precio vigentes en España. Esta información financiera, que debe ser aprobada anualmente por el Ministerio de Hacienda español (pero también por la Fundación Ford y la Dirección General del Libro, por la NED y la Unión Europea, por The Open Society Institute, la Junta de Andalucía y la AECI) difícilmente podría encubrir alguna utilización de los fondos que no fuera para los presupuestos aprobados para cada una de las actividades de la Asociación, de acuerdo con los costes reales de su realización en España, lo que garantiza la más absoluta transparencia financiera de nuestros proyectos.

En conclusión, que instituciones de muy diverso signo, de tendencias diametralmente distintas, han considerado que Encuentro es un proyecto que contribuye positivamente al debate y la información sobre la temática cubana, lo cual se refleja en la heterogeneidad de las fuentes: desde fundaciones privadas a partidos políticos de la izquierda europea —Partido Socialdemócrata Sueco y Partido Socialista Obrero Español—, desde agencias gubernamentales como la AECI y la Unión Europea hasta entidades financieras como Caja Madrid, pasando por gobiernos regionales —como la Junta de Andalucía, socialista— y otras instituciones de apoyo a la cultura. Esa diversidad, por sí misma, haría imposible "obedecer" ningún dictado de nuestros patrocinadores. Y, por supuesto, ninguna de estas instituciones jamás se habría atrevido a insinuar siquiera la menor sugerencia sobre nuestra línea editorial, hecho inconcebible en el mundo democrático.

Ejercicio de libertad

Jesús Díaz
Escritor Jesús Díaz, fundador de Encuentro: 'la cultura cubana es una sola'.

Dos de los principios fundacionales de Encuentro de la cultura cubana, fueron su independencia y su apertura a todas las voces, tendencias y geografías, conciliando en un solo espacio de diálogo las hasta entonces antitéticas nociones de "nosotros" y "ellos", "adentro" y "afuera".

Según La Habana, ese principio ha sido mediatizado bajo la influencia de nuestros patrocinadores, especialmente la NED, condicionando una línea editorial pro-norteamericana. Basta hojear la revista desde sus orígenes hasta hoy para percatarse de la falsedad de esas acusaciones.

Tan temprano como en el número 1, ya aparece una mirada crítica hacia el embargo, y en especial hacia la ley Helms-Burton. Pero no sólo. Encuentro ha dado cabida, a lo largo de sus 29 números, a numerosos textos que cuestionan la política norteamericana, tanto hacia Cuba como hacia el resto del planeta, textos que critican el escoramiento hacia la derecha en diferentes ámbitos y otros que diseccionan con rigor políticas europeas, e incluso ha acogido textos que censuran a la propia revista, y no sólo entre las cartas de los lectores, algo usual en las publicaciones de países democráticos. Ello queda perfectamente reflejado en muchos de los trabajos publicados, como cualquier lector podrá corroborar.

Ver los siguientes trabajos
- Jorge I. Domínguez: La transición política en Cuba. Nº 1, verano de 1996, pp. 5-12.
- Luis Manuel García: De cómo el lobo feroz se hizo cómplice de la caperucita roja. Nº 3, invierno 1996-97, pp. 31-37.
- Jesús Díaz: Una delicada bomba de tiempo. Nº 3, invierno 1996-97, pp. 132-133
- Joaquín Roy: Auge y caída de la ley Helms-Burton. Nº 4-5, primavera-verano, 1997, pp. 68-77.
- René Vázquez Díaz: La extraña situación de Cuba. Nº 6-7, otoño-Invierno de 1997, pp. 46-51.
- Alberto Recarte: La transición y el futuro de Cuba. Nº 10, otoño, 1998, pp. 89-100.
- Ignacio Sotelo: Cuba, 1998: reflexiones extemporáneas sobre un siglo perdido. Nº 11, invierno de 1998, pp. 27-47.
- René Vázquez Díaz: El individuo ante el embargo. Nº 12-13, primavera-verano de 1999, pp. 179-181.
- Max J. Castro: De agentes a arquitectos. Nº 15, invierno de 1999-2000, pp. 187-194.
- Marifeli Pérez-Stable: A 90 millas. Nº 15, invierno de 1999-2000, pp. 195-202.
- Ignacio Sotelo: Notas sobre la política española en Cuba. Nº 16-17, primavera-verano del 2000, pp. 89-105.
- Guillermo Rodríguez Rivera: Carta a Encuentro de la cultura cubana. Nº 20, primavera de 2001, pp. 254-258.
- Iván de la Nuez: Demócrata, postcomunista y de izquierdas. Nº 20, primavera de 2001, pp. 259-264.
- Tzvetan Todorov: Los terroristas quieren dominar aún más Pakistán y Arabia Saudí. Nº 21-22, verano-otoño de 2002. pp. 149- 153
- Rafael Alcides: La princesa dormida. Nº 24, primavera-otoño de 2002, pp. 129-139.
- Beatriz Bernal: Estudio histórico-jurídico de la Constitución de 1901. Nº 24, primavera-otoño de 2002, pp. 155-170.
- Carmelo Mesa-Lago: La Seguridad Social. Bajo la revolución (1958-2002). Nº 25, verano de 2002, pp. 213-324.
- Juan Antonio Blanco: Una obligación ética. Nº 25, verano de 2002, pp. 283-293.
- Diego Hidalgo: El futuro de la política exterior de Estados Unidos. Nº 26-27, otoño-invierno de 2002-2003, pp. 251-253.
- Andrés Ortega: Reglas, objetivos y medios de la política exterior de Estados Unidos. El diseño del nuevo imperio. Nº 26-27, otoño-invierno de 2002-2003, pp. 254-257.
- Javier Solana: Las semillas de una posible ruptura entre EE UU y Europa. Nº 26-27, otoño-invierno de 2002-2003, pp. 258-263.

