www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 3/5
 
Sucesión, transición, inmovilismo: tres modelos para armar
En el exilio desde 1968, el escritor y periodista Carlos Franqui se extiende en consideraciones acerca del inmediato futuro nacional.
por MARY SIMóN, Ginebra
 

Entonces, si no hay transición, ¿cómo enfoca la sucesión?

Honestamente, no veo en ningún aspecto de la vida cubana una transición. Sí veo hace largo rato en los congresos del Partido, en declaraciones y en actos, todo un andamiaje de colocar personas no solamente en el aparato político, sino en el de Seguridad, en los puestos clave de la economía, en el comercio y en el turismo. Cuadros, incluso, de procedencia militar, para garantizar la sucesión el día que Castro desaparezca.

En primer lugar, pienso que no está en las manos del pueblo cubano, o de algún líder opositor, lo que va a pasar realmente en los niveles del poder y de su herencia. Claro que si en un momento dado hay una crisis, una protesta popular grande, una huelga, un estallido, una ciudad muerta, eso puede cambiar los acontecimientos. Pero si el aparato de terror del sistema consigue imponerse en el momento de la muerte de Fidel Castro, la sucesión escapará a la lógica que nosotros quisiéramos.

Lo que sí puede asegurarse es que esa gente no va a poder salvar el sistema. El sistema está condenado a muerte. Es una muerte anunciada, como ocurrió en la URSS y en otras partes. Ningún médico puede decir lo que va a ocurrir mañana o pasado. Nadie sabe cuándo va a ocurrir y cómo. Pero todo el mundo sabe que, así como los seres humanos mueren, el sistema comunista muere. Y ya murió donde nació, así que también va a morir en Cuba.

Está pensando en una especie de guerra de sucesión...

Evidentemente, quienes están dentro del aparato gubernamental y tienen aspiraciones, van a intentar quedarse con el poder y se están anticipando. Naturalmente, van a ser también más débiles, porque les va a faltar el caudillo: el caudillo no representa nada para el pueblo cubano, pero sí representa mucho para el aparato. Y si se abre una guerra de sucesión en la que todo el mundo comienza a plantearse "yo puedo ser el mejor", cualquier general, o cualquier dirigente, puede pensar que ha llegado su momento. Todas las sucesiones que ha habido en el campo comunista, desde la época de Stalin y hasta de Marx, siempre han tenido grandes dificultades. Es difícil garantizar la herencia. Y esto también va a pasar en Cuba. No creo que esta gente de la sucesión —no de la transición— vaya a querer democratizar Cuba, y no van a tener dudas a la hora de tirar la soga al cuello, que sería bien peligroso para ellos. No sé si verían obligados. Esa es otra historia.

En su opinión, ¿convergen elementos que podrían beneficiar a eso que llama "la gente de la sucesión"?

Creo que a la gente de la sucesión le puede favorecer el hecho de que eviten escapes masivos hacia Estados Unidos o brotes de violencia. Y eso es una cosa. Lo que sí creo es que a esta gente no le importaría nada restablecer sus relaciones con Estados Unidos.

La última estrategia del castrismo es restablecer relaciones con los Estados Unidos y conseguir que el dólar americano salve, por lo menos, el aparato de poder. Eso, que ya está sucediendo ahora, se acentuaría muchísimo, y un ejemplo es Guantánamo, donde hay una relación muy cordial entre los militares norteamericanos y los cubanos, se felicitan con declaraciones y todo. Así que esa gente va a tratar también, inmediatamente, de restablecer relaciones con los Estados Unidos.

Por otra parte, es muy posible que intenten la apertura económica partiendo de la tesis de que el hambre es muy peligrosa. Es decir, que en el orden económico liberalicen lo suficiente, siguiendo el modelo chino. Eso está por ver. Pero es evidente que ello no va a resolver la crisis nacional, ni va a ser permanente, así que ese modelo "chino" va a hacer crisis también. En un momento dado todo eso tiene que desplomarse.

Hace algunos días acaba de surgir una nueva organización en la Isla, una especie de Parlamento Opositor, a iniciativa de Martha Beatriz Roque, para buscar la transición, a diferencia del Proyecto Varela. ¿No cree que este tipo de situaciones puede debilitar a la oposición interna?

No voy a hablar de esto, es una cosa muy reciente y no he hablado últimamente con Martha Beatriz. Pero puedo entender a la oposición cubana. Es evidente que el documento La patria es de todos tiene las características de un desafío al sistema, algo que no había ocurrido nunca antes. Entonces, cuando vino el Proyecto Varela, los cuatro decidieron tomar rumbos diferentes. Vladimiro Roca apoya el Proyecto Varela. El problema va más allá del derecho de unos opositores o de otros, o de personas en el exilio, de apoyar una iniciativa o criticarla. El problema consiste en saber —lo cual es muy difícil— qué es eficaz, o lo que es más eficaz, para hacer oposición allí.

Es evidente que el documento La patria es de todos es el más extraordinario que se haya hecho público en todos estos años de lucha. También la declaración del Obispo de Santiago de Cuba cuando la visita del Papa. Para mí son los documentos que más dicen. Pero también es cierto que La patria es de todos lo que hizo fue provocar la detención, por tres o cinco años, de sus cuatro firmantes. Internacionalmente, y en el exilio, eso tuvo un efecto positivo. Pero dentro de Cuba no creo que cambiara mucho las cosas.

1. Inicio
2. ¿Acaso hay un cambio...?
3. Entonces, si no hay...
4. En cuanto al Proyecto Varela...
5. ¿La nueva convocatoria...?
   
 
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