Es evidente que no hay un hiatus en esta política, ni un punto de inflexión que permita a los funcionarios cubanos sostener la tesis del "desvío" del mesurado proyecto inicial. Aunque algo sí ha cambiado, año tras año. La consolidación de Encuentro, su talante conciliador y abierto a todos los ámbitos de la cultura cubana se ha acentuado; al mismo tiempo, la sostenida calidad de los trabajos publicados le han valido un prestigio que atrae incesantemente a nuevos colaboradores y lectores. Tendiendo puentes entre tendencias ideológicas, geografías y estéticas, Encuentro ha conseguido lo que el gobierno cubano ha intentado evitar durante casi medio siglo: la Cuba posible donde quepan todos los cubanos.

Por otra parte, la idea de que la cultura cubana es una e indivisible, no ha sido para nosotros un mero argumento retórico. La relación de personalidades a las que Encuentro ha rendido homenaje, salta cualquier barrera geográfica e ideológica y subraya lo trascendente: su aporte a nuestra cultura. Así hemos homenajeado a Tomás Gutiérrez Alea y a Gastón Baquero, a Eliseo Diego y a Luis Cruz Azaceta, a Fina García Marruz y a Julio Miranda, a César López y a Manuel Moreno Fraginals, a Antón Arrufat y a Heberto Padilla, a Abelardo Estorino y a José Triana, a Virgilio Piñera y a Antonio Benítez Rojo; a Nicolás Quintana, a Lorenzo García Vega y a Jesús Díaz. Como también hemos celebrado, en un acto de justicia, a la República y a la vilipendiada generación de Mariel. Una política que no variará, por muy virulentos que sean los ataques de las autoridades cubanas. Y no se trata, al estilo de La Habana, de rescatar post-mortem del ostracismo a escritores indefensos, filtrando hacia el lector cubano sus obras previamente escardadas de "malas hierbas". Nosotros no hemos dudado en homenajear a intelectuales que a su vez han recibido distinciones gubernamentales cubanas, y que en algún caso militan activamente a favor del régimen. El valor de sus respectivas obras es, en este caso, lo único que cuenta. Una prueba fehaciente del compromiso irreversible del diálogo cultural de Encuentro con lo mejor de la creación artística, literaria e intelectual de la isla es que el Homenaje del número 26/27 de este año, después de tantos ataques y calumnias, después de la Feria del Libro de Guadalajara y de mesas redondas y centenares de páginas infamantes en la prensa oficial cubana, estuvo dedicado al dramaturgo Abelardo Estorino, que reside en La Habana, e ilustrado por el gran pintor del pop revolucionario, Raúl Martínez.

En cuanto al principio de no exclusión y apertura que ha signado el quehacer de Encuentro durante sus seis años, basta recordar que, entre otros muchos colaboradores cuya mención in extenso es imposible, aunque todos sean depositarios de nuestro agradecimiento, se cuentan César López, Lina de Feria, Eliseo Diego, Raúl Rivero, Guillermo Rodríguez Rivera, Efraín Rodríguez Santana y Manuel García Verdecia; pero también Heberto Padilla, Gastón Baquero, Manuel Díaz Martínez, José Kozer y Nivaria Tejera. Han publicado en Encuentro Abilio Estévez, Pedro Juan Gutiérrez, Ena Lucía Portela, Ronaldo Menéndez y Atilio Caballero; junto a Antonio Benítez Rojo, Jesús Díaz, Zoé Valdés, Carlos Victoria, Eliseo Alberto y Eduardo Manet. Han aparecido textos de Mons. Carlos Manuel de Céspedes, de Rafael Alcides y Rafael Almanza, así como otros de Aurelio de la Vega, Jorge I. Domínguez y Enrico Mario Santí; de Oscar Espinosa Chepe y de Carmelo Mesa-Lago; de Aurelio Alonso y Marifeli Pérez-Stable. Han coincidido en nuestras páginas Ambrosio Fornet y Roberto González Echevarría; Jorge Luis Arcos, Víctor Fowler y Antonio José Ponte, junto a Iván de la Nuez, Emilio de Armas, Rafael Rojas y Gustavo Pérez Firmat.

Esta relación bastaría por si sola para demostrar que ninguna publicación cubana del último medio siglo ha sido tan abierta y plural, tan ajena a condicionamientos ideológicos, geográficos, académicos o generacionales, como Encuentro de la cultura cubana. Pero hay más, porque a esta lista se suma una larga relación de intelectuales no cubanos: Elizabeth Burgos, José Manuel Caballero Bonald, Jorge Castañeda, Régis Debray, René Depestre, Antonio Elorza, Jean François Fogel, Jorge Goldenberg, José María Guelbenzu, Gustavo Guerrero, Luis Goytisolo, Emilio Lamo de Espinosa, Soledad Loaeza, François Masperó, Adam Michnik, Carlos Monsiváis, Álvaro Mutis, Julio Ortega, Paulo Antonio Paranaguá, Charles Powell, Sergio Ramírez, Alberto Recarte, Pierre Schöri, Amartya Sen, Javier Solana, Carlos Solchaga, Ignacio Sotelo y John Updike son algunos de los ejemplos, entre otros muchos, que podríamos citar.

Todos ellos, cubanos y no cubanos residentes en cualquier geografía, son los artífices del proyecto Encuentro. Sin ellos, la idea no habría pasado de ser una ilusión compartida. Algo que conoce perfectamente el gobierno cubano, y es la razón de que haya ejercido enormes presiones sobre los intelectuales de la Isla, y sobre muchos del exilio, para que se abstengan de publicar en nuestras páginas. Presiones que en este momento han llegado a su clímax, cuando nueve de nuestros colaboradores, entre ellos el poeta Raúl Rivero, han sido condenados a penas que llegan a 25 años de privación de libertad. Escribir para Encuentro es uno de los "delitos" que se les imputan. La táctica de coaccionar a los autores de intramuros, no es sólo un ejercicio de autoritarismo. Su lógica es más perversa: una vez cortado el tráfico intelectual con la Isla, se puede acusar a Encuentro de ser una revista "del" y "para" el exilio. La razón por la que eso no ha ocurrido fue expresada por un intelectual cubano cuyo nombre no mencionaremos por prudencia. Dijo: "como antes había que publicar en Orígenes, ahora hay que publicar en Encuentro. Es la revista."

Las razones del pánico o ¿por qué Encuentro?

Raúl Rivero
Poeta Raúl Rivero, 20 años de prisión: 'Escribo en la tierra en que nací, en la que nacieron mis abuelos'.

Es evidente que, desde su fundación hasta la fecha, Encuentro ha suscitado la más amplia y plural adhesión de las instituciones del mundo democrático, cuyo patrocinio no significa, dentro de esta cultura, la menor intromisión en la línea editorial de la publicación, cosa que jamás habríamos tolerado. Tal vez esto sea difícil de comprender desde una óptica totalitaria.

En sus ataques el gobierno cubano ha afirmado que Encuentro "con sus aparentes fines culturales, esconde propósitos políticos". Nada más falso. Desde el primer número hicimos explícito que "La revista Encuentro tendrá como objetivo primordial el constituirse en un espacio abierto al examen de la realidad nacional (…) prefigurando así la sociedad plural que deseamos para nuestro país" (Encuentro, Nº 1, p. 3). No escondemos propósitos políticos. Hacemos explícito nuestro proyecto político: una Cuba plural y democrática, abierta al diálogo; en las antípodas de la Cuba totalitaria.

Durante los primeros treinta años de su gobierno, Fidel Castro exigió como paradigma el "intelectual comprometido" (con su régimen, desde luego). Tras la catástrofe y el descrédito, ante la profunda desilusión de la ciudadanía, y en especial de los intelectuales, se les invita a recluirse en sus tareas profesionales, lo más asépticas posibles. Si no aplauden, al menos no hagan ruido. Por eso le resulta intolerable que Encuentro esgrima, desde la independencia, un concepto ancho de la cultura, de la ecología a la poética, de la música y la arquitectura, a la transición posible y el poder de los militares en Cuba. No se tolera al intelectual comprometido si no se puede manipular ese compromiso.

El ejercicio de difamación emprendido por el gobierno cubano contra Encuentro parte de una norma simplista que ha reiterado desde inicios de los 60: quien no está conmigo, está contra mí. Y como sólo se acepta de los ciudadanos una norma de comportamiento, la obediencia, quien esté contra mí, tiene que estar al servicio de mi enemigo. De modo que si Encuentro recibe financiación por parte de fundaciones norteamericanas, se desprende que son éstas las que imponen su línea editorial y su agenda. Un razonamiento peligroso para el propio gobierno cubano, subvencionado durante tres décadas por la Unión Soviética.

Por otra parte, esto revela la necesidad que tiene el gobierno cubano de negar a sus críticos la autonomía de pensamiento, como si todo lo que piensa o escribe un intelectual independiente tuviera que estar dictado por su servidumbre a algún amo (la CIA, el Pentágono, la Casa Blanca o el "imperialismo yanqui"). Esta incapacidad para reconocer la libertad intelectual se extiende a toda persona que disienta, siquiera sea discretamente, de cualquier acción del gobierno cubano, lo que se ha puesto en evidencia con motivo de las recientes declaraciones contra la represión en Cuba de prestigiosos intelectuales y políticos del mundo democrático. La respuesta de La Habana: o están confundidos y desinformados; o forman parte de una nueva conspiración europea; o han sido presas de un ataque de ira que les obnubiló su capacidad de razonar. Esto vuelve a confirmarnos que el gobierno de Fidel Castro permanece atado a la mentalidad maniquea y paranoide de la Guerra Fría.

Uno de los hechos más significativos del contencioso con Encuentro es que el gobierno cubano y sus intelectuales orgánicos no se han atrevido jamás a entablar un debate intelectual con nuestras publicaciones. En ningún caso han asumido una discusión seria acerca de los temas y puntos de vista expresados en Encuentro, pese a que nuestras páginas siempre han estado y están explícitamente abiertas a sus colaboraciones. Su modus operandi se reduce a la sistemática difamación de directivos y redactores, el hostigamiento de los colaboradores que residen en la Isla —cuyo clímax es el encarcelamiento de nueve de ellos en abril de 2003—, e incluso a algunos de la diáspora, amenazados con la suspensión de tareas conjuntas, o la negación de visados para visitar a sus familiares y amigos.

¿Por qué este recurrente y patético intento de descalificar a Encuentro aludiendo a una falsa financiación turbia, para lo cual no han dudado en apelar a la difamación y al engaño más burdo? Hay tres razones: la soberbia, el miedo y la impotencia.

El gobierno de la Isla, desde una soberbia sin límites, se considera dueño y señor de las vidas y haciendas de todos los cubanos, y no admite la existencia de una publicación independiente y plural, que ha abierto sus puertas a todos, acogiendo colaboraciones de cientos de los más prestigiosos intelectuales tanto de la Isla como del exilio. En su arrogancia, se considera ahora también administrador de la obra que hacemos fuera de sus linderos territoriales. Tras esa soberbia se esconde el miedo ante el libre debate de las ideas, ante un espacio donde se puede hablar sin eufemismos ni discursos trucados, y donde nadie está obligado a refugiarse en el suelo sagrado de un silencio. Y la impotencia, porque al ser incapaces de rebatir la calidad indiscutida de Encuentro, se ven confinados al insulto y el engaño.

Y una razón que es síntesis de las anteriores: la ecología. El hábitat donde medra a sus anchas el totalitarismo es la beligerancia, la intolerancia, el miedo y la amenaza. Sobre la beligerancia permanente con Estados Unidos —cuyo mantenimiento se han esmerado en proteger de distensiones y aperturas— ha prosperado el estado de excepción en que viven los cubanos desde hace casi medio siglo. Su "guerra permanente" sirve de coartada para trocar un país en cuartel, exigir obediencia y fidelidad ciega, y declarar desertor al que no acepta vivir bajo esos parámetros. De modo que todo Encuentro es punible, todo diálogo que no se atenga al guión oficial es "obra del enemigo", y todo puente hacia la reconciliación debe ser dinamitado, a riesgo de que se desmorone la retórica de plaza sitiada y el poder omnímodo del régimen.

Cabría preguntarse de nuevo, como dijimos en el Editorial de la Asociación publicado en Encuentro en la Red el 21 de marzo, "Por qué una revista editada en España por un grupo de escritores y artistas despojados de todos sus derechos dentro de Cuba, obligados a vivir fuera de la sociedad que les pertenece y dentro de la cual deberían poder expresarse con libertad y proponer legítimamente opciones de gobierno, por qué una revista que no esgrime otra arma que las ideas, preocupa tanto a un régimen que domina la totalidad del territorio cubano, la vida de sus once millones de habitantes, la autorización o veto a que entren o salgan de la Isla, absolutamente toda la prensa escrita, radial y televisada del país, los libros que se publican, las películas que se exhiben y la música que se escucha, en fin, el control total de la nación?

¿Será que no pueden controlar ese otro territorio inaprensible: la mente de sus ciudadanos?"

Anexo

La Unión Europea (http://www.europa.eu.int )

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Es uno de los grandes instrumentos de cooperación internacional. Basta citar el Convenio de Cotonou, que aporta 11,300,000,000 € del Fondo Europeo de Desarrollo, a 78 estados del grupo ACP (África, Caribe y Pacífico), condicionando esas ayudas al respeto de normas democráticas, los derechos humanos y la libre expresión. Lo cual no equivale a un vasallaje o adhesión política, sino al mero cumplimiento de principios universalmente aceptados. Cuba solicitó su ingreso el pasado 23 de enero. Pero el 30 de abril la Comisión Europea, en respuesta a la oleada represiva desatada en la Isla, decide suspender su examen sobre la entrada de Cuba a Cotonou. Diecinueve días más tarde, el 19 de mayo, en un gesto superfluo, el gobierno de Fidel Castro retira su petición de ingreso y acusa a la Comisión de utilizar "el pretexto del desacuerdo europeo con las justas condenas impuestas por tribunales cubanos" para vetar su ingreso. La isla recibe de la U.E. unos 15-20 millones de euros al año, cifra que podría haberse multiplicado de ingresar en los acuerdos de Cotonou.

La Agencia Española de la Cooperación Internacional (http://www.aeci.es )

Dona fondos a instituciones de Cuba y es el patrocinador fundacional de Encuentro de la cultura cubana.

La Agencia Española para la Cooperación Internacional (AECI), adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores a través de la Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica (SECIPI) desarrolla en América Latina numerosos programas, entre los cuales se encuentran un Programa Especial de Seguridad Alimentaria (PESA), programas de salud, atención a la maternidad y a la infancia, así como otras políticas sociales; trabaja en la alfabetización en Nicaragua, crea infraestructuras en Honduras, restaura monumentos en Ecuador y Bolivia, y sostiene un programa indígena, cuya finalidad es apoyar los procesos de autodesarrollo sostenible, reconocer el derecho a su identidad propia, su protagonismo y el modo de relacionarse con la sociedad envolvente, de conformidad con su cultura y expectativas de futuro, así como su participación en los mecanismos estatales e internacionales de toma de decisiones que pueden afectarles directamente. En el contexto de estas políticas, su cooperación con Cuba incluye, entre otros proyectos:

Formación de recursos humanos, reflejada en la concesión de miles de becas de estudio y perfeccionamiento, además de estrechar los tradicionales lazos históricos y culturales hispano-cubanos.

Funcionamiento, desde 1989, del Aula de Cultura Iberoamericana, que ya en 1996 había celebrado más de 500 actividades en seis provincias: exposiciones, visitas de escritores, cursos y ciclos de conferencias —Vanguardias artísticas y Españoles de América, en colaboración con la UNEAC; ciclo Nuestra común historia en el Gran Teatro de La Habana; ciclos en cooperación con Casa de las Américas, etc.

Creación del Centro Cultural de España, en el edificio "Las Cariátides", de La Habana.

Implementación y fomento de la cooperación entre universidades cubanas y españolas; incluyendo la publicación conjunta de varias decenas de títulos en colaboración con la Universidad de La Habana, el ICL, etc.

Planes de apoyo a los sectores salud, agua y saneamiento, multisectorial y ayuda alimentaria. En especial, la restauración del Acueducto de Albear.

Apoyo al Plan de Revitalización Integral del Centro Histórico, con la restauración de la Alameda e Iglesia de Paula, así como de la Iglesia y Convento de San Francisco, todos en La Habana.

Patrocinio de la Escuela-Taller de La Habana.

Y esto, trabajando en estrecha colaboración con el Ministerio de Cultura, la Oficina del Historiador de la Ciudad, el Gobierno de la Ciudad de La Habana y el Comité Estatal de Colaboración Económica. En ningún momento estas instituciones cubanas se han considerado, en virtud de esta ayuda, una operación del gobierno español ni la AECI les ha exigido servidumbre a cambio.

Fundación Caja Madrid (http://www.cajamadrid.es )

Dona fondos a instituciones de Cuba y a Encuentro de la cultura cubana.

Financiada por una importante entidad bancaria española, no sólo sostiene, junto al Banco Popular de Ahorro la corporación financiera Habana. Más allá de los negocios con Cuba, también ha patrocinado:

La restauración de la plaza y la iglesia de Santa María del Rosario.

Una exposición de pintores cubanos contemporáneos.

La donación de libros y vídeos a la Biblioteca Nacional.

La edición de diferentes libros, así como el catálogo Arte cubano, más allá del papel, en colaboración con el Centro Wifredo Lam de La Habana y el Centro Cultural Conde Duque (2001).

La Fundación Ford (http://www.fordfound.org )

Dona fondos a instituciones de Cuba y a Encuentro de la cultura cubana.

Según la investigadora Francis Stonor Saunders, argumento repetido por La Habana, la Ford canalizó dinero de la CIA destinado a subvencionar al Congreso por la Libertad de la Cultura, cuyas actividades cesaron a fines de los 60. Sobre esta Fundación, hay otros datos que deberían conocer los lectores de Encuentro.

La Fundación Ford apoya, en Estados Unidos, a las siguientes organizaciones:

La ACLU (American Civil Liberties Union), pionera en la defensa de las libertades individuales.

El NAACP (National Council for the Advancement of Coloured People) una de las organizaciones más comprometidas con los derechos de la comunidad afroamericana.

La Raza y MALDEF (Mexican American Legal Defense Fund) que luchan por los derechos de los Hispanos.

NOW (National Organization of Women), de corte feminista.

Catholics for Free Choice, grupo de católicos a favor de mantener despenalizado el aborto.

Entre sus acciones contrarias a las políticas de diferentes administraciones norteamericanas se encuentran las siguientes:

En 1964, la Fundación Ford protegió a numerosos académicos brasileños cercanos al gobierno del presidente Goulart que se vieron amenazados por los militares golpistas. El expresidente Fernando Henrique Cardoso fue uno de ellos.

En 1973, hizo lo mismo con muchos intelectuales chilenos que debieron exilarse después del golpe de estado patrocinado por los sevicios secretos norteamericanos, contra el presidente democráticamente electo Salvador Allende.

Durante la era Reagan, la Ford, contra la política militarista de la administración republicana, abogó por una solución negociada al conflicto centroamericano y financió casi en su totalidad al movimiento centroamericano de derechos humanos: la oficina de derechos humanos del arzobispado y la Fundación Mirna Mack en Guatemala; la oficina de Tutela Legal en El Salvador; la Comisión Centroamericana de Derechos Humanos (CODEHUCA), el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, y muchos otros.

Respondiendo a una solicitud de Javier Pérez de Cuéllar, la Fundación Ford apoyó las negociaciones de paz en El Salvador con una serie de donativos a Naciones Unidas para solventar necesidades logísticas de ONUSAL, la Misión de Paz de Naciones Unidas en El Salvador.

La Fundación Ford subvenciona el trabajo de desclasificación de documentos en base en la ley de libertad de la información (Freedom of Information Act) que lleva a cabo la organización Archivos de Seguridad Nacional (National Security Archives) y el trabajo investigativo de las comisiones de la verdad en Chile, Brasil y Guatemala, que ha revelado la complicidad de las sucesivas administraciones estadounidenses —demócratas y republicanas— con las violaciones a los derechos humanos perpetradas por las dictaduras militares en los países latinoamericanos.

Apoya al Foro Social Mundial que se celebra en Sao Paulo, como contrapeso a la reunión globalizadora de Davos.

Coopera en la financiación de la labor de Mary Robinson, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, a favor de la creación de la Corte Penal Internacional de cuyo tratado de creación el gobierno del Presidente Bush retiró la firma.

En el tema medioambiental, la fundación apoya al Consejo de Protección Forestal (Forest Stewardship Council), un fuerte crítico de los planes de la administración Bush de abrir campos de extracción petrolera en zonas de las reservas forestales de Alaska.

Con relación a Cuba, la Fundación ha apoyado sobre todo actividades de intercambio académico, pero también:

La Fundación Amistad Inc., recibió de la Ford US$100,000 para contribuir a la modernización de la biblioteca de Casa de las Américas, en La Habana, poco sospechosa de ser una operación de la CIA.

A través de Cuba Research and Analysis Group, la Ford destinó a Cuba en el 2001, US$150,000, con el objetivo de facilitar el acceso a información on line a los usuarios cubanos del correo electrónico.

Financió el intercambio entre la Universidad John Hopkins y el Instituto de Relaciones Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, al que se fueron poco a poco incorporando otros organismos tales como el Centro de Estudios de América y el Centro de Estudios de los Estados Unidos.

Ha financiado la asistencia de académicos e intelectuales cubanos al Congreso de la Asociación Estudios Latinoamericanos (LASA).

Durante muchos años fue el principal sostén del proyecto Caribbean Exchange de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y el Proyecto Cuba de la Universidad de Georgetown en Washington, el cual, además de intercambio académico, ha cumplido un papel educativo, relacionado con las consecuencias del embargo económico para ambas sociedades.

Financió proyectos de capacitación que organizaciones estadounidenses realizaban en Cuba con autorización del Tesoro de los Estados Unidos.

Fomenta los intercambios académicos y culturales así como las investigaciones comparadas entre artistas, intelectuales y académicos cubanos y sus colegas latinoamericanos.

Financió a Oscar Lewis para hacer una investigación en Cuba sobre las consecuencias de la revolución en la “cultura de la pobreza”. El gobierno de la Isla expulsó a los investigadores antes de que hubiesen concluido su trabajo. Paradójicamente, cuando el equipo de Lewis publicó sus resultados, éstos fueron muy favorables a las políticas sociales de la revolución.

En el 2000, la Ford donó US$100,000 a The American Friends of the Ludwig Foundation of Cuba, con el propósito de favorecer intercambios culturales entre instituciones de Cuba y Estados Unidos.

Propósito semejante tuvo su donativo de US$250,000 al Centro para la Política Internacional cuyo trabajo sobre Cuba dirige el muy conocido ex diplomático estadounidense Wayne Smith, uno de los principales oponentes al embargo y US$150,000 destinados a The Lexington Institute. Estos fueron empleados para difundir información económica sobre Cuba, y crear un estado de opinión favorable a la apertura de la política norteamericana hacia la Isla.

Obviamente, ninguna de estas acciones a favor de la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y por la derogación del embargo, están en sintonía con la política de las administraciones norteamericanas durante los últimos 42 años.

GSF y Arca (http://www.generalservice.org y http://www.fdncenter.org/grantmaker/arca/ )

Donan fondos a instituciones de Cuba y no a Encuentro de la cultura cubana.

Con el mismo objetivo de normalizar las relaciones Cuba-USA, la General Services Foundation donó a diferentes instituciones US$105,000 en 1995 y US$87,500 en 1996.

El caso de la Fundación Arca es el más llamativo dentro de las que promueven la mejoría de las relaciones y el levantamiento del embargo. Sólo entre 1995 y 1997 donó, con este propósito, US$1,940,500 a distintas instituciones, entre las que destacan:

El Instituto de Política Mundial, receptor de US$330,000, destinados a alertar a la comunidad empresarial norteamericana sobre lo nocivo de endurecer las sanciones económicas contra Cuba.

Cuba Policy Foundation obtuvo 450,000, de los US$866,600 dedicados en 2001 a promover el deshielo.

Medical Education Cooperation with Cuba recibió US$100,000 destinados a la cooperación con la Isla.

US$75,000 fueron invertidos en presentar por primera vez en veinte años el Ballet Nacional de Cuba en el Kennedy Center de Nueva York.

La Fundación Rockefeller (http://www.rockfound.org )

Dona fondos a instituciones cubanas y no a Encuentro de la cultura cubana.

La Rockefeller es otra de las encartadas por F. S. Saunders en el caso CIA, y también es mencionada por La Habana, aunque con menor énfasis, al no estar entre nuestros patrocinadores.

La Rockefeller se destaca por sus importantes aportaciones a investigaciones sobre mejoras agrícolas para paliar el hambre en el Tercer Mundo, efectuadas por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (México), así como el Centro Internacional de Agricultura Tropical (Colombia): US$2,957,108 en el 2001. Pero además. durante el mismo año, donó US$906,780 a instituciones de sus supuestos "enemigos ideológicos", destinados a investigaciones agrobiotecnológicas, bioinformática, planificación familiar, etc. Los receptores fueron:

La Academia China de Ciencias.

Las Universidades Fudan (Shangai) y Huazhong (Wuhan).

La Academia de Ciencias Agrícolas de Shangai.

Y otros US$298,290 destinados a programas de salud, proyectos artísticos y al Museo Etnológico, y cuyos destinatarios fueron entidades estatales como el Ministerio de Salud o la Universidad de Hue, ambos de Vietnam. Tanto China como Vietnam gozan de la amistad del gobierno cubano, y distan mucho de ser catalogados como "operaciones de la CIA".

La Fundación Rockefeller aportó US$10,000 a un evento sobre suelos celebrado en Varadero en 2001, y durante el 2002, US$100,000 a proyectos en Cuba o relacionados con Cuba:

La conservación de la papelería de Hemingway en La Vigía.

La exposición Utopia/Post-Utopia: Conceptual Photography and Video from Cuba, en el Samuel Dorsky Museum of Art.

La National Endowment for Democracy (NED) (http://www.ned.org )

Dona fondos a Encuentro de la cultura cubana y no a instituciones de Cuba.

El vocero oficial de Cuba en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Fernando Rojas, declaró en Granma que Encuentro "ha sido financiada por la National Endowment for Democracy,(...) pantalla de la CIA". El resto de los ataques del gobierno cubano, dan por sentado el carácter axiomático de la frase, de modo que:

Primero: La National Endowment for Democracy es algo así como el brazo desarmado de la CIA.

Segundo: La NED financia (del singular se desprende que en solitario) la revista Encuentro de la cultura cubana.

Y Tercero: Por carácter transitivo, Encuentro es una operación de la CIA y del gobierno norteamericano, que presuntamente dictan nuestra línea editorial.

Para ello apelan al artículo Political Meddling by Outsiders: Not New for U.S., de John M. Broder, publicado en The New York Times el 31 de marzo de 1997, el libro de William Blum Rogue State: A Guide to the World´s Only Superpower, el artículo de Cuauhtémoc Amescua México: política exterior que da pena, el informe anual de la NED (1998), y otros nueve artículos periodísticos, de los cuales seis son de La Jornada (México).

El artículo Political Meddling by Outsiders: Not New for U.S., fue publicado por John M. Broder tras revelarse que el gobierno chino, aliado de Cuba, intentó influir con donaciones monetarias en la política interna norteamericana. La única referencia de Broder que conecta a la CIA con la NED, dice textualmente: "La NED fue creada hace 15 años para hacer abiertamente lo que la CIA hizo subrepticiamente durante décadas" (el subrayado es nuestro, y la opinión, sin otro valor probatorio, es suya).

Del mismo modo, ninguno de los artículos citados, o el libro de William Blum Rogue State: A Guide to the World´s Only Superpower, recoge prueba alguna de que haya existido transferencia de fondos de la CIA a la NED, como no sea extrapolar en el tiempo un procedimiento perfectamente documentado entre fines de los 40 y fines de los 60, es decir, tres lustros antes de que se creara la NED.

¿Qué sabemos entonces a ciencia cierta de la National Endowment for Democracy?

En su página web puede leerse: "La NED es una fundación privada y no lucrativa creada en 1983 para reforzar las instituciones democráticas en el mundo entero mediante esfuerzos no gubernamentales (…) el desarrollo de instituciones democráticas, procedimientos, y valores. La democracia no puede lograrse sólo mediante un proceso electoral, y no tiene que estar basada en el modelo de los Estados Unidos o cualquier otro país en particular. Más bien esto se desarrolla según las necesidades y las tradiciones de culturas políticas diversas".

Desde su fundación se estableció que no sería nunca "una agencia o establecimiento del Gobierno de los Estados Unidos"; que los miembros de su consejo no son seleccionados por el Presidente, y que aquellos que pasen a servir en el poder ejecutivo, deberán abandonar el consejo.

La institución, en especial en sus primeros tiempos, recibió ataques desde la izquierda, que la acusaba de interferir en los asuntos internos de otros países, al servicio de la política exterior norteamericana, amparada bajo la excusa de promover la democracia. Una crítica que ha disminuido tras la caída del Muro, y en la medida en que la comunidad internacional percibe cada vez más los derechos humanos y la democracia como un patrimonio universal, cuya violación no se puede amparar tras las fronteras nacionales.

A medida que se ha ido demostrando el énfasis programático de la NED en el desarrollo democrático a largo plazo, así como en la construcción del edificio de la sociedad civil, financiando grupos de derechos humanos indígenas y de minorías, la reticencia inicial ha transitado hacia una fusión sustancial de intereses entre la NED y la comunidad de derechos humanos en numerosos países.

Desde la derecha no faltaron tampoco acusaciones contra ella, en el sentido de que su agenda promovía un modelo socialdemócrata, en especial en lo referente al movimiento sindical. Aunque muchos legisladores republicanos han sido siempre favorables a la NED, y la institución ha merecido editoriales favorables en el Wall Street Journal, el Washington Times y la National Review.

¿Qué acciones en concreto ha desarrollado la NED?

Entre 1983 y 1986, sus años fundacionales, sus acciones incluyeron el apoyo a los sindicatos democráticos en Filipinas y Chile, perseguidos por regímenes dictatoriales; así como la sostenida y decidida apuesta por el proceso de democratización en Chile, que se mantendría durante los siguientes años, al igual que el apoyo a la transición democrática en Haití.

En 1994 la NED promovió proyectos de reconciliación nacional y participación ciudadana de la mujer en Centroamérica. Apoyó a la Agrupación Pro-Calidad de Vida en Venezuela en su campaña contra la corrupción; y proporcionó ayuda legal y atención a las víctimas de violaciones de sus derechos humanos en México, labores ambas que se continuaron en el 95. Año en que también cooperó en la integración de las poblaciones marginales en Brasil.

Los 90 incluyeron proyectos para la normalización en Colombia y el retorno de guerrilleros a la vida civil; la reconstrucción de la sociedad salvadoreña y la restauración de la tolerancia política; acciones relacionadas con el MERCOSUR; el diálogo político en Perú, etc.

Ya en 2001 cooperó con la Organización de Ayuda al Desenvolvimiento Comunitario en Angola; los esfuerzos por la paz y los derechos humanos, la solución de conflictos étnicos y la organización Amigos de Nelson Mandela en el Congo; así como la Comisión Justicia y Paz en Liberia. Promocionó el nuevo periodismo en Colombia, y la protección de los periodistas amenazados; la defensa de la Glasnost en Rusia; y el Comité de Familias de los Desaparecidos en Argelia. También apoyó la plataforma palestino-israelí en Gaza, para relanzar el proceso de paz; así como el Centro para las Mujeres de Jerusalén.

En 2002, la NED brindó apoyo a Acción Popular de Integración Social, grupo femenino mexicano; la Asociación de Grupos Juveniles Libertad—Afroamérica XXI, de la comunidad afrocolombiana, o el Frente Indígena Oaxaqueño Binacional en México.

La página de la NED también incluye a un becario muy especial, la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) (http://www.nuevoperiodismo.org ), que en 2001 recibió de la National Endowment for Democracy US$72,000. Dicha fundación cuenta entre sus patrocinadores a otras entidades demonizadas por La Habana: el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y su Instituto de Desarrollo Social (INDES), el Council on Foreign Relations norteamericano, la USIS (U.S. Investigations Services) y la Embajada de los EEUU en Bogotá, Colombia. La Fundación es presidida por su fundador, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, cuyo proyecto, desde luego, estamos lejos de anatematizar como una operación de la CIA.

En lo que a Cuba se refiere, todas las donaciones de la NED han estado dirigidas a grupos que abogan por la democratización de la isla y el respeto de los derechos humanos; algo que comprensiblemente irrita a las autoridades insulares.

Entrevistada en La Habana, la investigadora Francis Stonor Saunders, declaró tajantemente que "En materia de historia (…) todo debe estar sustentado con documentos (…) ha habido demasiados comentarios anónimos y yo estoy completamente en contra de esto. Es algo muy oportunista, es un recurso que utilizan los escritores a veces porque son muy perezosos o porque quieren llevar las cosas del lado que desean y esto conduce a una distorsión de la historia." Y refiriéndose a la historia de la post Guerra Fría afirma que "sería muy difícil sustanciarlo con pruebas documentales porque estas sólo se revelarán años después". Esa orfandad de documentación no ha detenido a La Habana, que confía en el valor probatorio de la reiteración.

 
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